– Ahora queria preguntarte una cosa a ti, Sissy; tengo entendido que has viajado mas que nadie. En tus constantes viajes, ?no te has encontrado nunca con una persona que por su sabiduria destacase sobre todas las otras, que pareciese tener un conocimiento sobre la vida del que carecemos los demas humanos?
La pregunta iba en serio, asi que Sissy medito. Aunque parezca extrano, no se habia relacionado, en realidad, con demasiada gente, ni habia observado con detenimiento a las personas. Ella buscaba transporte, no conductores. Y en cuanto a los peatones… sombras en el recuerdo de un rayo de luz. Recordaba, sin embargo, aquella vez en Mexico, no muy al sur de la frontera. Sissy habia recorrido en autoestop una carretera tan polvorienta que un camello habria muerto en ella de asfixia. Por fin paso ante la casa-taller de un ebanista. Habia quince o veinte piezas de muebles recien talladas alineadas al sol junto al camino. Las barnizaba un hombre de edad indefinida. El mexicano iba aplicando cuidadosamente con una brocha el barniz que sacaba de una lata pequena. Siempre que pasaba un coche o un camion, cosa frecuente, se alzaban espesas nubes de polvo que se posaban como recuerdos de Lawrence de Arabia sobre la pegajosa madera recien barnizada. Pero el mexicano seguia con su trabajo, sonriendo, cantando para si y no prestando al polvo mas atencion que si fuese una emision de radio en idioma extranjero. Tanto habia impresionado a Sissy aquel hombre que a punto estuvo de pararse a hablar con el; hizo que se soltaran luminosos globos en su corazon, Al final, sin embargo, habia seguido haciendo autoestop… pensando posteriormente en el ebanista solo en momentos de tension, frustracion o inseguridad.
Hablar de tales cosas le resultaba a Sissy embarazoso, pero estaba a punto de explicarle a Debbie lo de aquel maravilloso mexicano cuando aparecio Jelly trotando en su caballo. Jelly habia estado observando el lio del Cerro Siwash desde mas cerca, para asegurarse de que no tendria repercusion alguna en el rancho. Ahora llamaba a las vaqueras:
– Eh, socias, Delores quiere que vayais al barracon para los ejercicios. Vamos alla.
– |La instruccion! -resoplo Big Red-. Deberia haberme quedado en aquel maldito cuerpo militar femenino.
– Eso es un error -dijo Debbie-. Las mujeres tienen formas superiores de tratar con las cosas.
Unas complacidas, otras reacias, las vaqueras se dirigieron al barracon. Jellybean desmonto.
– ?No son un magnifico grupo de socias? -pregunto.
Cabeceo Sissy y pregunto:
– ?De donde proceden?
– Oh, del Este, del Oeste y del nido del cuco. Muchas se criaron en granjas o en ranchos y les gustaba esa vida, pero cuando terminaron el bachiller no les quedaba mas salida que casarse con un pelma local o intentar ingresar en una universidad que no estaba dispuesta a ensenarles nada que ellas quisieran saber. Unas cuantas, como Kym y Debbie, vienen de zonas residenciales de clase media. Big Red era la unica vaquera en ejercicio del grupo. Participo en carreras por todo Tejas. Pero claro, Big Red tiene veintisiete anos. Las demas somos mucho mas jovenes, salvo Delores. Nadie sabe la edad que tiene, ni lo que hacia antes de aparecer por aqui, pero, desde luego, sabe montar y manejar el lazo. Yo busque chicas que quisiesen ser vaqueras y no hice demasiadas preguntas. Intente encontrarlas entre las enamoradas de los caballos. Ya sabes, ese asunto freudiano. Muchos padres, cuando sus hijas pequenas empiezan a abultar el jersey por delante, les compran un caballo para desviar su atencion de los chicos. Lo que les compran en realidad es un vibrador organico de cuatrocientos kilos. Un caballo es estupendo para una buena y limpia masturbacion, con las manos por encima de las sabanas, y algunas chicas nunca salen de eso. Esas no sirven para ser vaqueras de verdad.
El Cerro Siwash se habia quedado tan tranquilo y exanime como un libro de geologia que describiese su formacion. El veranillo de San Martin, actorcillo exagerado, aprovechaba otra llamada a escena, y las colinas, con un talante expansivo propiciado por el calor, amontonaban ramilletes de asteres a sus pies. Varas de San Jose, tambien. Y vencetosigo. Girasoles gigantes, como espantapajaros drogados, cabeceaban, sonolientos y anclados, las secas cabezas caidas sobre las claviculas. Con sus vidas prolongadas un dia mas, zumbaban las moscas por todas partes, ensalzandose a si mismas monotonamente, como los patriotas que siguen ensalzando la gloria de una cultura decadente y condenada ya.
