ambicioso, un restaurante de primera clase, no un salon de te, que atraera clientes de la periferia del condado y mas alla. Dean es un chef excelente. No lo vas a retener si no le ofreces la posibilidad de desplegar sus habilidades. Ahora que Kimberley esta felizmente embarazada, nunca habia visto a Dean tan contento y satisfecho mientras me ayuda a organizar un restaurante que podra sentir como propio. Y el nino no sera ningun problema. La Mansion necesita un nino.

Chandler-Powell se puso en pie y estiro los brazos por encima de la cabeza.

– Vamos a pasear por las piedras -dijo-. Hace demasiado buen dia para estar aqui sentados.

Se pusieron las chaquetas en silencio y salieron por la puerta oeste. Ya habia sido demolida la suite de operaciones, y el material medico que quedaba habia sido retirado.

– Tendras que decidir que quieres hacer con el ala oeste -dijo Helena.

– Dejaremos las suites tal como estan. Si necesitamos mas personal, seran de utilidad. Te alegra que la clinica haya desaparecido, ?verdad? Nunca te gusto la idea.

– ?Tanto se me notaba? Lo siento, pero siempre fue una anomalia. No era propio de este lugar.

– Y dentro de cien anos habra caido en el olvido.

– Lo dudo. Sera parte de la historia de la Mansion. Y no creo que nadie olvide nunca a tu ultima paciente privada.

– Candace me aviso -dijo el-. Nunca la quiso tener aqui. Si yo la hubiera operado en Londres, ella no habria muerto y nuestras vidas serian diferentes.

– Diferentes pero no forzosamente mejores -dijo Helena-. ?Te creiste la confesion de Candace?

– La primera parte, la del asesinato de Rhoda, si.

– ?Asesinato u homicidio involuntario?

– Creo que perdio los estribos, pero no fue amenazada ni provocada. Me parece que un jurado habria emitido un veredicto de asesinato.

– Eso si el caso hubiera llegado a un tribunal -dijo ella-. El comandante Dalgliesh no tenia suficientes pruebas para detener a nadie.

– Creo que estaba cerca.

– Entonces corria un riesgo. ?Que pruebas tenia? No habia informe forense. Podia haberlo hecho cualquiera de nosotros. Sin la agresion contra Sharon y la confesion de Candace, el caso no se habria resuelto nunca.

– Si es que se ha resuelto, naturalmente.

– ?Crees posible que ella mintiera para proteger a alguien? -dijo Helena.

– No, esto es absurdo, ?y por quien lo haria salvo por su hermano? No, mato a Rhoda Gradwyn y creo que intento matar tambien a Robin Boyton. Eso lo admitio.

– Pero ?por que? ?Que sabia o imaginaba el que lo convirtiera en alguien tan peligroso? Antes de agredir a Sharon, ?estaba ella realmente en peligro? Si hubiera sido acusada de asesinar a Gradwyn y Boyton, cualquier abogado competente habria podido convencer al jurado de que habia una duda razonable. Lo que demostro su culpabilidad fue el ataque a Sharon. Entonces, ?por que lo hizo? Dijo que porque Sharon la habia visto salir de la Mansion aquel viernes por la noche. Pero ?por que no mentir sobre ello? ?Quien creeria la historia de Sharon si Candace la negaba? Y esa forma de agredir a Sharon… ?Como llego a imaginar que se saldria con la suya?

– Creo que Candace ya estaba harta. Queria poner punto final -dijo George.

– ?Punto final a que? ?A la sospecha y la incertidumbre constantes? ?Al riesgo de que alguien quiza creyera que su hermano era el responsable? ?O queria limpiar el nombre del resto de nosotros? No parece probable.

– A si misma. Creo que para ella ya no valia la pena vivir en su mundo.

– Todos sentimos esto a veces -dijo Helena.

– Pero luego no pasa nada, no es real, sabemos que no es real. Para poder sentir esto, yo tendria que sufrir un dolor continuo e insoportable, ver que me falla la cabeza, que pierdo mi independencia, mi trabajo.

– Creo que a Candace le fallaba la cabeza, que sabia que estaba loca. Vamos al circulo de piedras. Esta muerta, y ahora todo lo que siento por ella es lastima.

