– Madre, digame: ?ha recibido o no ha recibido nada para mi?

– ?De Francia? -Si.

Mariana esbozo una mueca con la boca mientras hurgaba en su memoria.

– No…, no… Ah, espera…, me acuerdo de que aparecio Inacio…

– ? Inacio?

– Si, el cartero. Ahora que hablas de eso me acuerdo de que llego con una carta para ti. Como no teniamos noticias tuyas, le pedi a tu hermano que leyese la carta -dijo, senalando a Joaquim.

Afonso interrogo a su hermano con los ojos, pero este se encogio de hombros.

– Oye, Afonso, yo abri la carta, pero no entendi un pimiento de lo que ahi venia escrito, era una lengua extranjera.

– ?Frances?

– Yo que se. Hasta podia ser chino. No se entendia nada, eran unos garabatos horrorosos.

– ?Y que hicisteis con la carta?

– Mira, hijo -intervino dona Mariana-, como no entendiamos nada de aquel galimatias, fui a llevarle la carta a dona Isilda, que es muy culta y sabe cosas complicadas. La leyo y me dijo que me quedase tranquila, que no era nada importante.

– ?Dona Isilda leyo la carta?

– Si, Afonso, la leyo y…

Afonso se levanto de la mesa, interrumpiendola.

– Disculpe, madre, pero es urgente que yo sepa que decia esa carta. ?Cuando la recibio?

– Yo que se…, fue antes de Navidad, justo antes.

– ?En diciembre?

– Si, hijo.

Afonso se puso una chaqueta y se dirigio deprisa hasta la puerta.

– Pero, hijo, acaba de cenar. ?Adonde vas, valgame Dios?

– Voy a ver a dona Isilda -dijo, y se despidio-. Enseguida vuelvo.

El capitan se fue a pie desde Carrachana hasta el centro de Rio Maior. La Casa Pereira estaba cerrada, ya era de noche, pero Afonso sabia que la propietaria vivia en el piso de arriba y golpeo la puerta. Oyo pasos y la puerta se abrio. Carolina lo miraba sorprendida, incluso estupefacta.

– Hola, Carolina, ?como estas?

Estaba mas madura, con el pelo desordenado, aunque seguia siendo atractiva. Nunca habia sido una belleza, pero no hay duda de que era capaz de despertar la atencion de los hombres.

– ?Afonso…, que sorpresa! ?Que estas haciendo aqui?

– He venido a hablar con tu madre. ? Esta?

Los ojos de Carolina revelaron cierta decepcion, contenida a duras penas, porque Afonso hubiese ido en busca de su madre y no de ella.

– Si, si, entra -dijo, abriendo totalmente la puerta-. Disculpa que te reciba asi, con estas pintas, pero sinceramente no te esperaba.

Subieron las escaleras y Carolina lo llevo ante la presencia de su madre. Dona Isilda le parecio mucho mas vieja, acabada, con su cuerpo menudo envuelto en una manta junto a la chimenea. Le brillaron los ojos cuando vio a su antiguo protegido entrar en la sala, garboso con aquel uniforme azul de militar.

– ?Mira quien ha llegado! -exclamo-. Nuestro heroe.

Afonso le beso la mano.

– ?Como esta, dona Isilda?

– Mejor -sonrio ella-. Mejor ahora que te veo. Estas hecho un hombre, muchacho, un hombre.

– Y usted sigue saludable…

– No digas disparates, Afonso. La edad no perdona.

– ?Como anda su hermano?

– Bien, anda bien. Fue trasladado a Chaves, fijate, pero se encuentra bien. Y pregunta muchas veces por ti, ?vaya si pregunta!

– Transmitale mis saludos, dona Isilda. Digale que lo echo de menos.

– Asi lo hare. Se pondra contento cuando sepa que has vuelto de la guerra. Que cosa terrible la guerra, ?no? Terrible.

Afonso suspiro.

– Si, es algo inimaginable. -Hizo una pausa-. A proposito, he hecho muchas amistades en Francia, y mi madre me dijo que habia recibido una carta para mi escrita en una lengua que ella no identifico, supongo que sera frances, y que se la trajo para que usted se la leyese. ?Tiene esa carta?

Dona Isilda se agito en la silla, incomoda. Su rostro se ensombrecio y miro de soslayo a Carolina, que seguia la conversacion de pie.

– Carolina, hija mia, ve a preparar una infusion para tu madre y para Afonso, ?si?

Carolina bajo la cabeza en senal de asentimiento y se fue a la cocina. En cuanto su hija abandono la sala, dona Isilda le hizo una sena a Afonso para que se sentase y le cogio la mano.

– Hijo mio, tienes que ser fuerte -dijo simplemente.

Afonso la miro con horror, con un pavoroso presentimiento que le oprimia el alma.

– ?Que ocurrio, dona Isilda?

– Yo queme esa carta.

– ?Que quemo la carta? Pero ?por que motivo?

– Queme la carta porque era terrible, Afonso, terrible.

El capitan sintio que el corazon le daba un vuelco.

– ?Que quiere usted decir con eso? ?Que decia la carta?

La vieja bajo los ojos y suspiro.

– No me acuerdo de los detalles, solo de lo esencial. La carta venia de Lille y estaba firmada por un senor.

– ?Un hombre?

– Si, un hombre.

Solo podia ser Paul Chevallier, penso Afonso.

– ?Y que decia?

Dona Isilda le apreto la mano aun con mas fuerza.

– Decia que su hija habia muerto.

Afonso abrio la boca, horrorizado. No queria creer en lo que estaba oyendo.

– ?Que…, que hija? -balbucio.

– Me acuerdo de que se llamaba Agnes -dijo dona Isilda-. Ella murio. Ella y… la nina. ?Entiendes? La nina. Contrajeron la gripe espanola y murieron en Lille.

Afonso se quedo un largo rato paralizado, boquiabierto, en estado de choque. Intento hablar, pero no consiguio decir nada. Se acordo de la ultima imagen que guardaba de Agnes, la francesa en el porton del hospital, sonriente, con sus ojos enamorados, despidiendose de el con expresion feliz, alegre por la noticia de que Afonso pronto abandonaria las trincheras. El capitan se levanto con brusquedad y se arrastro por la sala, sintio que perdia el equilibrio, oyo vagas voces a su alrededor, eran dona Isilda y Carolina hablando, pero no las entendio, se tambaleo por las escaleras tropezando varias veces con el pasamanos, se sintio hundido en una pesadilla, camino como un sonambulo y, cuando finalmente salio a la calle, la noche se puso turbia de lagrimas y lloro, lloro como nunca habia llorado desde su infancia, lloro con abandono, con desesperacion, lloro perdidamente, y su voz lanzaba terribles gemidos, sumido en un sufrimiento atroz. Se sintio perdido, repudiado por la suerte, hostigado por el destino. Se descubrio horriblemente solo.

Вы читаете La Amante Francesa
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ОБРАНЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату