Al cabo de pocos dias, Afonso fue trasladado a la fortaleza de Friedrichfest, tambien en Rastatt, y regreso mas tarde al Russen Lager. Unas semanas despues, los alemanes lo llevaron a Karlsruhe y lo encerraron en un Kriegs offizier gefangenenlager, un confortable campo de oficiales prisioneros situado en un acogedor parque de la ciudad, donde los portugueses se entretenian admirando a las atrevidas fraulein que se contoneaban deliberadamente frente a los reclusos extranjeros. Hubo tambien uno, el teniente Ribeiro, que trabo amistad con una alemana muy rubia, la Bochona, como la llamaban, que no era esbelta pero parecia una valiente valquiria y le cayo en gracia, asi que el amorio se convirtio en tema de conversacion entre los reclusos: ?menudo era Ribeiro! No duro mucho la permanencia en esa carcel paradisiaca, porque el capitan recibio nueva orden de traslado, esta vez para un miserable campo en Hannover, donde encontro al comandante de su batallon, el mayor Montalvao, tambien capturado en la gran batalla.

Durante todo el tiempo en que anduvo yendo de campo de prisioneros en campo de prisioneros, Afonso intento buscar la manera de mantener contactos con el exterior. Le escribio a su familia a traves de la Cruz Roja, pero tuvo gran dificultad en localizar a Agnes, porque no habia memorizado el domicilio del anexo de Bethune. Opto por dirigir las cartas al hospital Mixto de Medicina y Cirugia, sin obtener respuesta alguna. El silencio de la francesa lo dejo perturbado y era permanente tema de preocupacion. El capitan mudaba diariamente de estado de animo, sumiendose en una quieta melancolia o consumiendose en una agitada inquietud, humores que alternaba con agotadora frecuencia. Los abatimientos melancolicos estaban dominados por recuerdos en detalle de todos los instantes que habia pasado con ella y por emocionantes fantasias sobre el reencuentro, pero los momentos de inquietud se revelaban peores, se preguntaba entonces sobre el embarazo y su evolucion e indagaba de manera enfermiza sobre los motivos que habia tras el silencio a sus insistentes cartas. ?Podria haberse extraviado la correspondencia? ?Habria abandonado Agnes el hospital? ?Acaso ya lo habia olvidado? Resurgia agotado de esos instantes de mayor angustia, compensandolos con otros momentos en los que alimentaba la certidumbre de que todo iba bien, intentaba consolarse, tranquilizarse, se convencia de que, a fin de cuentas, los sucesivos traslados de campos de prisioneros dificultaban las cosas a la Cruz Roja, impedian que llegasen a sus manos las ansiadas cartas de respuesta.

En compania de Montalvao, Afonso se mudo meses mas tarde al campo de Breensen, en Mecklemburg, el ultimo destino de los permanentes transitos por el interior de Alemania. Paso alli el mes de octubre con una monotona existencia, solo animada por una divertida representacion de una pieza de teatro, puesta en escena, en tres actos, por el teniente coronel Malheiro, con el titulo El amor en la base del CEP. La accion transcurria en las playas de Treport y Paris-Plage, en Francia, hecho que al capitan le parecio significativo. En realidad, la eleccion de esos lugares de veraneo para el lugar de la accion era muy representativa de la forma en que algunos oficiales encaraban sus deberes en la guerra, aquella era realmente una historia de carboneros y palmipedos, oficiales de la retaguardia habituados al ocio y a la vida au grand air en la placentera costa francesa. Afonso conocia a algunos que hasta se jactaban de que les pagasen para ir a disfrutar de la playa, beneficiandose de un absurdo sistema de subvenciones que premiaba la negligencia. Mientras que un capitan que arriesgaba la vida en las trincheras se limitaba a ganar la subvencion de campana, aquellos que iban a pasear por los grandes centros de veraneo se beneficiaban de un subsidio extra de veinte francos diarios para pagar casa y comida, ademas de recibir una buena calderilla para el combustible.

Aunque la pieza le volvio a traer a la memoria algunos de los aspectos mas grotescos y lamentables de la organizacion del CEP, la verdad es que la representacion teatral tuvo la virtud de, aunque mas no fuera por un breve instante, permitirle evadirse de sus preocupaciones obsesivas. Aquel fue, indudablemente, un acontecimiento en el campo de prisioneros, por anadidura muy divertido, sobre todo porque los distintos personajes femeninos eran interpretados, como no podia ser de otra manera, por oficiales. Fue de reirse hasta las lagrimas ver al capitan Grilo, con su enorme bigote y los brazos gordos y peludos, personificar a una joven actriz parisiense, supuestamente esbelta y deslumbrante, y hacer arrebatadas declaraciones de amor al esmirriado teniente Santos. Solo falto que los dos oficiales se besaran para que el excitado publico echase abajo el barracon.

La representacion solo fue para Afonso, sin embargo, una fugaz distraccion, siempre con la mente concentrada en el embarazo de Agnes. Por lo calculos que habian hecho los medicos, el parto deberia de producirse por aquella fecha; el capitan se desesperaba por no poder estar presente. Habia momentos en que lo sofocaba la ansiedad, le apetecia huir, dejar atras el porton, corriendo, saltar las vallas, tenia sed de libertad y hambre de amor, le faltaba el aire en aquella prision, queria salir de alli a toda costa, no habia forma de que terminase la guerra.

Este estado de animo solo se altero una manana gris de noviembre. Afonso se desperto temprano, como todos los prisioneros, se vistio y salio del barracon, enfrentando el frio cortante y agreste del amanecer para dirigirse a las letrinas. Cuando pasaba cerca del porton reparo en que todos los guardias alemanes del campo de Breensen sostenian periodicos, con la expresion circunspecta, sombria, intercambiando comentarios con murmullos sigilosos. Ya en la vispera noto que el ambiente era extrano entre los carceleros, pero no le otorgo gran importancia a ese hecho. Ahora, sin embargo, el comportamiento de los guardias se habia vuelto mas pesado y parecia tener los periodicos como epicentro. Lleno de curiosidad, Afonso se acerco al grupo, formado por cuatro soldados.

– Hallo -dijo con un suspiro-. Wie geht's?

Un soldado respondio con un grunido malhumorado, los otros se mantuvieron en silencio, ignorandolo, con los ojos siempre fijos en el periodico, perdidos en las noticias del frente. Extranado por aquella actitud, Afonso bajo la cabeza, miro la primera pagina y sintio que el corazon le daba un vuelco. El periodico, con fecha de ese dia, 12 de noviembre de 1918, anunciaba que la guerra habia acabado en la vispera. Los aliados habian vencido.

A pesar del armisticio, Afonso permanecio dos meses mas en cautiverio. Lo liberaron en enero, en pleno invierno, con el cuerpo debilitado por el frio y la mala alimentacion. Cogio un tren a Francia, planeando ir en busca de Agnes, pero no tenia dinero y se encontraba muy debil y con fiebre. Se dio cuenta de que no estaba en condiciones de ir en pos de su francesa y se dejo llevar hasta Brest con otros companeros que habian salido con el de Breensen.

El dia 25 cogio el paquebote Gil Eannes en el gran puerto frances rumbo a Portugal. El barco estaba atestado de ex prisioneros y enfermos, la mayoria tuberculosos. El capitan busco entre los tuberculosos a los que habian estado ingresados en el hospital Mixto de Medicina y Cirugia y pronto encontro a uno que se acordaba de Agnes.

– Era una chica mucho buena, ?no? -dijo uno de los tuberculosos, entre dos accesos de tos. Hablaba de manera confusa, como Vicente, una especie de Manitas con un cerrado acento del Algarve-. Me recuerdo de ella, claro que me recuerdo. ?Como no iba a recordarme? Esa era una mujer, caray, no era como unos adefesios ordinarios que andaban por ahi, unas tipas que hasta tenian bigotes encima la boca.

– ?Que le ocurrio?

– ?A la francesa? Despues del 9 de abril andaba mucho tristona, cuitada. -Tosio-. La muchacha estaba emprenada, creo que su hombre era un portugues que las dino durante la batalla. -Volvio a toser-. Andaba desconsolada la pobrecita. Al cabo de un tiempo, pidio la baja y nunca mas la volvimos a ver. -Mas toses-. Fue una pena, aquella moza era capaz de resucitar a un muerto, caramba, era una alegria verla pasar por la enfermeria moviendo su hermoso culito.

Capitulo 3

Colocaron la plancha con firmeza, estableciendo la conexion entre el Gil Eannes y el muelle del puerto de Lisboa. El oficial que comandaba la operacion se rasco la barba rala mientras observaba a

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