– ?Y tu que les dijiste?
– Que habia visto a Theresa Nolan dos veces, una cuando fui a ver a la abuela, que estaba enferma, y otra vez en aquella cena, y que nunca habia visto a Diana. ?No era eso lo que tu esperabas que dijera?
El contesto:
– Vayamos a visitar a Pelirrojo.
Pelirrojo, asi llamado por el color de los restos de su cabello, era el cadaver de un hombre predinastico, momificado por las calientes arenas del desierto tres mil anos antes de Cristo. Ivor siempre se habia sentido intrigado por el y nunca abandonaban el museo sin efectuar esta visita casi ritual. Ahora, ella contemplo aquel cuerpo emaciado acurrucado sobre su costado izquierdo, la patetica coleccion de vasijas que habian contenido los alimentos y la bebida para alimentar su espiritu en su largo viaje a traves del mas alla, la lanza con la que se defenderia contra sus terrores espectrales hasta llegar a su paraiso egipcio. Tal vez, penso, si ese espiritu pudiera despertarse ahora y ver las luces brillantes, la enorme sala, las formas moviles del hombre del siglo xx, creeria haber llegado a el. Pero ella nunca habia podido compartir el placer que suscitaba con Igor aquel
– Vayamos a la Galeria Duveen. Quiero ver el friso del Partenon.
Se alejaron lentamente de alli. Mientras caminaban, con los ojos fijos en la guia abierta, ella dijo:
– Diana Travers. Tu me dijiste que no se la introdujo en Campden Hill Square para espiar la vida privada de papa. Dijiste que a ti solo te interesaba su tarea, averiguar lo que habia en el nuevo manual de opciones tacticas de la policia. Peque de ingenua. No se por que te crei. Pero eso fue lo que tu me dijiste.
– No necesito dedicar un miembro de la celula a abrillantar la plata de la familia Berowne para descubrir que dice el manual de opciones tacticas. Y a ella no se la metio alli para que espiara su vida privada, al menos no principalmente. La meti alli para hacerle creer que tenia una tarea que efectuar, que se confiaba en ella. Eso la mantenia ocupada mientras yo decidia que habia de hacerse con ella.
– ?Que quieres decir con eso? Ella era un miembro de la celula. Sustituyo a Rose cuando Rose volvio a Irlanda.
– Ella creia ser miembro, pero no lo era. No hay razon por la que no debas saberlo. Al fin y al cabo, esta muerta. Diana Travers era una espia de la Seccion Especial.
El la habia ensenado a no mirarle cuando estaban hablando y a mantener los ojos fijos en las piezas del museo, la guia, o directamente enfrente e ella, y esto ultimo fue lo que hizo ahora. Dijo:
– ?Por que no nos lo dijiste?
– Se dijo a cuatro de vosotros, no a toda la celula. Yo no le cuento todo a la celula.
Ella sabia, desde luego, que su filiacion a la Campana Revolucionaria de los Trabajadores era una tapadera para la Celula de los Trece, pero tambien la celula, al parecer, habia sido tan solo una tapadera para su gabinete interior privado. Como con una muneca rusa, se desatornillaba un envoltorio para encontrar otro alojado en su interior. Solo habia cuatro personas en las que hubiera confiado por completo y consultado, y ella no se contaba entre ellas. ?Habia confiado alguna vez el en ella, desde el principio?, se pregunto. Dijo:
– Aquella primera vez, cuando me telefoneaste hace casi cuatro anos y me pediste que sacara fotos de Brixton, ?formaba todo parte de un plan para reclutarme, para meter a la hija de un diputado conservador en la CRT?
– En parte. Yo sabia hacia donde se inclinaban tus simpatias politicas. Supuse que no habia de alegrarte mucho el segundo matrimonio de tu padre. Parecia un momento propicio para efectuar un tanteo. Despues, mi interes se hizo…, bien, simplemente mas personal.
– Pero ?hubo alguna vez amor?
Fruncio el ceno. Ella sabia cuanto odiaba cualquier intrusion de lo personal, lo sentimental. Contesto:
– Hubo, y todavia hay, un gran afecto, respeto, atraccion fisica. Puedes llamar a esto amor si quieres utilizar esa palabra.
