ni un solo caso, de matrimonio de un plebeyo con una noble en el siglo xv. Conocia dos casos en el siglo XVI, unos burgueses ricos que se casaron con dos mujeres nobles, pero no en el siglo XV. En aquel entonces era imposible.

– Hmm -farfullo el estadounidense-. ?Y cual es la otra cosa que encaja con la hipotesis de que Colon fuese un noble?

El historiador saco de la cartera un papel mas.

– La segunda es este documento, del que aun no le he hablado. Se trata de la provision de Isabel la Catolica, fechada el 20 de mayo de 1493, por la que se le concedia el escudo de armas a Colon, que dice lo siguiente. - Senalo ese pasaje en la hoja que tenia en sus manos-: «Y en otro cuadro bajo a la mano izquierda las armas vuestras que sabiades tener». -Miro a Moliarti con expresion interrogativa-. ?Las armas vuestras que sabiades tener? ?Entonces Colon ya tenia blason de armas? Y yo que pensaba que el no era mas que un tejedor de seda, humilde y sin instruccion. ?Como puede ser que un tejedor de Genova tuviese blason, eh? -Saco una hoja mas de la cartera y mostro el anverso, con una imagen heraldica en el lado izquierdo-. Ahora fijese, este es el escudo de Colon. Como ve, esta compuesto por cuatro imagenes. Encima, un castillo y un leon que representan los reinos de Castilla y Leon; a la izquierda, abajo, unas islas en el mar que representan los descubrimientos de Colon. -Apoyo el dedo en el ultimo cuarto del escudo, abajo a la derecha-. Y esta es la imagen que, segun dijo Isabel la Catolica, correspondia a las «armas vuestras que sabiades tener». ?Y que muestra? -Hizo una pausa antes de responder a su propia pregunta-: Cinco anclotes de oro dispuestos en sotuer sobre un campo azul. Ahora mire esto.

Mostro una imagen del escudo portugues, a la derecha.

– Como ve, la imagen de los cinco anclotes de oro del ultimo cuarto del blason de Colon, aqui a la izquierda, es extraordinariamente parecida a las armas reales de Portugal, donde los cinco escudetes estan compuestos por cinco besantes tambien dispuestos en sotuer, dibujo que aun hoy puede encontrarse en la bandera portuguesa.

– Holy cow !

– Es decir, el blason de Colon remite directamente a los simbolos de Leon, Castilla y Portugal.

– Increible…

– Lo que encaja con la declaracion de Joan Lorosano.

– ?Quien es ese?

– Joan Lorosano era un jurisconsulto espanol contemporaneo de Colon. -Consulto sus anotaciones-. Lorosano se refirio al Almirante como «alguien del que se dice que es lusitano».

– Hmm -murmuro Moliarti pensativo-. ?«Se dice», comenta el! Pero ese tal Lorosano no esta seguro…

– ?Oiga, Nelson, no se haga el desentendido! Lo que esta claro, lo relevante de esta afirmacion es que el origen portugues de Colon era, por lo visto, fuente de comentarios.

– Pero ?hay alguien en aquella epoca que afirmase tajantemente que Colon era portugues?

Tomas sonrio.

– Casualmente, si. En el llamado «pleyto de la prioridad», dos testigos, Hernan Camacho y Alonso Belas, se refirieron a Colon como «el infante de Portugal».

– ?Ah! -gimio el estadounidense, como si le hubiesen clavado un cuchillo en el pecho.

– Y aun hay algo mas que quiero contarle -anadio Tomas, volviendo a consultar la libreta de notas-. En el momento culminante del conflicto entre historiadores espanoles e italianos acerca del verdadero origen de Cristobal Colon, uno de los espanoles, el presidente de la Real Sociedad de Geografia, Ricardo Beltran y Rozpide, escribio un texto que termino con una frase criptica. Dijo: «el descubridor de America no nacio en Genova y fue oriundo de algun lugar de la tierra hispana situado en la banda occidental de la Peninsula entre los cabos Ortegal y San Vicente». -Miro a Moliarti a los ojos-. Esta es una observacion extraordinaria, sobre todo considerando que la hizo un prestigioso academico espanol en un periodo de gran debate nacionalista espanol sobre el Almirante.

