exageracion y muchos evitan el agua, consideran incluso que la suciedad es la mejor defensa contra las enfermedades, y para colmo, con el frio que hace y que no estamos habituados, los soldados huyen del bano como el demonio de la cruz. Es un problema que tenemos que resolver.

– Pero fijate, Afonso, en que aun son peores vuestros oficiales -insistio el ingles-. Los soldados, por lo menos, muestran buena voluntad, pero los oficiales portugueses…

– Lo admito -coincidio el capitan-. Tenemos muchos oficiales disgustados por el esfuerzo de la guerra, son poco puntuales, no ejecutan inmediatamente las ordenes que reciben, se pasan la vida hablando mal de todo y les importa muy poco el bienestar de sus hombres. Con oficiales asi, es francamente dificil motivar a los soldados.

– Para ser totalmente justo, hay otro problema que no has mencionado y que contribuye mucho a aumentar el problema -replico el teniente Cook.

– ?Cual?

– La naturaleza de las propias trincheras ocupadas por vuestras tropas -dijo el oficial britanico-. La entrega del sector de Neuve Chapelle a los portugueses fue un regalo envenenado. Neuve Chapelle esta situada en un barrizal bajo, dominado por las cumbres de Aubert-Fromelles, una posicion elevada que ocupan los erries. Cuando llueve, los hombres que defienden Neuve Chapelle tienen que lidiar no solo con el agua que les cae encima, tambien con la que viene del sector boche a traves del foso que baja por el camino Estaires-La Bassee. La consecuencia es que las trincheras estan siempre inundadas de agua y barro; asi pues, vuelven vano cualquier esfuerzo de limpieza. Por ello, quien se encuentra en Neuve Chapelle esta condenado a vivir como una rata.

Pero el baron Redier ya nada oia, se sentia ahora mas preocupado por la observacion sobre lo que ocurria en las trincheras francesas e insistio dirigiendose a Cook:

– Usted ha colocado las trincheras francesas solo un punto por encima de las hindues.

– Yes.

– C'est pas posible! -exclamo, sacudiendo la cabeza y negandose a aceptar tal comparacion.

– Y, no obstante, es verdad.

Afonso decidio acudir en auxilio de su anfitrion.

– Mire, monsieur le baron, es un hecho que las trincheras portuguesas y francesas son mas sucias que las inglesas, y que nuestros habitos de aseo son menos firmes que los de nuestros aliados - dijo-, pero es una exageracion reducir la calidad de un ejercito a la limpieza de las trincheras y a los habitos de higiene de los hombres. Los ingleses pueden ser muy limpios y organizados, pero, desde el punto de vista militar, los franceses ofrecen mejores tacticas de combate.

– Ah bon?-solto el baron, recuperando su autoestima.

– Los ingleses creen en el sistema de llenar la linea del frente de soldados cuando ataca el enemigo, pero los franceses ya se han dado cuenta de que eso es disparatado y, tal como los alemanes, concentran sus fuerzas en la retaguardia -concluyo el capitan.

– ?Cual es la diferencia?

– La diferencia es que los ingleses pierden inutilmente muchos hombres en los bombardeos preliminares del enemigo, mientras que los franceses y los alemanes los protegen en la retaguardia y solo los mandan a las primeras lineas cuando es realmente necesario. Es mas inteligente.

El baron miro al teniente Cook con expresion de triunfo.

– Alors?

– I agree -repuso el ingles, coincidiendo con la observacion de Afonso-. El capitan y yo hemos hablado mucho sobre este asunto, nuestras tacticas son excesivamente inflexibles y conservadoras. Lamentablemente, nuestros altos oficiales son todos de la vieja escuela y se resisten a los modelos innovadores y mas dinamicos. Como diria nuestro amigo Afonso, es un problema que tenemos que resolver.

– Y lo peor es que nuestro ejercito esta bebiendo de la doctrina inglesa -dijo el capitan portugues riendose-. Asi pues, imitamos a los ingleses en lo que tienen de peor y no los imitamos en lo que tienen de mejor.

