tambien el Chink.

Cuando Sissy y Delores regresaban batidas por el viento de dar un paseo, se lo encontraron caminando apoyado en una vara de cerezo con sus pertencias envueltas en una piel. Sissy habia confesado su embarazo a Delores y las dos habian decidido que el Chink debia saberlo. Y ahora alli estaba el, disponiendose a huir del rancho a los dos dias de levantarse de la cama. Ademas, no se dirigia a Cerro Siwash.

– Me vuelvo con el Pueblo Reloj -dijo-. Echo de menos a esos chiflados pieles rojas y tengo curiosidad por saber que es de ellos. Ademas, necesitan alguien como yo que les pinche para seguir siendo honrados. La anarquia es como el flan que se hace al fuego; hay que revolverlo constantemente para que no se pegue y se apelmace, como el gobierno.

– No puedo creer que vayas a abandonar el cerro -dijo Sissy. Pero podia creerlo. El hueso habia curado mucho mas deprisa de lo previsto por los medicos, y aunque le viesen apoyado en una vara, y tan flaco y palido, era dificil imaginarle escurriendose por la impredecible arquitectura del Cerro Siwash otra vez. Lo que Sissy realmente queria decir era que no podia creer que fuese a abandonarla a ella.

– Lo que viene facil, facil se va -dijo el Chink.

– Desde luego, no se te dan muy bien las palabras -dijo Delores.

El Chink se ruborizo realmente.

– No fue culpa mia que me educara en una cultura antipoetica -dijo-. Pero mi lenguaje sera diferente cuando este con el Pueblo Reloj. Ellos proceden de una tradicion oral. Y no estoy hablando de lo que vosotras, lujuriosos sapos saltarines, haceis en la cama todas las noches.

Ahora le tocaba enrojecer a Delores. Y tambien a Sissy. Las paredes las habian traicionado, despues de todo.

– Bueno -suspiro Sissy, intentando conseguir que sus lagrimas no se levantasen de sus asientos-, si el Pueblo Reloj te da alguna informacion confidencial sobre el fin del mundo, mandanos una postal.

– El mundo no va a acabarse, tonta; creia que por lo menos sabias eso -Se puso extranamente serio-. Pero va a cambiar. Va a cambiar radicalmente. Y puede que durante tu vida. El Pueblo Reloj considera que los terremotos, unos terremotos terribles, seran el agente de ese cambio, y puede que tengan razon, pues hay unos cien mil terremotos al ano y hace ya demasiado tiempo que no se producen terremotos grandes. Pero nos aguardan catastrofes mucho peores…

– ?Y es inevitable? -pregunto Delores.

– A menos que la especie humana pueda llegar a abandonar los objetivos y valores de la civilizacion; en otras palabras, a menos que rompa con el habito del consumo… y estamos tan condicionados a consumir como forma de vida que para la mayoria de nosotros la vida no tendria sentido sin los anhelos y satisfacciones del consumo progresivo. Asi que yo diria que si, que es inevitable. No es solo que nuestros malos habitos provoquen catastrofes mundiales, sino que nuestra filosofia practica, politica y economica nos tiene tan atrapados que nos impide prepararnos para desastres naturales que no son culpa nuestra. Asi pues, la mierda apocaliptica va a llegar, desde luego, pero algunos de nosotros nos libraremos. Pequenas bolsas de humanidad, como el Pueblo Reloj. Como vosotras dos, queridas, si os decidis a aceptar mi oferta de vivir en la Cueva Siwash. Apenas si hay calamidades mundiales (hambre, accidente nuclear, plaga, guerra meteorologica o reduccion de la capa de ozono) a las que no pudieseis sobrevivir en esa cueva.

– Magnifico para nosotras -dijo Sissy- y para el Pueblo Reloj. Pero ?y el resto del mundo, los millones que ni siquiera tienen conciencia del peligro, y no digamos ya de las alternativas? ?No crees que deberiamos consagrarnos en cuerpo y alma a educar a las masas y a intentar movilizarlas para la supervivencia?

– De eso nada -dijo el Chink; se apoyaba pesadamente en su baston-. La supervivencia no es importante. Lo que importa es como se sobrevive. Todos los planes de supervivencia a largo plazo que han concebido nuestros tanques de ideas y nuestros cientificos y estrategas sociales son en definitiva variedades de totalitarismos: sociedades-colmenas o sociedades-hormi-gueros. En fin, los insectos son buenos en lo de la supervivencia; mejor que las demas criaturas, sin duda. Pero eso se debe a que en el mundo de los insectos no hay ningun tipo de individualismo. La vida del insecto es rigida y predecible; su psique solo se preocupa de la supervivencia; la supervivencia de la colonia, de la colmena, del enjambre. Creo que es preferible que la humanidad muera a que recurra a un tipo de vida totalitario para sobrevivir. Deberiamos tomar como modelo a la grulla chilladora mas que a la termita. Extingamonos si es necesario, pero hagamoslo con cierta dignidad, con humor, con gracia. Los hombres hormigas y las mujeres abejas no son dignos de sobrevivir.

El Chink extendio la mano y acaricio el pulgar de Sissy, el izquierdo, la enormidad transcontinental. Tan lento fue su movimiento que ella ni siquiera retrocedio.

– La supervivencia en si no me interesa en absoluto. Pero aqui hay algo que me parece interesante. Suponed que entre los veinte y cincuenta anos proximos, una serie de desastres naturales y de origen humano, destruyen nuestra estructura social y eliminan a la mayor parte de la especie humana. Hay muchas probabilidades de que suceda. Solo sobrevivirian grupos pequenos y aislados. Ahora bien, supongamos que tu, Sissy, figurases entre los supervivientes… y si aprovechas tu posibilidad de residir en Cueva Siwash, figurarias entre ellos. Y supon que tuvieses hijos…

Y dicho esto, retiro su arrugada y amarillenta mano del perpetuamente embarazado apendice de Sissy y empezo a acariciar su vientre temporalmente prenado. Habia una sonrisa en sus ojos. ?Dios mio! ?Lo sabia tambien?

– Supongamos que se cumple la profecia de Madame Zoe y que tienes cinco o seis hijos con tus caracteristicas. Todos en la Cueva Siwash. En el mundo que siga a la catastrofe, inevitablemente tus descendientes se casarian entre si y formarian a la larga una tribu. Una tribu cuyos miembros tendrian todos pulgares gigantes. Una tribu de Grandes Pulgares se relacionaria con el medio de modo muy especial. No podrian utilizar armas ni fabricar herramientas complicadas. Tendrian que basarse en su ingenio y en sus sentidos. Tendrian que vivir con los animales (?y las plantas!) practicamente como iguales. Me resulta sumamente agradable pensar en una tribu de excentricos fisicos que viviesen pacificamente con animales y plantas, aprendiendo sus lenguas, quizas, y respetandoles como se merecen. Es sencillamente divertido pensarlo, nada mas.

Sissy apreto la mano del Chink. Era como un pedazo de queso rancio.

– La diversion es la diversion -dijo ella-, pero ?como voy a ser progenitura de una tribu viviendo con Delores en la cima de un cerro aislado?

– Eso es problema tuyo -dijo el Chink-. En realidad, no creas que me preocupa mas la situacion de una tribu que la de las grandes poblaciones. La mayoria de los grupos son rebanos y todos los rebanos son basura. Debbie y todos los demas muchachos y muchachas despistados intentaron encasillarme como otro brujo oriental. Se equivocaban por completo. Los diversos filosofos orientales tienen al menos una cosa en comun: eligen lo personal e intentan unlversalizarlo. Yo detesto eso. Soy lo contrario. Elijo lo universal y lo personalizo. Los unicos intercambios verdaderamente magicos y poeticos que se dan en esta vida se dan entre dos personas. A veces no se llega siquiera tan lejos. A menudo la verdadera gloria de la vida queda confinada en la conciencia individual. Basta de eso. Vivamos para la belleza de nuestra propia realidad.

Bruscamente, el Chink aparto su mano del vientre de Sissy. Carraspeo. «Kaff». E hizo rodar sus ojos hasta que parecieron un par de judias que hubiesen acabado de recibir la noticia de que iban a trasladarlas a Boston.

– Ved como carraspeo. Esa dinamita debio aflojar uno de mis transmisores. No me hagais caso. Teneis que arreglaroslas vosotras solas. El chacacha sale de Mottburg a las dos menos veinte. Quiero irme en el. ?Me llevareis a la estacion?

Cuando las autoridades retiraron sus cargos contra Delores (buscando, al parecer, lavarse las manos para siempre del asunto de las vaqueras) devolvieron el carro del peyote. Las mujeres decidieron llevarlo al pueblo. Despues de todo, la nueva furgoneta (un regalo de la Fundacion Condesa) pertenecia al rancho y el rancho estaba ahora bajo el control de Elaine y Debbie. Condujo Delores; Sissy y el Chink a su lado con las manos entrelazadas. Luchando todo el camino con un desagradable viento, la furgoneta llego a la estacion solo con cinco minutos de margen. El tren ya estaba alli.

– ?Horarios! -dijo el Chink-. Resulta ironico que tenga que ajustarme a un horario para volver a los relojes. - Su expresion era de asombro-. Amigas, nunca aposteis contra la paradoja. Si no os derrota la complejidad, lo hara la paradoja.

En los ardientes conductos de Sissy, las lagrimas corrian, en vez de caminar, hacia la salida mas

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