– Vuelve a aspirar los aromas del nacimiento -le habia dicho el doctor Robbins a La Condesa-, pues los olores del cuerpo femenino, los olores que has procurado matar con tus substancias quimicas totalitarias son los mismos olores del nacimiento, los poderosos aromas de la esencia de la vida. La nariz que se ofende ante el calido perfume del cono es una nariz inadecuada para este mundo. Deberia estar olisqueando oro en las limpias calles del cielo. La vagina apesta a vida y a amor y al infinito, etc. ?Oh Vagina! Tu incienso salobre, tu lunar almizcle fungoso, tus profundas olas de miel de almeja que chocan contra el frio acero de la civilizacion; arrastra, oh vagina, nuestras narices, a la piedra de molino del extasis, y dejanos morir oliendo lo que olimos al nacer!

Y sucedio asi que en cuanto fue posible, Sissy y Delores llevaron al Chink al rancho para que pasase alli su convalecencia. Dispusieron para el la habitacion principal, el dormitorio donde habia dormido Jellybean, y la senorita Adrian antes que ella. Pocos encantos le brindaba la casa del rancho al viejo pedo, pero era muy consciente de que las dos mujeres no podian subirle al Cerro Siwash. Delores instalo el estereo en aquella habitacion para que el viejo pudiese pasar los dias del otono escuchando rock-and-roll mientras meditaba, cantaba, comia names muy fritos y hojeaba la revista Ota.

Sissy le servia fielmente, y casi siempre con alegria, pero le asaltaban a veces ataques de depresion. Una vez se habia vuelto a el con particular aspereza y le habia reprochado en parte la muerte de Jelly.

– iDeberias haber hecho mas! -acuso.

– Hice cuanto pude.

– ?Que hiciste? Nunca te vi hacer nada… hasta que fue demasiado tarde.

– Di ejemplo. Eso es todo lo que se puede hacer. Lamento que las vaqueras no me prestaran mas atencion, yo no podia obligarlas a fijarse en mi. He vivido casi toda mi vida adulta fuera de la ley, nunca he pactado con la autoridad. Pero nunca he ido a luchar contra la autoridad. Eso es estupido. Eso es lo que ellos estan esperando; te invitan a hacerlo; ayuda a sustentar su poder. A la autoridad hay que ridiculizarla, burlarla y eludirla. Y es bastante facil hacer esas tres cosas. Si crees en la paz, actua pacificamente; si crees en el amor, actua amorosamente; si crees en algo, actua en consecuencia, eso es perfectamente valido… pero no intentes convencer de tus creencias al Sistema. Acabaras contradiciendo lo que afirmas creer, y daras mal ejemplo. Si quieres cambiar el mundo, cambiate a ti mismo. Tu lo sabes muy bien, Sissy.

Sissy lo sabia, desde luego. ?No habia actuado siempre asi la mejor autoestopista del mundo? Pero tenia un cerebro y nuestros cerebros estan siempre burlandose de nosotros, haciendonos aprender una y otra vez lo que sabiamos desde el principio. Quiza se haya criticado al cerebro injustamente en este libro, pero teneis que admitir que el cerebro tiene un sentido del humor bastante extrano.

Y sucedio asi que Delores y Sissy se hicieron amantes.

Compartian la habitacion contigua a la del Chink, querian estar cerca por si el necesitaba algo durante la noche.

Con el tiempo, descubrieron que ellas mismas necesitaban algo durante la noche. Delores dormia a la izquierda, Sissy a la derecha. Al poco tiempo, dejo de haber centro.

Jamas gruno la cama bajo ellas. Hasta los muelles, chismosos por naturaleza, resistieron toda tentacion de rechinar. Las paredes y el techo presenciaron cada nueva posicion, aprobando, aparentemente, pero sin crujir ni caer. Los pequenos gemidos que la lengua serpentina de Delores arranco de la garganta de Sissy, que los dedos autoestopistas de Sissy sacaron de las profundidades de la garganta de Delores, no atrajeron mas atencion de los cerros y colinas de detras de las balanceantes cortinas que los chillidos de conejos y ratones. A veces, cuatro pares de labios se unian a la vez, pero la edicion de Amy Vanderbilt que la senorita Adrian habia dejado en la repisa de la chimenea, no las corrigio ni enarco la nariz una sola vez. Era como si el mundo absorbiese su amor sin ofrecer resistencia, pero alentado en el suave y levemente. Gimiendo, suspirando, «ah».

O «?ja!»

Pero desde luego no «?ma!» El amor femenino puede tener su lugar en el mundo, pero, como deben saber los muelles de los somieres, las paredes, el techo, cerros y colinas e incluso Amy Vanderbilt, la saliva no hace ninos.

