– Este ano fui abatido durante el gran dogfight del 26 de abril, aqui cerca. Fue una batalla aerea en la que intervinieron noventa y cuatro aviones, el mayor dogfight de la historia de la guerra. El Royal Flying Corps fue diezmado, yo me quede sin avion y, como hablaba portugues y el Cuerpo Expedicionario Portugues acababa de llegar a Flandes, me destacaron como oficial de enlace. Et voila.

Todos los comensales callaron. La historia del vuelo con ropa de football habia sido graciosa, pero el final no. Se hizo un silencio embarazoso y fue Afonso quien, interesado en el detalle deportivo del relato, volvio a sacar el tema.

– ?Le gusta jugar al football?

– Solo al association football.

– ?Hay mas tipos de football?

– Si-asintio Cook-. Esta tambien el rugby football.

– Bien, me refiero al que se juega con los pies.

– Ambos se juegan con los pies, por eso se llaman football -dijo el ingles entre risas.

Afonso se quedo cortado.

– Pero ?cual es la diferencia entre ellos?

– El association football solo autoriza a sujetar la pelota con las manos al goalkeeper, mientras que el rugby football permite que todos los jugadores cojan la pelota con la mano, aunque los goals se marquen con el pie.

– ? Ah! -entendio Afonso-. Entonces en Portugal solo conocemos el association football.

– Justamente es el que me gusta a mi -exclamo el ingles-. Es menos violento, estan prohibidos los empujones y tambien las obstrucciones, no es como el rugby football, mas propio de energumenos rusticos que de verdaderos gentlemen.

El capitan se dio cuenta de que los anfitriones no entendian la conversacion y, diplomaticamente, refreno su entusiasmo. Queria contar las aventuras de su infancia detras de una pelota de trapo, los desvarios de su juventud dando puntapies a un canto rodado y hasta los grandes matches a los que asistio en Campo Pequeno, en las Salesias y en la Quinta da Feiteira, pero se contuvo.

Agnes aprovecho la oportunidad para dejar de lado el tema deportivo, que decididamente no le interesaba.

– Entonces usted esta ahora con los portugueses -dijo, dirigiendose al teniente ingles.

– Yes.

– ?Y le gustan?

– Right ho! -asintio mirando a Afonso-. Son simpaticos, unos verdaderos jolly good fellows, y, ademas, no hay que olvidar que son nuestros mas antiguos aliados.

– Son buenos soldados… -dijo la anfitriona, entre interrogativa y afirmativa.

La respuesta fue inesperada.

– Well, no exageremos.

– ?No son buenos soldados?

– Mire, para que haya buenos soldados hace falta sobre todo que haya buena organizacion. Enseneme un ejercito bien organizado y yo le ensenare buenos soldados. La organizacion produce disciplina, motivacion y esprit de corps. Los portugueses son unos merry men, unos hombres relajados, timidos y pacificos, pero su organizacion, lamento decirlo, deja mucho que desear.

Afonso se mantuvo callado. Ya habia conversado una vez con Cook en el comedor de los oficiales de la brigada sobre este tema y conocia sus poco diplomaticas opiniones, por lo que estas palabras no eran una novedad para el. El teniente ingles se expresaba con un candor apabullante, casi cruel, pero el capitan pensaba, en lo mas intimo, que lo que decia era verdad. En la fase de instruccion, Afonso habia pasado una temporada en las trincheras inglesas y sabia cuan diferentes eran de las portuguesas en terminos de organizacion, disciplina, higiene y trabajo.

– Los portugueses son desorganizados… -solto Agnes, sonriente, como quien dice que no se trata de un pecado muy grande.

– Right ho! -confirmo Cook-. Son los campeones de la improvisacion, y eso se puede pagar caro cuando se esta en una guerra.

– Tal vez amen demasiado la vida y entiendan que hay cosas mas interesantes que andar matandose los unos a los otros -aventuro la francesa, que miro a Afonso como alentandolo.

El portugues aprovecho la alusion.

– Quitennos el amor, el vino, nuestro pan, el chorizo y el sol, y nos quitan la alegria -observo con una sonrisa.

Era una oportunidad para cambiar de tema, lo que Agnes y Afonso deseaban ardientemente, pero el baron Redier no lo permitio.

– Deme un ejemplo de desorganizacion portuguesa -solicito el baron al teniente ingles.

– La cuestion de la limpieza de las trincheras -respondio Cook casi de inmediato.

– ?La limpieza?

– La limpieza. Este es un aspecto que parece irrelevante para definir un buen ejercito y, no obstante, es de enorme importancia. Por las normas de higiene es posible descubrir los niveles de organizacion, disciplina y motivacion de un ejercito.

– ?Las trincheras portuguesas son sucias? -pregunto el baron, con una mueca maliciosa.

– Las portuguesas y las francesas -se adelanto Cook para no dejar que el baron se burlase del capitan.

La mueca de Redier se deshizo y su rostro revelo un subito rubor irritado que el teniente ingles ignoro. Si le hacian preguntas, respondia, y ?que culpa tenia el de que las respuestas no le agradasen a quien preguntaba?

– ?Las francesas?

– Right ho! -confirmo Cook-. Despues de visitar varias trincheras, aliadas y enemigas, mis amigos del Royal Flying Corps y yo ya hemos elaborado una lista de las mas limpias, por orden decreciente. ?Quiere saber cuales son?

– Bien sur.

– Very well -dijo el teniente, que adopto el gesto de quien esta haciendo un esfuerzo de memoria-. Los ases de la limpieza son los ingleses y los protestantes alemanes, especialmente los prusianos. Despues vienen los galeses, los canadienses y los irlandeses protestantes. Los siguen los catolicos irlandeses y los catolicos alemanes, como los bavaros. A continuacion, los escoceses, los franceses y los belgas. En el escalon mas bajo estan los hindues. Despues, los argelinos. Por ultimo, los portugueses, los ases de la mugre.

Se hizo el silencio.

– Eso no es muy agradable -corto Agnes, agobiada por el rumbo de la conversacion y por los comentarios del teniente, que considero desagradables e innecesarios.

– Me pidieron la verdad y la he dicho -repuso Cook, haciendo un gesto de impotencia-. El capitan Afonso ya conoce mis opiniones y, por lo que he podido captar de su reaccion, creo que incluso esta de acuerdo.

Afonso sintio que tenia que decir algo. Carraspeo, afinando las cuerdas vocales antes de hablar.

– Es un hecho que las trincheras portuguesas estan lejos de ser un modelo -admitio-. Tenemos un problema con nuestro cuadro de oficiales que, en general, no cree en la participacion de Portugal en esta guerra. Los hombres se estan cansando, aun no se ha hecho roulement de las tropas y hay un gradual deterioro de la disciplina. Como consecuencia, por ejemplo, las letrinas no estan convenientemente limpias y la basura se acumula en las trincheras. Ademas, no existe en Portugal el habito de ducharse regularmente. La campana de los higienistas, que se extendio por Europa en el siglo pasado, no ha llegado a nuestro pais, donde se considera que el bano es un placer narcisista de mujeres ociosas y futiles, casi un pecado. Hemos impuesto a nuestros soldados la obligacion de una ducha semanal, pero a la mayoria le parece una

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