Un pecho de acero palpita en cada uniforme,
no dara del 13 un paso atras ni un solo hombre.
Un aleman los mando callar. Eran poco mas de las doce del dia 10 de abril.
Capitulo 2
El cautiverio en Lille duro solo unos dias. A Afonso lo colocaron con tres mil prisioneros portugueses detras de las puertas de hierro del cuartel del antiguo regimiento de coraceros franceses, instalaciones militares incrustadas en la gigantesca Citadelle. Se trataba de una enorme fortificacion en forma de estrella pentagonal, situada al noroeste de Lille y separada de la ciudad por el rio Deule y sus respectivos canales.
Fueron dias duros, con los hombres alimentados a pan, agua y sopas aguadas. Dormian en el suelo y tiritaban de frio por falta de abrigos. Estaban prohibidos los contactos con civiles franceses, una orden innecesaria, por otra parte, debido al aislamiento en que se encontraban los prisioneros. Aun asi, Afonso descubrio a un frances que trabajaba en la cantina y no tardo en entablar conversacion con el.
– ?Usted es de Lille? -le pregunto en la primera oportunidad, cuando el hombre le servia la sopa en la cola del comedor.
El frances miro a su alrededor, asustado.
– Chist, no puedo hablar con los prisioneros.
Afonso lo miro a los ojos.
– ?Conoce a Paul Chevallier? Tiene una tienda de vinos en la Vieille Bourse.
El hombre lo miro con expresion de sorpresa. Para Afonso era evidente que su interlocutor conocia al padre de Agnes. El frances se recompuso y fingio que comprobaba la sopa del portugues.
– Ahora no -murmuro muy bajo, hablando apresuradamente-. Escriba en un papel lo que quiere y demelo manana, cuando venga a buscar la sopa.
Afonso se paso la tarde en torno a una hoja, intentando redactar una carta en frances. Consulto varias veces a un oficial portugues de origen frances, para pedirle que verificase palabras y revisase frases. Intentaba de ese modo evitar errores ortograficos e incoherencias gramaticales, como faltas de concordancia y de genero, en un esfuerzo para crear una buena primera impresion en el destinatario, el padre de Agnes. Cuando termino de revisar el texto, se dio por satisfecho y paso la version final a un papel limpio:
Estimado senor Paul Chevallier:
Mi nombre es Afonso Brandao, capitan de infanteria del ejercito portugues en Francia, actualmente prisionero en la Citadelle de Lille. Le escribo estas breves lineas para comunicarle que conoci a su hija Agnes en Armentieres; ella me conto que, con el comienzo de la guerra, dejo de tener contacto con su familia. Siendo asi, lo informo de que su marido Serge murio en combate ya en las primeras batallas y ella se fue a vivir a casa del baron Redier en Armentieres. Nos enamoramos, le pedi contraer matrimonio y tuve la felicidad de verla aceptar mi propuesta. Ella es ahora enfermera en un hospital de guerra portugues y se encuentra bien de salud. Le ruego que le comunique, si tiene oportunidad de verla antes de que yo pueda reunirme con ella, que estoy vivo y con salud, aunque prisionero por los alemanes. No se cual es el destino que me reserva el enemigo, pero asegurele, por favor, que la buscare en cuanto sea liberado.
Con mis mejores deseos,
Afonso Brandao
Cuando concluyo esta version final, Afonso releyo el texto, doblo la hoja y la guardo en el bolsillo. Volvio a considerar si realmente valdria la pena omitir que Agnes se habia casado y separado del baron Redier y que estaba esperando un hijo suyo, pero temio que los principios morales de su futuro suegro fuesen tan estrechos que esa informacion lo echase todo a perder. Decidio, por consiguiente, mantener el texto asi. Al dia siguiente, durante el almuerzo, paso discretamente el papel a las manos del frances de las sopas, murmurando que se lo entregase a monsieur Chevallier.
El frances tardo un tiempo en cumplir la mision. Alego que no encontraba a Paul Chevallier y que su tienda de vinos estaba cerrada. Las autoridades alemanas, entre tanto, anunciaron que los portugueses serian enviados a un campo de prisioneros en Alemania, y Afonso temio que tuviese que salir de Lille antes de establecer contacto con el padre de Agnes. Pero, al cuarto dia, llego finalmente la respuesta. El frances le entrego un sobre por debajo de la escudilla de la sopa y Afonso contuvo a duras penas las ganas de leer inmediatamente, durante la comida, la carta que habia escondido bajo los pantalones. Tomo apresuradamente la sopa y el trozo de pan y se retiro al dormitorio comun donde, recostado en una pared, abrio el sobre.
Estimado capitan Brandao:
No sabe hasta que punto ha hecho de mi un hombre feliz por haber recibido al fin noticias de mi pequena Agnes. Lamento la muerte de Serge, me parecia buen muchacho, pero, debo decirlo, no llegue a conocerlo bien. Lo que interesa, sin embargo, es que mi hija se encuentre bien de salud y feliz, como parece ser.
La vida aqui en Lille, bajo la ocupacion enemiga, ha sido muy dificil. Mi pobre Michelle fallecio hace tres anos, segun los medicos victima de neumonia, pero en realidad victima de los alemanes. Los ocupantes comenzaron en 1914 a requisar todos los bienes de las casas de los franceses. Se llevaron nuestros muebles, bicicletas, telefonos y, lo mas grave de todo, hasta las camas. Tuvimos que dormir en el suelo. Hubo tambien mucha hambre en 1914 y 1915. Debilitada, durmiendo todas las noches en el frio suelo de piedra de nuestra casa, mi mujer no resistio e incubo una neumonia fatal. Me quedo mi hija Claudette, pero, en 1916, los alemanes la deportaron de Lille, se la llevaron con muchas otras muchachas a hacer trabajos forzados en el campo. Veinticinco mil personas de Lille, sobre todo mujeres y ninos, fueron enviados a la fuerza a provincias para cultivar la tierra, partir piedras, construir puentes, hacer sacos de tierra y otros trabajos de esclavo. Afortunadamente, esta dura experiencia solo duro cinco meses y Claudette ya esta de nuevo conmigo.
Perdoneme estas divagaciones de viejo, pero tienen un proposito. Le cuento todos estos detalles sobre nuestra vida por si usted logra encontrarse primero con mi hija. Le aseguro, no obstante, estimado capitan, que, en el caso de que sea yo el primero en verla, le mostrare sin duda la misiva que tuvo la amabilidad de enviarme, y puede estar seguro de que bendecire el matrimonio que han decidido, consciente de que usted la honrara y hara de ella una mujer feliz.
Que Dios lo bendiga.
Paul Chevallier
Dias despues, los guardias alemanes ordenaron formar filas a los prisioneros para su traslado a Alemania. Afonso y sus companeros salieron de la Citadelle y atravesaron una gran avenida, con el ironico nombre de Boulevard de la Liberte, hasta llegar a la estacion de mercancias, al otro lado de la ciudad.
El viaje en tren duro cuatro dias y culmino en Rastatt, una pequena poblacion en la linde de la Selva Negra, en Baviera, donde encerraron a los prisioneros, famelicos y doloridos, en un
Comenzo alli el calvario de la vida de recluso. Afonso y otros oficiales fueron sometidos a una dura dieta de remolacha, zanahoria, patatas y harina, a veces con trozos de carne o migas de bacalao. Los militares portugueses pasaban las comidas protestando contra la calidad de la alimentacion, mientras que los oficiales britanicos se mantenian a la mesa compuestos y serenos.