– Disculpe -dijo el estadounidense-, pero no llego a ver que tiene eso de extraordinario…

– Nelson, el cabo Ortegal esta en Galicia…

– Precisamente. Es natural que, en aquel periodo, un espanol defendiese el origen espanol de Colon.

– … y el cabo de San Vicente se encuentra en el extremo sur de Portugal.

Moliarti desorbito los ojos. -Ah…

– Como ha observado, es perfectamente natural que, en un ambiente de gran debate nacionalista, un historiador espanol defendiese que Colon provenia de Galicia. Pero que mencionase explicitamente toda la costa portuguesa para explicar el origen del Almirante, en aquel contexto ya no me parece normal. -Alzo el indice-. A no ser que supiese algo que se resistia a revelar.

– ?Y sabia algo?

Tomas sonrio y movio la cabeza afirmativamente.

– Por lo visto, algo sabia. Rozpide tenia un amigo portugues llamado Afonso de Domelas, que era tambien amigo del celebre historiador Armando Cortesao. En el lecho de muerte, el investigador espanol revelo a su amigo portugues que entre los papeles de Joao da Nova, existentes en un archivo particular de Portugal, hay uno o varios documentos que aclaran por completo el origen de Cristobal Colon. Domelas le pregunto varias veces cual era ese archivo particular. Rozpide le dijo que, dada la carga emocional con que se debatia en Espana la cuestion colombina, se arriesgaria a provocar un escandalo si le revelase donde podria encontrar tal documento o documentos. Poco despues, el historiador espanol murio, llevandose el secreto a la tumba.

Se volvio y reanudo la marcha, dirigiendose a la catedral en miniatura que era la capilla, un misterioso lugar mas que la Quinta da Regaleira encerraba dentro de sus muros, un nuevo capitulo en aquel libro extraordinario excavado en la piedra.

Con el corazon rebosante de esperanza, Tomas aparecio el sabado siguiente ante el portal de la casa de Sao Joao do Estoril. Llevaba en los brazos un vistoso bouquet de cinias, unas blancas, otras rojas, otras amarillas, con sus petalos anchos que, abiertos a la luz como si abrazasen el mundo, revelaban pequenos tubitos blanquecinos en el nucleo. Habia leido en el libro de Constanza que las cinias significaban el pensamiento puesto en quien estaba ausente; que expresaban mensajes melodramaticos, del estilo «estoy de luto por tu ausencia» o, simplemente, «te echo de menos»; sentimientos que el considero adecuados para la ocasion. Pero su suegra, que salio al portal a atenderlo, contemplo las flores con desprecio y meneo la cabeza cuando el le pregunto si podia hablar con su mujer.

– Constanza no esta en casa -le dijo con un tono seco.

– Ah -repuso Tomas decepcionado-. No puedo realmente hablar con ella, ?no?

– Ya le he dicho que no esta en casa -repitio la suegra con una actitud brusca, casi deletreando las palabras, como si le estuviese hablando a un nino.

– ?Y Margarida?

– Esta dentro. Voy a llamarla.

Antes de que dona Teresa se volviese para ir a buscar a su nieta, Tomas le extendio el ramo.

– ?Puede, al menos, entregarle estas flores?

La suegra vacilo, lo miro de arriba abajo, como quien quiere decirle al otro que no abuse, y volvio a menear la cabeza, intimamente satisfecha por poder negarle algo una vez mas.

– Usted no es flor que se huela.

Margarida ya habia almorzado, asi que fueron directamente al sitio que queria visitar. El Jardin Zoologico. Pasaron la tarde deambulando por el parque y comiendo palomitas y algodones de azucar. Las serpientes y otros reptiles hicieron que se enroscase en su padre para que la tuviese en brazos, igual que frente a las jaulas de las fieras; el espectaculo de los delfines, en cambio, fue diferente, y la nina no se cansaba de saltar y aplaudir sus habilidades en el agua. Tomas se descubrio pensando en que diferente era el parque zoologico a la Quinta da Regaleira: uno se agitaba en un bullicio alegre; la otra se recogia bajo un aura tenebrosa y taciturna. Tan diferentes y tan semejantes, ambos parques tematicos, los dos creados por el mismo hombre, Carvalho Monteiro, el millonario que, algun dia de principios del siglo xx, habia reunido animales salvajes en Lisboa y misterios esotericos en Sintra.

El cielo adquirio una tonalidad purpura y dorada, era el sol que descendia para besar el horizonte. Sintiendo

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