por los aires.

– ?Y nuestros hombres?

– Nada mas que un par de quemaduras sin importancia. Tendria que haber visto actuar a los GEO, jefe. Son fantasticos.

A las 11.25 los guardias civiles que vigilaban el cabo Roche y Bahia Ballena daban cuenta de una emision de senales luminosas procedentes del mar. En un intento de atraer la embarcacion intrusa a la playa y tenderle alli una trampa, Bernal dio instrucciones a los vigilantes de costas de responder a ellas con las letras M, L, K, R y T del alfabeto Morse. En la sala de operaciones de Chiclana se recibio una llamada telefonica de los guardias civiles: al parecer, el senuelo no habia surgido efecto, y las senales habian cesado a las 11.45.

Soto dio cuenta desde San Fernando de que las pantallas de radar habian registrado el tenue parpadeo de una pequena embarcacion que, partiendo de las aguas del cabo Roche, costeaba en direccion noroeste.

– Llevadme al pueblo de Sancti Petri -dijo Bernal-. Estoy seguro de que los intrusos marroquies trataran de atacar por el canal.

El chofer de la policia partio hacia alli, con el y Angel Gallardo, siguiendo la angosta carretera que cruzaba las salinas.

– A partir de aqui, conduzca solo con las luces piloto -le pidio Bernal-. Los faros podrian verlos desde el mar.

Al llegar al pueblo, que permanecia en la oscuridad, nuevos guardias civiles les dieron el alto, examinaron sus pases y, tras saludar, les dejaron via libre. Bernal mando al chofer que estacionase el vehiculo a cubierto, entre los abandonados barracones, y salio en busca del oficial de mando.

– ?Ha dado orden de que tendieran la red antisubmarinos?

– Si, comisario; esta tendida desde las nueve y cuarto, cuando subio la marea.

– ?Que calado tiene en este momento la boca del canal?

– Unos dos metros y medio, comisario.

– Probablemente les sobrara con eso -comento Bernal.

El y Angel Gallardo se refugiaron de la fria brisa nocturna al socaire de los barracones.

– Se esta alzando el levante -se estremecio Bernal-. Corta como un cuchillo.

– ?Quiere un trago de conac, jefe?

El comisario acepto el frasco que le ofrecian. Tomo un breve sorbo y luego, ahuecando las manos, encendio un Kaiser.

– ?Cree que vendran a pesar de todo, jefe?

– Lo haran. Son hombres dispuestos a todo. Y por mi parte ardo en deseos de ver uno de esos submarinos enanos. Creo que nuestra Armada deberia adquirir unos cuantos.

A las 12.25 de la noche el oficial de mando se presento con el parte.

– No se ha registrado actividad alguna, comisario, y el radar de San Fernando da cuenta de que la pequena embarcacion no identificada desaparecio de sus pantallas hace diez minutos.

– Es ahora cuando sus hombres tienen que aguzar la vista -respondio Bernal-. Que enfoquen los prismaticos de infrarrojos hacia la isla de Sancti Petri. El significado de esa desaparicion es que estan en el templo de Melkart, en busca de su reserva de armas.

El coronel de la Guardia Civil miro a Bernal como si le creyera presa de una locura momentanea, pero salio a cumplir sus ordenes.

Diez minutos mas tarde Bernal y Angel Gallardo percibieron el ronroneo de un motor fuera borda en aproximacion.

– Se acercan, Angel, a pesar de haber perdido las armas. Deben de llevar reservas a bordo.

El zumbido del motor de gasoil se interrumpio de pronto, tras lo cual se oyo un suave silbido, de bombas de aire, y un potente burbujeo. Seguidamente se hizo audible un leve rumor de motores electricos.

– Se han sumergido -senalo Bernal-. Estan entrando en el canal.

El coronel de la Guardia Civil llego en busca del comisario.

– Mis hombres han avistado una pequena embarcacion negra que venia de la isla, pero ha desaparecido de pronto.

– Esta en inmersion -replico Bernal-. Esten preparados para abrir fuego en cuanto tope con la red.

