– Siento decirte, Kate, que las recientes investigaciones demuestran que pasear con toda seguridad tiene poco que ver con el nivel de labor policial. ?Por que no lees ese folleto que hay en la biblioteca, «Labor policial en la ciudad: una solucion socialista»? Pero si esta es tu opcion, naturalmente haremos cuanto podamos para ayudarte. ?Y donde deseas situarte? ?En el Departamento de Menores?

– No. Deseo ser detective.

Y habia sentido la tentacion de anadir con malicia: «Y tambien la primera mujer que este al frente de una comisaria». Sin embargo, supo despues que esto era tan irreal como la posibilidad de que una recluta de las fuerzas femeninas del ejercito llegar a mandar la Caballeria Real. Las ambiciones, si se queria saborearlas, y no digamos satisfacerlas, habian de arraigar en la posibilidad. Incluso sus fantasias infantiles habian estado ancladas en la realidad. El padre perdido reaparecia, afectuoso, prospero y arrepentido, pero jamas espero de el que se apeara de un Rolls-Royce. Y al final no se habia presentado, y ella supo que en realidad jamas habia esperado que lo hiciera.

No se oia el menor rumor en la sala de estar y, cuando entro en ella con la bandeja del cafe, vio que Carole se habia sentado en una silla, muy erguida y mirando sus manos cruzadas. Kate deposito la bandeja y en seguida Carole vertio leche en su taza y a continuacion la levanto con las dos manos y bebio con avidez agazapada en su silla como si fuera una anciana acuciada por el hambre.

Era extrano, penso Kate, que la joven pareciera mas desesperada, poseedora de menos control sobre si misma, que en su primer encuentro, cuando charlaron brevemente en su cocina. Se pregunto que podia haber ocurrido para obligarla a traicionar la confianza de Berowne, para instigar tanta amargura y tanto rencor. ?Se habria enterado de que no se la mencionaba en el testamento de el? Sin embargo, seguramente era esto lo que ella esperaba. Pero tal vez esto importara mas de lo que ella pudiera haber creido, esa confirmacion publica y definitiva de que siempre habia ocupado tan solo un lugar en la periferia de la vida de el, oficialmente no existente despues de la muerte como lo habia sido en los anos que pasaron juntos. Ella pensaba que le era indispensable, que el habia encontrado con ella en aquel apartamento sencillo, pocas veces visitado, un foco tranquilo de plenitud y de paz. Y tal vez hubiera sido asi, al menos durante unas pocas horas arrebatadas a su tiempo. Sin embargo, ella no habia sido indispensable para el; no lo habia sido nadie. El habia organizado a la gente en compartimientos, tal como lo habia hecho con el resto de su vida extraordinariamente reglamentada, archivando a cada persona en los recovecos de su mente hasta el momento de necesitar lo que cada una pudiera ofrecerle. No obstante, se pregunto Kate a si misma, ?es eso tan diferente de lo que yo hago con Allan?

Se sabia incapaz de decidirse a preguntar a la joven lo que la habia inducido a ese encuentro con ella, y en realidad la cosa no tenia importancia para la investigacion. Lo que era importante era el hecho de que se hubiera quebrantado la confidencia de Berowne, y que con ello el motivo de Lampart se viera enormemente reforzado. Pero ?adonde los llevaba esto en realidad? Una buena prueba, solida y de presencia fisica, valia por una docena de motivos. Volvian a la ya antigua pregunta: ?pudieron haber tenido realmente, Lampart y Barbara Berowne el tiempo necesario? Alguien, Berowne o su asesino, habia utilizado el fregadero de Saint Matthew a las ocho. Tres personas habian visto salir el agua y a ninguna de ellas se la podia contradecir. Por tanto, o Berowne vivia todavia a las ocho, o el asesino se encontraba aun en aquel lugar. De una o de otra manera, era dificil dictaminar como pudo Lampart llegar en coche al Black Swan a las ocho y media.

Cuando termino su cafe, Carole logro sonreir debilmente y dijo:

– Gracias. Ahora sera mejor que me marche. Supongo que deseara todo esto por escrito.

– Nos interesara tener una declaracion. Puede telefonear al puesto de policia de Harrow Road, donde disponen de una habitacion para tomarla, o bien venir al Yard.

– Ire a Harrow Road. ?Haran alli mas preguntas?

– Es posible, pero no creo que la retengan mucho tiempo.

Junto a la puerta, permanecieron un momento mirandose las dos. De pronto, Kate penso que Carole iba a dar un paso hacia adelante y caer en sus brazos, y supo que, a pesar de su poca practica, sus brazos podian ser capaces incluso de sostener y consolar, y que tal vez consiguiera encontrar las palabras adecuadas. Pero ese momento paso y Kate se dijo a si misma que el pensamiento habia sido tan embarazoso como ridiculo. Apenas estuvo sola, llamo a Dalgliesh, procurando eliminar toda nota triunfal de su voz:

– Ha venido, senor. No hay nuevas pruebas fisicas, pero ha reforzado el motivo de uno de los sospechosos. Creo que usted querra ir a Hampstead.

El pregunto:

– ?Desde donde me llama? ?Desde su apartamento?

– Si, senor.

– Llegare dentro de media hora.

Pero aun no habia transcurrido este tiempo cuando sono el timbre del interfono. Dalgliesh dijo:

– He aparcado algo mas arriba, en Lansdowne Road. ?Puede bajar ahora?

No sugirio si podia subir el, pero ella tampoco lo esperaba. Ningun otro jefe era mas escrupuloso en lo que se referia a respetar la intimidad de sus subordinados. Kate se dijo que, en el, esto apenas debia considerarse como virtud, ya que tambien se mostraba escrupulosamente cuidadoso en cuanto a proteger la suya. Mientras bajaba en el ascensor se le ocurrio que, cuanto mas era lo que sabia sobre Berowne, mas se parecia este a Dalgliesh, y sintio cierta irritacion contra los dos. La estaba esperando un hombre que tambien podia causar aquel dolor extremo a una mujer lo suficientemente imprudente para amarlo. Se dijo a si misma que se alegraba de que esta tentacion, al menos, la tuviera totalmente controlada.

IV

Stephen Lampart dijo:

– No es verdad. Theresa Nolan sufria un trastorno psicologico o bien, si prefieren que lo diga sin rodeos, estaba lo bastante loca como para quitarse la vida. Nada de lo que escribiera antes del suicidio cuenta como prueba fiable, incluso en el caso de que tuvieran ustedes esa supuesta carta, que supongo no tienen. Quiero decir que, si la carta estuviera realmente en su poder, es seguro que ahora me la estaria pasando por delante de mi cara. Usted se basa en una informacion de tercera mano y los dos sabemos lo que puede valer eso delante de un tribunal, o en cualquier otro lugar.

Dalgliesh repuso:

– ?Me esta diciendo que la historia de la joven es falsa?

– Seamos caritativos y digamos que es erronea. Era una chica solitaria, abrumada por la culpabilidad, en particular en lo referente al sexo, deprimida, perdido todo contacto con la realidad. Hay un informe psiquiatrico en su archivo medico que, desprovisto del lexico tecnico, dice exactamente esto. Y tambien cabe argumentar que ella mentia deliberadamente. Ella o Berowne. Ninguno de los dos era un testigo particularmente fiable. Por otra parte, ambos han muerto. Y si esto equivale a adjudicarme un motivo, es absurdo. Se acerca tambien a la calumnia, y yo se como enfrentarme a ella.

Dalgliesh dijo:

– Como supo usted enfrentarse a la difamacion. Sin embargo, no es tan facil arruinar a un oficial de la policia que efectua una investigacion por asesinato.

– Financieramente no, tal vez. Los tribunales suelen mostrarse ridiculamente indulgentes con la policia.

La enfermera que les recibio en Pembroke Lodge les dijo:

– El doctor Lampart esta acabando una operacion. Les ruego que me sigan.

Y les acompano hasta una habitacion contigua al quirofano.

Lampart se reunio con ellos casi en seguida, quitandose su gorro de color verde y los guantes de goma. La habitacion era pequena, clinica, al parecer llena de instalaciones de agua corriente y del rumor de los pies que se movian en la sala vecina, de voces confidenciales sobre el cuerpo inconsciente de una paciente. Era un lugar temporal, una habitacion para conversaciones rapidas de tema clinico, no para confidencias. Dalgliesh se pregunto si aquella situacion habia sido deliberada, una manera de demostrar el sutil poder de su categoria profesional, de recordar a la policia que habia mas de un tipo de autoridad. No creia que Lampart hubiera sentido temor ante aquella entrevista, aunque hubiera juzgado prudente celebrarla en su propio terreno. No habia mostrado el menor signo de aprension. Despues de todo, habia disfrutado del poder, cierta clase de poder, durante el tiempo

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