como directora de publicidad y ventas, y el senor De Witt y el senor Dauntsey anadiran contratos y derechos a sus responsabilidades editoriales. Hemos contratado a Virginia Scott-Headley, de Herne & Illingworth, como relaciones publicas; es una profesional muy competente y con una gran experiencia, y tambien se encargara de hacer frente a la avalancha de preguntas sobre la muerte de mi hermano que estamos recibiendo tanto por parte de periodistas como de personas de fuera de la empresa. Hasta el momento, George lo ha venido resolviendo magnificamente, pero cuando llegue la senorita Scott-Headley todas esas llamadas le seran dirigidas a ella. No creo que sea necesario decir nada mas, salvo que la Peverell Press es la editorial independiente mas antigua del pais y que todos los socios estamos decididos a que sobreviva y prospere. Eso es todo. Gracias por su asistencia. ?Alguna pregunta?

Se produjo un silencio azorado durante el cual parecio que la gente hacia acopio de valor para hablar. La senorita Claudia lo aprovecho para levantarse de la mesa y encabezar rapidamente la retirada.

Al cabo de un rato, en la cocina, mientras preparaba el cafe de la senorita Blackett, la senora Demery se mostro mas locuaz.

– No hay ninguno que tenga ni idea de lo que se ha de hacer. Eso ha quedado bien claro. El senor Gerard podia ser todo un hijoputa, pero al menos sabia lo queria y como conseguirlo. No venderan Innocent House, la senorita Peverell ya se ha encargado de eso, supongo, y el senor De Witt la habra apoyado. Pero, si no venden la casa, ?como piensan mantenerla? Dimelo tu, a ver. Los que tengan un poco de sentido comun, ya pueden empezar a buscar otro empleo por ahi.

Luego, sola en el despacho, mientras ordenaba su escritorio, Mandy penso en como se notaban esos sesenta minutos de mas. Innocent House daba la impresion de haberse vaciado de pronto. Mientras subia por la escalera hacia el vestuario de senoras del primer piso, donde iba a cambiarse, sus pisadas resonaban fantasmagoricamente sobre el marmol como si una persona invisible la siguiera a escasa distancia. Cuando se detuvo en el rellano para asomarse por la barandilla, vio brillar los dos globos de luz al pie de la escalera como dos lunas flotantes en un salon que ahora parecia cavernoso y misterioso. Se cambio a toda prisa; embutio dentro de la bolsa la ropa que llevaba puesta, se paso por la cabeza una falda corta hecha de muchas capas de retazos de algodon y una camiseta a juego, y se calzo las altas y relucientes botas. Quiza fuera una pena ponerselas para ir en moto, pero eran bastante resistentes y resultaba mas facil que llevarlas en la maleta.

?Que silencio habia! Incluso el deposito del inodoro rugio como un alud al vaciarse. Fue un alivio ver a George, con el abrigo puesto y el viejo sombrero de tweed en la cabeza, sentado aun tras el mostrador de recepcion mientras guardaba en la caja de seguridad tres paquetes que vendrian a recoger al dia siguiente. El bromista malintencionado no habia vuelto a actuar desde el asesinato, pero las precauciones se mantenian en vigor.

Mandy le pregunto:

– ?No es curioso el silencio que hay cuando se han ido todos? ?Soy la ultima?

– Solo quedamos la senorita Claudia y yo. Y yo me marcho ahora mismo. La senorita Claudia conectara las alarmas.

Salieron juntos, y George se aseguro de dejar la puerta cerrada a sus espaldas. Durante todo el dia habia caido una lluvia intensa e incesante que danzaba sobre el patio de marmol, chorreaba por las ventanas y casi impedia ver la crecida masa gris del rio. Pero hacia poco que habia cesado de llover y, bajo el resplandor de las luces traseras del coche de George, los adoquines de Innocent Passage brillaban como castanas recien peladas. En el aire soplaba la primera mordedura del invierno. A Mandy empezo a gotearle la nariz, y hundio la mano en la bolsa para sacar un panuelo y la bufanda. Antes de subir a la moto espero a que George, con exasperante lentitud, sacara su viejo Metro al pasaje en marcha atras. Tras un instante de vacilacion, la muchacha corrio a darle la senal de que no venia nadie por Innocent Walk. Nunca venia nadie, pero George salia invariablemente en marcha atras como si aquella maniobra fuera su diaria partida de dados con la muerte. Cuando George acelero hasta perderse de vista, despues de hacerle un gesto de despedida y agradecimiento, ella se dijo que al menos el hombre ya no tendria que preocuparse por su empleo y se alegro por el. La senora Demery le habia contado que se rumoreaba que el senor Gerard tenia intencion de despedirlo.