– ?Lastima? -De repente George hablo con voz aspera-. Pues yo no siento lastima. Mato a mi paciente. Hice un buen trabajo con aquella cicatriz.

Ella lo miro y luego se volvio, pero en esa mirada fugaz el habia captado algo inquietantemente proximo a una mezcla de sorpresa y complicidad divertida.

– La ultima paciente privada de la Mansion -dijo Helena-. Bueno, sin duda lo era. Privada. ?Que sabiamos los demas sobre ella? ?Que sabias tu?

– Solo que queria librarse de la cicatriz porque ya no la necesitaba.

Echaron a andar uno al lado del otro por la senda de los limeros. Los brotes se habian abierto y los arboles exhibian el primer verdor transitorio de la primavera.

– Los planes para el restaurante… -dijo Chandler-Powell-, claro, todo depende de si estas dispuesta a quedarte.

– Necesitaras a alguien que se haga cargo. Llamalo administrador, organizador general, encargado o secretaria. Basicamente las funciones no seran muy distintas. Desde luego puedo quedarme hasta que encuentres a la persona adecuada.

Caminaban en silencio. De pronto, sin pararse, el dijo:

– Yo pensaba en algo mas permanente, mas exigente, supongo. Tu quiza diras menos atractivo, al menos para ti. Para mi ha sido algo demasiado importante para exponerme a un desengano. Por eso no he hablado antes. Te estoy pidiendo que te cases conmigo. Creo que juntos podemos ser felices.

– No has pronunciado la palabra amor, muy honesto de tu parte.

– Supongo que es porque nunca he sabido realmente que significaba. Cuando me case con Selina creia que estaba enamorado de ella. Fue una especie de locura. Me gustas. Te respeto y te admiro. Llevamos mas de dos anos trabajando juntos. Quiero hacer el amor contigo, como querria cualquier hombre heterosexual. Cuando estoy contigo nunca me siento aburrido ni irritado, compartimos la misma pasion por la casa, y cuando regreso y tu no estas siento una desazon dificil de explicar. En cierto modo es como advertir la ausencia de algo, echar en falta algo.

– ?En la casa?

– No, en mi mismo. -De nuevo se hizo el silencio. Luego el pregunto-: ?Se puede llamar amor a eso? ?Es suficiente? Para mi si, ?y para ti? ?Necesitas tiempo para pensarlo?

Ella se volvio hacia el.

– Pedir tiempo seria hacer teatro. Es suficiente.

No la toco. Se sentia un hombre lleno de energia, pero pisaba un terreno delicado. No debia mostrarse torpe. Ella podria despreciarlo si el hacia lo obvio, lo que queria hacer, estrecharla entre sus brazos. Se quedaron de pie mirandose. Luego el dijo con calma:

– Gracias.

Habian llegado a las piedras.

– Cuando era nina -dijo ella-, soliamos andar alrededor del circulo y dar un ligero puntapie a cada piedra. Para tener buena suerte.

– Pues quiza deberiamos hacerlo ahora.

Caminaron juntos alrededor. El fue dando sucesivamente suaves puntapies.

Ya de nuevo en la senda de los limeros, George dijo:

– ?Y que hay de Lettie? ?Quieres que se quede?

– Si le apetece. Francamente, al principio seria dificil sin ella. Pero no querra vivir en la Mansion una vez nos hayamos casado, y tampoco nos convendria. Podriamos ofrecerle la Casa de Piedra cuando la hayamos limpiado y pintado de nuevo. A Lettie le gustaria participar en eso, desde luego. Tambien le encantaria hacer algo con el jardin.

– Podriamos proponerle que se quede la casa. O sea, legalmente, cedersela. De lo contrario, con la fama que tiene seria dificil venderla. Asi ella tendria cierta seguridad en su vejez. ?Quien podria querer la casa? ?La querra la misma Lettie? Parece oler a asesinato, desdicha, muerte.

– Lettie tiene sus defensas contra esas cosas -dijo Helena-. Creo que estaria contenta en la Casa de Piedra, pero no la querria como regalo. Seguro que preferiria comprarla.

– ?Podria permitirselo?

– Creo que si. Siempre ha sido muy ahorradora. Y la casa seria barata. Al fin y al cabo, como has dicho, con

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