El ingles cogio una caja de madera con puros, en cuya tapa se leia «Tabak-en-Sigaren», registrado por la P.G.C. Hajenius, la celebre casa de tabaco de la avenida Damrak, en Amsterdam. La abrio y ofrecio Coronitas a sus dos acompanantes, que no quisieron. Acabo encendiendo el mismo uno de los cortos habanos, que aspiro con gusto, y el aroma calido y agradable del puro lleno la sala con su perfume tropical. Conversaron sobre todo y especialmente sobre la guerra, el tema que dominaba sus vidas. El capitan se mostraba particularmente interesado en entender como veian la guerra los ingleses, si la encaraban de manera diferente a la de los portugueses, y la copa de oporto parecio haberle soltado la lengua al teniente Cook. Agnes intentaba igualmente entender si lo que le decian sobre las hostilidades era verdadero o falso, si los alemanes eran de verdad crueles y cobardes como los describia la prensa, si la guerra acabaria o no. El teniente Timothy Cook, con tres anos de experiencia en el conflicto, se revelo como una verdadera mina de informacion.
– Mensonges?
– Par exemple?
– ?Oh, que se yo, tantas cosas! Mire, una vez estuve en Champagne durante una semana, probando un Farman en un aerodromo frances, y las cosas se presentaban tranquilas. Pues lei en los periodicos que alli habia habido una poderosa ofensiva alemana que acabo interrumpida sin que el ejercito frances hubiese retrocedido un solo metro.
Agnes se quedo mirandolo, confundida.
– Bien -concedio-. Pero ?no es verdad que los boches son crueles?
– No me diga que a usted le gustan los boches…
– ?En serio?
– Hacer prisioneros da mucho trabajo -explico, haciendo una breve pausa para aspirar su Coronita-. Algunos oficiales no vacilan en dar ordenes tajantes para que no se hagan prisioneros.
– Y eso quiere decir…
– Matarlos
– ?Ustedes hacen eso?
– Mon Dieu!
Como ocurria cuando se hablaba de la guerra, la conversacion se habia adentrado en caminos desagradables. Afonso sintio que era necesario cambiar de rumbo. Por ello, aprovecho la pausa para intentar conocer a Agnes.
– Debe de ser dificil para una mujer bonita y encantadora como usted vivir en este rincon turbulento de Francia.
Agnes sonrio, complacida por el piropo.
El portugues casi se atraganto con el
– Imagino que… con todos los soldados en la calle… no puede andar por ahi paseando a sus anchas. ?Como consigue llenar su tiempo?
– Leo. Leo mucho.
– ?Ah, si? ?Y que lee?
– Oh, un poco de todo. Stendhal, Balzac, Flaubert, Dumas, Daudet, Maupassant…
– ?Y cual le gusta mas?
– No lo se. Tal vez Dumas, me divierte.
Afonso dejo el vaso de
– A mi tambien me gusta leer.
– ?Y que lee en Portugal?
– Bien, no tenemos tanta variedad como ustedes en Francia, pero me agradan Eca de Queiroz y Julio Dinis.
– Yo ya he leido una novela portuguesa -comento Cook.
– ?Ah, si? -se sorprendio Afonso-. ?Y cual?
– El guarani.
– Que curioso, no lo conozco. ?Donde encontro el libro?
– En Brasil.
– Ah, no debe de ser portugues, sin duda se trata de un escritor brasileno. ?Le gusto?
– ?Era mejor o peor que las novelas inglesas?
– Era diferente.
– ?Y que se lee en Inglaterra? -quiso saber Agnes, con pocas ganas de volver al juego de las comparaciones-. ?Charles Dickens?
– Si, ese es nuestro autor mas importante, despues de Shakespeare. Pero hay otros.
– ?Por ejemplo?
– Oh, tantos. Thackeray, las hermanas Bronte, Eliot, Trollope, Stevenson, Hardy, Kipling, Conrad…
– Pues de los autores ingleses solo he leido aquella novela de Dickens que transcurre durante la Revolucion francesa.
– A tale of two cities.