Mandy avanzo serpenteando por entre el trafico vespertino con su acostumbrada habilidad y un desden jovial hacia los gritos ocasionales de algun que otro conductor ofendido. Habian transcurrido poco mas de treinta minutos cuando vio ante si la fachada del White Horse, una imitacion del estilo Tudor, festoneada con luces de colores. Se alzaba algo apartada de la calle, en un solar de unos cien metros donde las hileras de casas suburbanas cedian su lugar a una franja de arbustos y matorrales al borde del bosque de Epping. El patio delantero ya estaba completamente lleno de coches, entre los que distinguio la camioneta del conjunto y el Fiesta de Maureen. Mandy llevo lentamente la moto hasta el aparcamiento de la parte posterior, mas pequeno, y tras coger la bolsa de la maleta se abrio paso por el corredor que conducia a los aseos de senoras, donde se unio al bullicioso caos de muchachas que colgaban los abrigos y se cambiaban de zapatos bajo un cartel que les recordaba que ellas eran las responsables de sus pertenencias. Todas hacian cola para ocupar uno de los cuatro cubiculos y esparcian sus trastos de maquillaje sobre el estrecho estante que se extendia bajo un largo espejo. Fue entonces, despues de hacerse con un lugar ante el espejo y mientras registraba la bolsa en busca del neceser de plastico donde llevaba su maquillaje, cuando Mandy se dio cuenta de algo que le hizo dar un vuelco al corazon: le faltaba el monedero, el monedero de piel negra que servia tambien de cartera y contenia su dinero, su unica tarjeta de credito y la tarjeta del cajero automatico, preciados simbolos de su situacion economica, asi como la llave Yale de casa. Sus ruidosas exclamaciones de desaliento atrajeron la atencion de Maureen, que interrumpio su cuidadosa aplicacion de eye-liner.

– Vacia la bolsa. Es lo que yo hago siempre -le aconsejo. Acto seguido reanudo la tarea de pintarse los ojos de negro sin la menor preocupacion.

– Para lo que a ella le importa -mascullo Mandy.

Despues de apartar los productos de maquillaje de Maureen a un lado, volco el contenido de la bolsa. Pero el monedero no estaba. Y entonces se acordo. Debia de haberse enredado con la bufanda y el panuelo, cuando los saco de la bolsa a la salida de Innocent House. Seguramente aun estaria alli, tirado sobre los adoquines. Tendria que volver a buscarlo. El unico consuelo era que no habia muchas posibilidades de que lo hubiera encontrado nadie: Innocent Walk, e Innocent Lane en particular, siempre estaban desiertos despues de oscurecer. Se perderia la cena, pero, con suerte, no mas de media hora de la actuacion.

Y entonces se le ocurrio una idea. Podia llamar por telefono al senor Dauntsey o a la senorita Peverell. Asi al menos sabria si el monedero estaba alli. Quiza pensaran que era una frescura por su parte, pero Mandy confiaba en que a ninguno de los dos le importase demasiado. Habia trabajado muy poco para el senor Dauntsey y la senorita Peverell, pero cuando habia hecho algo siempre le habia parecido que se lo agradecian; ademas, la trataban con mucha correccion. Solo les costaria un minuto ir a mirar; no tenian que andar mas que unos cuantos metros. Y no era lo mismo que si aun siguiera lloviendo. Lo de la llave era una lata. Si el monedero estaba alli, cuando terminara la actuacion seria demasiado tarde para ir a recogerlo. Si Maureen no tenia otros planes para la noche, volveria a casa con ella; de lo contrario, no le quedaria mas remedio que despertar a Shirl o a Pete. Pero no podian quejarse: ?cuantas veces la habian despertado a ella para que les abriera la puerta?

Perdio un poco de tiempo mientras engatusaba a Maureen para que le diera las monedas necesarias para la llamada y esperaba que una de las dos cabinas quedara libre, y un minuto mas cuando descubrio que el listin que necesitaba estaba en la otra cabina. Llamo primero a la senorita Peverell, pero le respondio el mensaje del contestador, grabado por la senorita Peverell con voz queda, casi en tono de disculpa. Habia muy poco sitio para manejar el listin, que se le cayo al suelo con un golpe sordo. Fuera de la cabina, dos hombres gesticularon con impaciencia. Bien, pues tendrian que esperar: si el senor Dauntsey estaba en casa, no pensaba colgar hasta que le dijera si habia dado con su monedero. Encontro el numero y lo marco. No hubo respuesta. Dejo que sonara el timbre hasta mucho despues de haber perdido la esperanza, pero al fin tuvo que colgar. Ya no le quedaba otra alternativa. No podia soportar la idea de pasarse la velada y la noche en vilo. Tenia que volver a Innocent House.

Esta vez circulaba contra la corriente principal del trafico, pero apenas si se dio cuenta de las incidencias del trayecto: su mente era un revoltillo de ansiedad, impaciencia e irritacion. A Maureen no le habria costado nada llevarla a Wapping en el Fiesta, pero ?cuando se habia visto que Maureen dejara pasar la ocasion de una cena? Mandy tambien empezaba a sentirse hambrienta, pero se dijo que, con suerte, tendria tiempo de pedir un bocadillo en la barra antes de la actuacion.

Innocent Walk estaba, como de costumbre, desierto. La parte posterior de Innocent House se erguia como un

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