desaparezca.
Al cabo de un silencio, Raphael dijo:
– No sere un mal sacerdote, padre.
El padre Martin, el menos efusivo de los hombres, le poso una mano sobre el hombro.
– No -convino-. Creo que seras bueno.
Luego contemplaron en silencio el fuego que se consumia y una ultima y fragil voluta de humo blanco que flotaba hacia el mar.
P. D. James
Вы читаете Muerte En El Seminario