El alargado reloj de caja alta colgado de la pared, un antiguo regulador vienes Biedermeier, solto un chasquido y, acto seguido, marco ruidosamente las nueve de la noche, con su esfera plateada y su mecanismo de grande sonnerie que funcionaba a la perfeccion. Agnes penso que ya era hora de acabar con las comparaciones entre ejercitos. Se dio cuenta de que, cuando los interlocutores eran de nacionalidades diferentes y decidian ser sinceros, estos dialogos resultaban a veces humillantes para algunos. Hacia falta tacto, algo que, de manera manifiesta, estaba ausente en aquella mesa. La cena habia concluido, asi que convenia aprovechar los oportunos gongs del Biedermeier para acabar con el tema y que no volviese a surgir. Terminados los gongs, la francesa se levanto de la mesa, decidida a no perder la oportunidad que se le presentaba.

– M'sieurs -anuncio-. Hagan el favor de pasar a la sala, donde nos esperan los licores y donde les quiero mostrar un objeto artistico que, sin duda, los sorprendera.

El sonido del piano acababa ahogado por la enorme algazara que llenaba el salon. El humo del tabaco, espeso y denso, flotaba como una nube dentro del estaminet A Cambrinus, en Merville, pero nadie parecia molesto, a peores y mas peligrosos humos estaban ya todos habituados en las trincheras. Junto a la ventana, un tommy delgaducho deslizaba los dedos por el piano barato, desafiando vigorosamente la cacofonia de las conversaciones con un fox-trot animado, de versos incomprensibles para los lanudos, pero vagamente seguidos por algunos ingleses mas entorpecidos por el alcohol.

lf I were the only girl in the world…

Una muchacha delgada, con un delantal sucio sobre el vientre, zigzagueo, esbelta, entre las mesas llenas de hombres ruidosos, sosteniendo con la punta de los dedos de la mano derecha una bandeja con vasos de cerveza blanche. Baltazar, el Viejo, la vio y estiro la cabeza.

– T'es bonne! -bramo el veterano, insinuando una invitacion sexual-. Mademoiselle coucher avec moi?

La muchacha sonrio y prosiguio sin responder. Estaba habituada a los lances de los soldados, a los groseros piropos de cuartel y al descuidado patois frances de las trincheras, hecho de un conjunto limitado de palabras, como compris, pas compris, bonne, pas bonne, fini, coucher avec, manger, promenade y poco mas.

– ?Que muchacha de categoria! -dijo Baltazar, volviendose hacia la mesa. Bebio un sorbo de cerveza, apoyo la jarra pesadamente y eructo-. Hoy tenemos que ir de putas.

– Oye, Baltazar, que ya no tienes edad para eso -respondio Vicente, el Manitas-. Y ademas estas herido, tienes que descansar.

Baltazar paso la mano por la venda que le cubria la oreja.

– Estoy herido en la oreja, no en la picha -replico apuntando a la ingle.

– Companero, 'stoy hecho polvo -se quejo Vicente-. Pasamos la manana en la mierda de los trabajos de fortificacion y la tarde con las marchas y la instruccion con las bayonetas, esa lata de las estocadas contra sacos colgados y sacos en el suelo, ademas de todos esos ejercicios de culatazos, rodillazos, zancadillas y cabezazos, de manera que'stoy que no me tengo en pie.

– Joder, no seas maricon -advirtio Baltazar-. La mejor manera de recuperarse del cansancio es una buena jodienda.

– ?Que opinas? -pregunto Vicente a Matias, el Grande.

Con los ojos fijos y melancolicamente perdidos en el amarillo turbio de la blanche que sostenia entre las manos, el enorme hombre de Palmeira se mostraba distante y taciturno. No llegaba a hacerse a la idea de la muerte de Daniel, su amigo de la infancia, y la imagen del cuerpo y la cabeza cayendo del cielo ensombrecia sus pesadillas desde el combate de la semana anterior. Habia salido ya de las trincheras, pero era como si aun estuviese alli, rumiando el episodio constantemente, angustiado e invadido de incontenibles sentimientos de culpa, pensando que deberian haber abandonado antes la linea del frente, o si no unos segundos mas tarde, imaginando la carta que le pediria al sargento que escribiese comunicando la noticia a la mujer del

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