– ?Y como lo llamas tu, Ivor?
– Yo lo llamo afecto, respeto, atraccion fisica.
Habian llegado a la Galeria Duveen. Sobre ellos caracoleaban los caballos del friso del Partenon, los guerreros desnudos con sus capas flotantes, los carros, los musicos, los ancianos y las doncellas que se dirigian a los dioses y diosas sentados. Pero ella contemplo esta maravilla con ojos que no veian. Pensaba: «Necesito saber. Necesito saberlo todo. Debo enfrentarme a la verdad». Dijo:
– ?Y fuiste tu quien envio aquel anonimo a papa y a la
El contesto:
– Una pequena e inofensiva travesura.
– ?Asi llamas tu a contribuir a desacreditar a hombres decentes? Y no solo a mi padre. Muchos de ellos de tu propio bando, hombres que han dado anos de sus vidas al movimiento laborista, una causa que se supone que tu apoyas.
– La decencia no entra en esto. Esto es una guerra. En las guerras pueden luchar hombres decentes, pero no son ellos quienes las ganan.
Se habia concentrado un pequeno grupo de visitantes. Se apartaron y echaron a andar lentamente por el lateral de la galeria. El dijo:
– Si trabajas organizando un grupo revolucionario, aunque sea reducido, y ellos han de esperar una accion real, un poder real, tu has de mantenerlos ocupados, alerta, darles la ilusion de que estan consiguiendo algo. No basta con hablar. Ha de haber accion. En parte, esto es un adiestramiento para el futuro, y en parte sirve para mantener la moral.
Ella dijo:
– A partir de ahora tendras que hacerlo sin mi.
– Me doy cuenta. Lo supe despues de haberte visto Dalgliesh. Pero espero que te quedes, al menos nominalmente, hasta que termine la Investigacion de este asesinato. No quiero decirles nada a los demas mientras Dalgliesh siga fisgoneando. Despues podras unirte al Partido Laborista. Alli te sentiras mas contenta. O al Socialdemocrata, claro. Elige tu misma, pues no hay diferencia. De todos modos, cuando llegues a los cuarenta anos ya seras conservadora.
Ella pregunto:
– ?Y todavia confias en mi? ?Me has dicho todo esto sabiendo que os quiero dejar?
– Claro. Te conozco. Has heredado el orgullo de tu padre. Tu no querrias que la gente dijera que tu amante te ha plantado y por tanto tu te vengas traicionandole. No querrias que tus amistades, incluso tu abuela, supieran que has conspirado contra tu padre. Podriamos decir que confio en tus decencias burguesas. Pero no existe apenas un riesgo. La celula se disolvera, volvera a formarse y se reunira en cualquier otro lugar. Ahora, ni siquiera esto es necesario.
Ella penso: «Este es otro aspecto de la lucha revolucionaria, enterarse de las decencias de la gente y utilizarlas contra ella». Dijo:
– Hay algo que aprendi de papa, algo de lo que no me di cuenta hasta que el murio. Procuraba ser bueno. Supongo que estas palabras no tienen ningun significado para ti.
– Significan algo. No estoy seguro de que esperas tu, exactamente, que signifiquen. Supongo que el trataba de comportarse de tal modo que no le incomodara un exceso de culpabilidad. Todos lo hacemos. En vista de su politica y su estilo de vida, no pudo resultarle facil. Tal vez al final dejara de intentarlo.
Ella repuso:
– Yo no hablaba de politica. No tenia nada que ver con la politica. Ya se que tu piensas que todo tiene que ver con ella, pero hay otro punto de vista. Hay un mundo en otra parte.
– Espero que seas feliz en el.
Estaban saliendo ahora de la galeria y ella sabia que esta seria la ultima vez que estarian los dos juntos alli. La sorprendio constatar cuan poco le importaba. Dijo:
– Pero en cuanto a Diana Travers, tu has dicho que la metiste en Campden Hill Square hasta decidir que habia de hacerse con ella. ?Y que hiciste? ?Ahogarla?