Salio presuroso hacia el embarcadero, seguido de Angel.

Se oyo un estridente rechino, sucedido por el chapoteo de la pequena nave al salir a la superficie. Y a continuacion los guardias civiles rompieron a disparar sobre el minusculo submarino impactado. Cuatro hombres rana saltaron de el en el momento en que estallaba envuelto en una llamarada color naranja. Los huidos trataron de escapar hacia el mar, pero los tiradores de la Guardia Civil no tardaron en neutralizarlos uno tras otro, y poco despues, cuatro cuerpos se alineaban sobre las tablas del embarcadero. Sacaron a la playita de arena gris los restos del submarino calcinado.

– Por lo menos sus hombres habran podido vengar la muerte de su companero -le dijo Bernal al coronel-. Probablemente esos son los intrusos que asesinaron al sargento Ramos y colgaron su cadaver bajo la tablazon del embarcadero.

La tarde del Domingo de Resurreccion, y despues de haberle ofrecido un esplendido almuerzo en El Faro, el inspector Fragela y el contraalmirante Soto acompanaron a Bernal al aeropuerto de Jerez. Al anunciar Aviaco que la salida de su vuelo hacia Madrid iba a verse retrasada en una hora, el comisario pidio a sus colegas gaditanos que no le acompanasen en la espera.

Se instalo en la pequena cafeteria del aeropuerto, frente a un gintonic de Larios; habia comprado todos los periodicos de Madrid, y, entre sorbo y sorbo, fue leyendo lo que decian sobre la fracasada Operacion Melkart. Los diarios tenian confirmacion de que se habian producido «incidentes» en las fronteras marroquies de Ceuta y Melilla, «casualmente en coincidencia» con unas «Maniobras de Primavera» de la flota espanola, «en visita de rutina» a los puertos espanoles del norte de Africa.

Los Ministerios de Defensa y de Asuntos Exteriores se habian mostrado habiles en enfocar las noticias de forma que no suscitasen repercusiones diplomaticas. Segun Soto, los conspiradores de Melkart habian visto desbaratados sus planes no solo por la rapida accion emprendida en Cadiz, sino tambien por intervencion directa del rey Hassan y del presidente de Argelia, en cuyas Fuerzas Armadas se estaba procediendo en esos momentos a una depuracion. Aunque el Ministerio de Defensa consideraba satisfactoria, por de pronto, la seguridad de los enclaves espanoles, la flota iba a continuar unos dias en su actual emplazamiento, a fin de llevar a termino las «Maniobras de Primavera».

Con la excepcion de Elena, que aun habria de permanecer un tiempo en el hospital, y de Angel Gallardo, que habia decidido quedarse para hacerle compania, todo el equipo de Bernal habia abandonado Cadiz. Eugenia lo habia hecho en el expreso nocturno de Madrid, con la promesa de prepararle para la cena una paella de centollo (era una suerte, penso Bernal, que su vuelo saliese con retraso). En cuanto a Pelaez, no se mostro satisfecho por los cuatro cadaveres marroquies que le presentaron para su autopsia: evidentes como eran las causas de la muerte de todos ellos, no suponian aquellos casos un verdadero desafio a la sagacidad.

Estaba Bernal encendiendo otro Kaiser, cuando Varga aparecio en la cafeteria, buscandole.

– Ya lo he encontrado, jefe.

– ?Que has encontrado, Varga?

– El instrumento contundente con que golpearon a Elena en el subterraneo del convento. ?Recuerda que le hable de unos minusculos rastros de cuero negro en torno a la herida?

– Si, lo recuerdo.

– Me he pasado dos dias dragando el pozo de la sagrada cueva, y aqui tiene el resultado.

Abriendo un recipiente de material plastico, le mostro a Bernal un voluminoso libro negro, empapado de agua.

– Es el misal de la capilla del convento.

– Entonces la cosa esta clara, Varga. Lo hizo la monja.

Вы читаете Incidente en la Bahia
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату