derecha era la Souk Khan El-Zeit, donde se vislumbraban pequenas panaderias, pastelerias y tiendas de comestibles, y la de la izquierda tenia un cartel que indicaba el hospicio Indiano y la puerta de las Flores. Consulto el mapa y tomo una decision; le interesaba la del centro, por lo que siguio avanzando hacia el sur. Paso por debajo de un edificio en arco sobre la calle y, en un ligero declive, se encontro con una nueva bifurcacion. En la esquina se alzaba el complejo del hospicio Austriaco y la callejuela que desembocaba alli, por la izquierda, tenia en una pared, en hebreo, arabe y latin, un nombre que lo hizo detenerse.
Via Dolorosa.
Tomas no era un hombre religioso, pero no pudo dejar de imaginar, en aquel instante, la figura de Jesus encorvada arrastrandose por aquella calle estrecha con una cruz a cuestas; el reo escoltado por legionarios romanos y con hilos de sangre que se le escurrian de la cabeza y goteaban en la piedra. La imagen era, en aquel sitio, un reflejo condicionado, casi un cliche; tantas veces habia visto reproducciones de aquel recorrido fatidico que, una vez llegado alli, al enfrentarse con el nombre de la Via Dolorosa en la pared de la calle, sus ojos fueron inundados por secuencias imaginadas de los hechos ocurridos dos mil anos atras.
El mapa le indicaba que tendria que atravesar toda la ciudad vieja por la larga callejuela que tenia por delante. Entro por la El-Wad, por donde momentaneamente zigzagueaba la Via Dolorosa, paso por el Yeshivat Torat Chaim y siguio avanzando, dejando atras la calle que Cristo recorriera en sus ultimas horas de vida. En la primera bifurcacion a la izquierda, soldados del Tsahal, el ejercito israeli, habian montado un puesto y controlaban el acceso al Bar Kuk, la estrecha calle que conducia al complejo sagrado de Haram El-Sharif y de la mezquita de Al Aqsa, impidiendo el paso a todos los no musulmanes; aparentemente, se celebraba alli una ceremonia religiosa islamica que nadie queria perturbar. Cenida por los edificios que la bordeaban y cruzando sucesivos tuneles y arcos, la El-Wad estaba protegida del sol; una brisa fresca la recorria de punta a punta, haciendo que Tomas se estremeciese de frio mientras hollaba su sombra a paso rapido, ignorando las multiples tiendas de toda clase, aunque lanzase fugaces miradas curiosas a los locales con vasijas de cobre y bronce amontonadas a la entrada. Despues de pasar por Hammam El-Ain se metio por la Rechov Hashalshelet en direccion al barrio armenio, al oeste, pero en la esquina del edificio Tashtamuriyya giro a la izquierda y entro en el barrio judio.
Algo muy diferente sustituyo aqui al murmullo de las callejas arabes; los espacios eran mas abiertos y tranquilos, casi bucolicos, y no se veia ni un alma, solo se oia el arrullo alegre de los pajaros y el rumor placido de los arboles con las copas sacudidas por el viento. El visitante identifico la calle Shonei Halakhot y busco el numero de la puerta. Junto al timbre brillaba una placa dorada, escrita en hebreo y con el titulo en ingles por debajo, en letras mas pequenas: «The Kabbalah Jewish Quarter Center». Pulso el boton negro y oyo un electrico «t» zumbando en el interior. Unos pasos se acercaban y la puerta se abrio; un chico joven, con gafas redondas y barba rala muy fina, lo miro interrogante.
Era evidente que no entendia ingles. El portugues lo miro con intensidad, cavilando sobre como resolver el problema.
– Pues…, Solomon…, eehh -titubeo intentando preguntar por el rabino con quien habia quedado en encontrarse-. ?Rabi Solomon Ben-Porat?
El joven anfitrion lo condujo a una salita pequena, decorada con sobriedad, solto un breve
Minutos despues, oyo voces que se acercaban y un hombre corpulento, robusto a pesar de aparentar casi setenta anos, aparecio en la puerta de la salita. Iba vestido con un
– Soy el profesor Tomas Noronha, de Lisboa.
– ?Ah, profesor Noronha! -exclamo efusivamente. Se dieron un vigoroso apreton de manos. Tomas noto que el rabino tenia una mano carnosa pero firme, que estuvo a punto de comprimir la suya-.
– ?Como?
– Mucho gusto en conocerlo -repitio ahora en ingles-. ?Ha tenido un buen viaje?
– Si, estupendo.
El rabino le hizo una sena para que lo acompanase y lo llevo por el pasillo a otra sala, parloteando sobre la maravilla que eran los aviones hoy en dia, fantasticos inventos que permitian viajar mas deprisa que la paloma de Noe. Caminaba con alguna dificultad, balanceando su enorme cuerpo en una y otra direccion, y su andar era tan lento que el trayecto se hizo largo. Al fondo del pasillo, entro en lo que parecia ser una biblioteca con una gran mesa de roble en el centro; invito a Tomas a sentarse en una de las sillas que habia junto a la mesa y el mismo ocupo otra silla en el lado opuesto.
– Esta es nuestra sala de reuniones -explico, con la voz ronca y tronante, con un acento gutural, arrastrando las «r» con su ingles con dejo hebreo: la expresion
– No, gracias.
– ?Ni agua?
– Bien…, agua podria ser.
El rabino miro la entrada de la sala.
– Chaim -grito-.
A los pocos minutos aparecio junto a la puerta otro hombre con una jarra de agua y dos vasos en una pequena bandeja. Aparentaba tener unos treinta y pocos anos. Era delgado, tenia una larga barba oscura y un pelo castano rizado, con un solideo tejido en la cabeza. Entro en la sala y deposito la jarra y los vasos sobre la mesa.
– Este es Chaim Nassi -dijo el rabino, presentando al hombre. -Se rio-. El Rey de los judios.
Tomas y Chaim intercambiaron
– ?Usted es profesor en Lisboa? -pregunto Chaim en ingles. -Si.
– Ah… -exclamo. Se notaba que tenia ganas de anadir algo mas, pero se contuvo-. Muy bien.
– Chaim es de origen portugues -explico el rabino-. ?No, Chaim?
– Si -dijo bajando la cabeza con modestia.
– ?Ah, si? -se admiro Tomas-. ?Judio portugues?
– Si -confirmo Chaim-. Mi familia es sefardita.
– ?Sabe lo que es un sefardita? -pregunto el rabino.
– No.
– Es un judio de la peninsula Iberica.
– Ah, sefardi.
– Si. Sefardies o sefarditas, es lo mismo. -Se encogio de hombros-. Los sefardies fueron expulsados de la peninsula Iberica alrededor de 5250.