Y sucedio asi, que cuando Sissy descubrio que estaba embarazada, su pulgar senalo al Chink. Hablando figurativamente, desde luego, pues nada le dijo ni menciono su condicion a Delores ni le escribio a Julian comunicandosela (Julian, cuyo problema alcoholico se habia agudizado tanto que la «hermosa gente» le esquivaba ahora dejandole resollar los efectos de la civilizacion en los nidos posthippies del East Village).

Sissy ocultaba sus nauseas y mareos fingiendo que eran emociones, que eran manifestaciones fisicas de pesar y dolor, y nadie fue capaz de descubrirlo… Salvo cierta mujer de mediana edad que leia palmas y sufria trances en los arrabales de Richmond, Virginia.

Y sucedio asi que las vaqueras del Rosa de Goma fueron absueltas de toda acusacion. Volvieron en procesion a caballo, saliendo de Mottburg agitando triunfalmente sus sombreros a los pueblerinos, entre los que estaba la abuela Schriber, vitoreando.

Ya de vuelta en el rancho, se celebro una reunion. En el barracon, como en los viejos tiempos.

Big Red leyo a las vaqueras boletines de la Asociacion de Rodeo Femenino.

– El rodeo solo para chicas esta gozando del mejor periodo de crecimiento de su historia. En 1973 solo se celebraron cinco rodeos de chicas… este ano se celebraron once.

El boletin continuaba diciendo que Gail Petska, de veinticinco anos, de Tecumseh, Oklahoma, habia ganado diecinueve mil cuatrocientos cuarenta y ocho dolares en 1973, montando toros, lazando terneros, cabalgando y lazando cabras.

– Me propongo comer de ese pastel -proclamo Big Red-. Y quiero que todas vosotras considereis la posibilidad de venir conmigo. Trabajaremos en Texas, como las grullas chilladoras.

– El lazado de cabras es un deporte nuevo para mi -dijo Donna- pero con nuestra experiencia en el Rosa de Goma tiene que darsenos muy bien. Podeis contar conmigo, pero solo si me ayudais a acabar con los rodeos femeninos para que podamos competir otra vez con los hombres, en igualdad de condiciones, como debe ser.

– Exactamente lo que yo habia pensado -dijo Big Red-. Pero lo haremos poco a poco. Como nos dijo la Madre Peyote.

Siete vaqueras aceptaron trasladarse a Texas y participar en el circuito de rodeos. Kym y Linda habian decidido ya invernar en Florida, trabajando de camareras, y ahorrar dinero para alguna nueva aventura. Seis vaqueras decidieron darle una oportunidad a la universidad, entre ellas Mary, que queria estudiar arqueologia para contrastar su fe cristiana con los datos historicos. Algunas de las vaqueras decidieron pasar un tiempo probando diferentes estilos de vida… preparandose para la Cuarta Vision.

Fuera del barracon, habia dos hombres sentados en la valla del corral. Uno era un compinche de Elaine, un poeta de treinta y cinco anos, de San Francisco, que habia estado haciendole visitas clandestinas a Elaine de vez en cuando desde que esta vivia en Dakota. El otro era un viejo amigo de Debbie, de los tiempos del avatar del acido atomico, un traficante de LSD reformado que se habia puesto a leer las obras completas de Albert Einstein y estaba aprendiendo a pensar (no a razonar sino a pensar). Elaine y su compinche y Debbie y el suyo, querian dirigir el rancho juntos. Planeaban cultivar girasoles y vender las semillas.

Se acepto la propuesta. Se confiaria el rancho a Elaine y a Debbie, pero continuaria siendo refugio permanente de las veintiseis vaqueras, por si alguna necesitase alguna vez un lugar seguro donde apartarse de las pedradas y flechazos que pudiesen caer sobre ellas.

Por ultimo, las mujeres decidieron por votacion cambiar el nombre del Rosa de Goma por El Rancho Jellybean. Y asi es como se le conoce actualmente.

Y una cosa mas. Heather queria saber quien habia robado la fotografia de Dale Evans del cagadero.

119

UNA MANANA, LOS perrillos de la pradera se asomaron a las puertas de sus sotanos y vieron que el veranillo de San Martin se habia largado. Ni siquiera habia dejado una nota de despedida. Los perrillos de la pradera se encogieron de hombros, tiritaron y se metieron otra vez en sus sotanos, con la esperanza de quedarse dormidos antes de que el invierno empezase a patear en el piso de arriba con sus botas de clavos. Ese mismo dia, se largo

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