Por fin, hablo de nuevo Jelly:
– Desde luego, has traido el buen tiempo contigo. Mirando este paisaje hoy, nadie creeria que la nieve y unos vientos terribles asolaran este lugar dentro de un mes o dos.
– En Nueva York hace mucho frio tambien -dijo Sissy-. No habia pasado nunca un invierno entero en un sitio, desde nina.
– Hay que protegerse -dijo Jelly, lanzando una mirada al barracon-. La senorita Adrian, cuando me dijo que venias, explico que te habias casado hacia poco.
– Hace unos nueve meses.
– Mmmmm. Si. Nunca imagine que fueses de las que se casan y se asientan.
– Nadie lo cree -dijo Sissy, medio riendo-. Ni siquiera yo. Pero es cierto.
– Yo tengo esta teoria -dijo Jelly-: Los hombres, en general, se sienten atraidos por las mujeres que estan comprometidas. Es un desafio para el ego deshacer ese compromiso y transferirlo a uno. Las mujeres, en general, se sienten atraidas por los hombres que no estan comprometidos. La libertad las excita. Inconscientemente estan deseando liquidarla -atisbo la expresion de Sissy-. Sin embargo, en tu caso, debe haber sido lo contrario. ?O no?
– No lo se. Quiza. Nunca lo he enfocado asi. En fin, Jelly, yo estuve sola mucho tiempo. Pocas mujeres estan solas por eleccion quiza sea esa nuestra mayor debilidad, pero siguiendo el consejo de la naturaleza decidi no quedar encajonada ni someterme. Sola, podia darle al gran ritmo, bailar la cuarta dimension y revolucionar la idea del transporte. Solo que nadie se intereso. Bueno, Jack Kerouac y una docena mas de almas desesperadas quiza tuviesen un vislumbre de que yo era algo mas que campeona mundial; pero solo ellos. En fin, ?que mas da? Yo creia que mis triunfos podrian haber elevado los animos humanos, lo mismo que una cometa llena de gozo a la gente sin ninguna razon logica ni productiva cuando cruza el cielo. Quiza si hubiesen prestado atencion… No lo hicieron, y da igual, porque en realidad yo hacia autoestop para mi misma. Para mi misma y para los grandes poderes del viento. Luego, de pronto, aparecio alguien que me necesitaba. Por primera vez en mi vida, rne necesitaban. Fue una atraccion poderosa.
Jelly rascaba las orejas a su caballo. El animal se llamaba Lucas, por Tad.
– Si, desde luego, supongo que los hombres necesitan a las mujeres -dijo-. Igual que las mujeres
– Julian necesitaba algo mas que una esposa -dijo Sissy-. En lineas generales, yo ni siquiera soy una buena esposa. A un nivel consciente, Julian no me aprecia ni me entiende mas que los demas, pero en alguna parte de el, sabe que necesita lo que solo alguien como yo puede ofrecer. Julian es un indio mohaw deformado por la sociedad. Niega ser mohaw, niega que esto puede significar cualquier ventaja posible, fisica o psiquica. Necesita que le amen de un modo que le ponga en relacion con su sangre. Y de ese modo intento amarle yo.
Jelly monto parsimoniosamente.
– Eso parece tener bastante sentido -dijo-. Si el amor no puede recrear a los amantes, ?de que sirve? Pero permiteme un consejo, Sissy, amiga mia: el amor es droga, no sopa de pollo.
Al ver que Sissy no hacia mas que mirarla desconcertada, Jelly anadio:
– Quiero decir que el amor es algo que debe darse libremente, no administrarse a cucharadas por su propio bien por una madre dominante que se lo cocine todo sola.
Con esto, Jelly se inclino por la grupa de Lucas, imitando una acrobacia que la homonima del caballo habia ejecutado una vez a gran velocidad, y beso a Sissy, mitad en la boca, mitad en la barbilla. Luego volvio a erguirse y se alejo al galope.
Aquella tarde, en el barracon, cuando Gloria comparo los pulgares de Sissy con el jorobado de Notre Dame, Bonanza Jellybean la abofeteo.
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«LA POLCA de la salchicha polaca» fue interrumpida por un boletin de noticias sobre la situacion internacional que, como pronto supieron las oyentes del barracon, era desesperada como siempre. Y hablando de desesperacion, la habia sin duda en la expresion de Big Red cuando, sin llamar, abrio la puerta de la sala principal