interesantes y mas importantes. Pero le carcomia un estupido sentido de la responsabilidad. No podia quitarselo de encima. Hasta que al fin dijo: «Bueno, de acuerdo, ire y jugare, solo esta vez. En fin, de todos modos no puedo dormir.»

Bajo el Cerro Siwash despues de ponerse la luna, hazana que ningun otro podria haber emulado. Muchos burros no podrian bajar por aquel camino a plena luz del dia sin destrozar su reputacion de animales de pies seguros. Muchos grandes barriles de cerveza serian incapaces de bajar rodando por la senda de Cerro Siwash, y algunos retorcidisimos pretzels no podrian imitarle decentemente.

Al final del camino, se encontro a Delores del Ruby.

Ninguno de los dos parecio sorprenderse, pero sin duda fue comedia.

Se miraron de arriba abajo, ella intentando parecer fria, el mas frio aun. El deseo preguntarle que estaba haciendo alli, pero no lo hizo; deseo ella decirle que iba a verle, pero no pudo. Anclo las manos en las caderas; arrugo el la nariz. Cuando mas procuraban no sonreir, mas los pequenos musculos de la boca luchaban por ser libres. La fuerza de las sonrisas reprimidas hacia agitarse sus orejas en la oscuridad.

– Asi que tu eres el gran brujo, ?eh?

Quiza si y quiza no. De todos modos, que mas da

– Supongo que te debo disculpas. He estado poniendote verde…

– Da igual.

– Bueno, solo queria que supieras que estoy empezando a apreciarte. Algunas de tus ideas no estan del todo mal.

– ?Te gustan? Deben haberme tergiversado.

– ?No tergiversan a todos los grandes brujos?

– Los tergiversan, distorsionan, diluyen y deifican. Por ese orden. Jesus sufrio a manos de sus adoradores mucho peor destino que la crucifixion. Tienes un culo encantador.

– Tu no te pareces mucho a Jesus.

– ?Como lo sabes?

– Hablas de mi culo.

– ?No crees que Jesus hubiese admirado tu culo?

– No el Jesus sobre el que he leido.

– Exactamente. Tergiversado, distorsionado y diluido. En realidad, si Jesus hubiese admirado tu culo, probablemente no lo habria dicho. Si, tienes razon. No me parezco mucho a Jesus. Y tampoco me parezco mucho a Hubert Humphrey. Hubert Humphrey es capaz de mascar doscientas cuarenta y seis barras de chicle de una vez. Yo no podria hacerlo.

– Sin duda tu linda boquita se hizo para mejores cosas.

Y se inclino y deposito un beso en los morros del Chink. La primera vez que besaba a un hombre en una era de serpiente.

– Tu tampoco estas mal. Cuando dejas el latigo en casa.

– Ya no juego con el latigo.

– ?Ah si? ?Con que juegas ahora?

– Estoy aprendiendo que hay todo un universo de cosas con que jugar, incluidos grandes brujos.

– Los brujos pueden jugar fuerte. ?Que quieres de mi? ?La llave del tesoro?

Delores busco bajo su negra camisa, entre oscuros pezones, pelos y lunares, y saco la sota de corazones.

– Vaya, haces juegos de cartas tambien. Eres toda una actriz.

– Anoche tuve una vision. No vine aqui a resolver nada. Vine aqui a celebrar, y a que tu celebres conmigo.

– En ese caso, puedes quedarte un tiempo. Es sabia la mujer que no acude al maestro a buscar soluciones.

– Que mas da.

– Si. Um. Pronto amanecera. Tengo que ver a unos tipos por un asunto de unos pajaros. Cuando haya luz ya, ?te importaria subir a la cueva y hacer compania a Sissy hasta que yo vuelva?

Delores acepto y el Chink se alejo trotando entre la hierba.

Quiza tuviese algun plan, algun truco magico pensado. Algo debia tener guardado en su ancha manga. Pero fuese lo que fuese lo que el Chink pensaba hacerles a los agentes federales, nunca llego a hacerlo. Cuando vio a Bonanza Jellybean destrozada, el viejo chiflado se lanzo derecho hacia las barricadas del gobierno. Nadie oyo sus gritos. Los obscurecieron primero los disparos, luego el altavoz, luego el helicoptero y por ultimo la explosion.

