Yasutaka Tsutsui
Mujer de pie
Traducido por Elvio E. Gandolfo en:
El gusto del pueblo japones por las antiguas leyendas fantasticas y los cuentos macabros preparo el terreno para la aceptacion masiva de la ciencia ficcion, que hizo su verdadera entrada en el pais luego de la Segunda Guerra Mundial..Entre los antecedentes se cuentan las numerosas traducciones de obras de Veme, Mary Shelley y otros autores en la segunda mitad del siglo XIX, cuando Japon abre sus fronteras a Occidente luego de mas de dos siglos de aislamiento.
Entre los primeros autores, por lo general imitadores de Jules Veme, se encuentra Shunro Oshikawa (1877- 1914), autor de la novela Acorazado submarino (1900).
En la decada del 50 varios factores se combinaron para imponer triunfalmente el genero:!a vasta cantidad de libros de bolsillo de ciencia ficcion dejados atras por las tropas estadounidenses al retirarse; el impacto, brutal por lo brusco, de la tecnologia; el gusto del pueblo japones por lo novedoso. Pronto aparecieron antologias de traducciones de las principales revistas norteamericanas, hasta alcanzar el nivel de difusion actual: cinco revistas mensuales cuyo tiraje combinado alcanza varios centenares de miles de ejemplares, y una coleccion editada por la firma Hayakawa SF Series que ha traducido 318 volumenes entre 1957 y 1974. Estas cifras, unidas a la produccion de innumerables series televisivas, filmes y productos de jugueteria relacionados por lo general con la robotica y los monstruos de carton piedra, convierten a Japon en el segundo mercado mundial para la ciencia ficcion, superado solo por Estados Unidos.
Entre los autores mas populares se encuentra Sakio Komatsu, autor de El hundimiento del Japon, novela que explota el temor basico a los terremotos (asi como gran parte de los films, historietas o relatos abundan en monstruos provocados por experimentos atomicos). Una corriente menos popular pero de mayor calidad literaria tiene como principal representante a Kobo Abe, autor de sutiles cuentos fantasticos y de ciencia ficcion, que en mas de una ocasion recuerdan la parsimonia de Kafka. Dentro de esta corriente se inscribe Yasutaka Tsutsui, el autor del presente relato Mujer de pie.
Me quede levantado toda la noche y al fin termine un cuento de cuarenta paginas. Era una obra trivial, de entretenimiento, incapaz de hacer bien o mal.
'En esta epoca uno no puede escribir cuentos que hagan bien o mal; es inevitable', me dije mientras aseguraba el manuscrito con un clip y lo metia en un sobre.
En cuanto a si hay en mi materia prima para escribir cuentos que puedan hacer bien o mal, hago todo lo posible por no pensar en eso. Si me pusiera a pensar en eso, tal vez quisiera intentarlo.
El sol de la manana me hirio los ojos cuando me puse los zuecos de madera y abandone la casa con el sobre. Como aun faltaba un tiempo para que llegara el primer camion postal, dirigi mis pasos hacia el parque. Por la manana no vienen ninos a este parque, un simple cuadrado de ochenta metros en medio de un barrio residencial apinado. Aqui se esta tranquilo. Asi que siempre incluyo el parque en mi caminata matutina. Hoy dia hasta el escaso verde suministrado por diez o doce arboles es invalorable en la megalopolis.
El camion de fertilizante liquido acababa de pasar cuando llegue al parque; el suelo estaba humedo y habia un tenue olor a cloro. El caballero mayor a quien veia a menudo estaba sentado en el banco cercano al perrogajo, alimentando el poste color ante con lo que parecia carne picada. Por lo comun los perrogajos tienen un apetito excelente. Tal vez el fertilizante liquido, absorbido por las raices bien hundidas en el suelo y que sube a traves de las patas, deja algo que desear.
Comen cualquier cosa que uno les de.
– ?Le trajo algo? Hoy sali apurado. Olvide traer mi pan -le dije al hombre mayor.
Se volvio hacia mi con ojos amables y una suave sonrisa.
– Ah, ?a usted tambien le gusta este muchacho?
– Si conteste, sentandome junto a el-. Se parece como una gota de agua a un perro que yo tenia.
El perrogajo alzo hacia mi una mirada de ojos grandes, negros, y meneo la cola.
– En realidad, yo tambien tenia un perro parecido a este muchacho -dijo el hombre, rascando el pelo del cuello del perrogajo-. Lo convirtieron en perrogajo a los tres anos. ?No lo ha visto? Entre la lenceria y la tienda de articulos de cine, sobre la costanera. ?No vio alli un perrogajo que se parece a este muchacho?
Asenti con un movimiento de cabeza, agregando:
– ?Asi que ese era suyo?
– Si, era nuestro favorito. Se llamaba Hachi. Ahora esta vegetalizado por completo. Un hermoso perrarbol.
– Ahora que lo dice, se parece mucho a este muchacho. Tal vez provenian de la misma raza.
– ?Y su perro? -pregunto el hombre mayor-. ?Donde esta plantado?
– Nuestro perro se llamaba Buff -conteste, sacudiendo la cabeza-. Lo plantaron junto a la entrada del cementerio que esta a las afueras de la ciudad. Pobrecito, murio apenas lo plantaron. Los camiones de fertilizante no van por alli con mucha frecuencia, y quedaba tan lejos que yo no podia llevarle de comer todos los dias. Tal vez lo plantaron mal. Murio antes de convertirse en arbol.
– ?Lo arrancaron entonces?
– No. Por suerte en esa zona no importa demasiado que huela o no, asi que lo dejaron alli y se seco. Ahora es un esquelegajo. Me entere de que es un material esplendido para las clases de ciencias de la escuela primaria cercana.
– Que maravilla.
El hombre mayor acaricio la cabeza del perrogajo.
– Me pregunto como llamaban a este muchacho antes de que se convirtiera en perrogajo.
– Prohibido llamar aun perrogajo por su nombre original -dije-. ?No es una ley extrana?
El hombre me miro con ojos penetrantes, despues contesto con tono casual:
– ?Acaso no se limitaron a extender a los perros las leyes que tenian que ver con las personas? Por eso pierden el nombre cuando se transforman en perrogajos -asintio mientras rascaba la mandibula del perrogajo-. No solo los nombres antiguos: uno tampoco puede darles un nombre nuevo. Porque no hay nombres propios para las plantas.
Miro mi sobre, que tenia las palabras MANUSCRITO ADJUNTO.
– Disculpe -dijo-. ?Usted es escritor?
Me senti un poco embarazado.
– Bueno, si. Hago algunas cositas triviales.
Despues de mirarme con atencion, el hombre siguio acariciando la cabeza del perrogajo.
– Yo tambien acostumbraba escribir algo.
Logre reprimir una sonrisa.
– ?Cuantos anos hace que deje de escribir? Parecen muchos.
Mire el perfil del hombre. Ahora que el lo decia, era un rostro que me parecia haber visto antes en alguna parte.
Empece a preguntarle el nombre, vacile, y me quede en silencio.
El hombre mayor dijo bruscamente:
– El mundo se ha vuelto dificil para escribir.
Baje los ojos, avergonzado de mi mismo, que aun seguia escribiendo en semejante mundo.