La explosion le derribo ladera abajo, barba, albornoz y sandalias volando, como si la explosion fuese el apagabroncas mas duro de Jerusalen y el un gorron en la ultima cena. Su cadera izquierda quedo destrozada.

118

Y SUCEDIO ASI que Sissy Hankshaw Hitche y Delores del Ruby pasaron un triste dia en Mottburg. A media manana, cuando el sol estallaba sobre los silos, las dos mujeres (una disfrazada) cruzaron rapidas ante los individuos que con prendas Sears hacian la parada para tomar cafe en el Bar de Craig. Pasaron ante las rollizas y jovenes madres que, bigudies en el pelo, parloteaban en la lavanderia-autoservicio. Pasaron ante la agencia Chevrolet y el blanco rostro de la oficina de la Legion Americana. Llegaron a la estacion de ferrocarril justo cuando cargaban en el vagon de equipajes el ataud. Bonanza Jellybean, alias Sally Elizabeth Jones, tenia un billete de ida para Kansas City. Su padre, un individuo bajo y calvo, habia venido para acompanar al cadaver. La mama de Jelly se habia quedado en casa, avergonzada. El tren salio de la estacion traqueteando, disolviendose en lagrimas que cayeron sobre las vias como balas de plata.

Mas tarde, mientras Delores bebia cafe irlandes en un rincon oscuro de la Sala Bisonte del Elk Horn Motor Lodge, Sissy intento visitar a las veintisies vaqueras que estaban encerradas en el vestibulo de la Mottburg Grange porque no habia sitio en la carcel. Las vaqueras estaban detenidas sin fianza, esperando juicio. Lo siento. No se admiten visitas.

A las dos en punto, Sissy y Delores se unieron a una curiosa multitud en el cementerio de la iglesia luterana para el funeral de Billy West. Habia un ataud simbolico, pero no habia cadaver. Extrano que de los ciento veinte kilos no hubiese quedado ni una cucharada, pero asi era. La familia estaba tensa, el predicador irritado, los ritos fueron protocolarios. El duelo, si es que podia llamarse asi, lo formaban principalmente companeros de Bill, que aun no podian creer que la bola de grasa de la que se habian burlado en la escuela se hubiese convertido en un forajido y asesino famoso y hubiese aprendido a pilotar un helicoptero en una tarde. Cuando echaban la desmigajada tierra de la pradera sobre aquel ataud deshabitado, la abuela Schriber dijo en voz alta que Billy West era el unico heroe que habia dado Mottburg, y que ella queria, como fuese, unirse a las vaqueras. Se la llevaron rapidamente los nietos.

La parada siguiente de Delores y Sissy fue en el pequeno hospital. El Chink estaba enyesado como una pared. Se podria haber colgado de el un cuadro, y un espejo, ademas. Pero ojo con la mariposa que pudiese salir de aquel capullo. Pese al dolor, les hizo un guino. Los ojos que guinaba estaban tan nubosos como el semen. Las mujeres estaban demasiado deprimidas para poder prestarle ayuda alguna. Sissy gemia al lado de la cama.

– ?Todo esta empeorando? -balbuceo.

– Si -contesto el Chink-. Todo esta empeorando. Pero todo esta mejorando tambien.

Y sucedio asi que el rancho Rosa de Goma fue entregado oficialmente a las vaqueras que lo habian trabajado. Las vaqueras supervivientes pasaron a ser socias a partes iguales. Hasta que las chicas tuviesen libertad para hacer con el lo que deseasen, se pidio a Sissy Hankshaw Hitche que supervisase el rancho, con un salario de trescientos dolares semanales.

El regalar el Rosa de Goma fue el ultimo negocio que realizo La Condesa antes de disolver su compania e irse a trabajar como enfermero en la seccion de maternidad de un hospital de beneficencia, siguiendo las instrucciones de su psiquiatra y asesor personal, un tal doctor Robbins.

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