Grace se lo mostro a Nick Nicholl, luego miro la carpeta.
– ?Hay algo mas ahi que podria sernos de ayuda?
– Lo siento, no estoy autorizada -dijo, evitando otra vez el contacto visual.
– ?No le ha explicado su director que se trata de una investigacion de asesinato?
– Tambien es la vida privada de alguien -replico ella.
– Lo unico que necesito es la direccion de los padres adoptivos… Derek y Joan Tripwell -dijo, leyendo la nota amarilla. Luego senalo hacia el expediente con la cabeza-. Seguro que esta ahi.
– Me han dicho que les diera sus nombres -dijo-. No me han dicho que les proporcionara nada mas.
Grace la miro, exasperado.
– Me parece que no lo entiende… Es posible que la vida de otras mujeres de esta ciudad corra peligro.
– Comisario, usted y su companero se deben a su trabajo, que es proteger a los ciudadanos de Brighton y Hove. Yo me debo al mio, que es proteger a los ninos adoptados. ?Le ha quedado claro?
– Pues deje que le aclare yo algo -dijo Grace, mirando a Nicholl y cerrando los punos, furioso-. Si asesinan a alguien mas en esta ciudad y esta usted reteniendo informacion que nos podria haber permitido impedirlo, voy a pedir personalmente su cabeza.
– Aqui le espero -respondio la mujer, y se marcho de la sala.
Capitulo 111
Grace iba conduciendo su Alfa Romeo colina arriba, tras pasar por delante de un ASDA y la British Bookstores, a punto de cruzar la verja de Sussex House, cuando la agente Pamela Buckley le llamo. Se detuvo.
– No estoy segura de si son buenas o malas noticias, comisario -dijo-. He comprobado el listin telefonico y el censo electoral. No aparece ningun Tripwell en Brighton y Hove. He ampliado la busqueda. Hay uno en Horsham, dos en Southampton, uno en Dover y uno en Guildford. El de Guildford coincide con sus nombres, Derek y Joan.
– Dame la direccion.
La anoto. «Spencer Avenue, 18.»
– ?Puedes indicarme como llegar?
El sistema circulatorio del centro de Guildford, decidio Grace, habia sido disenado por un simio puesto hasta las cejas de setas alucinogenas que habia intentado copiar el laberinto de Hampton Court en asfalto. Siempre que iba a esta ciudad se perdia, y ahora le habia vuelto a pasar. Tuvo que pararse a mirar el callejero dos veces y prometio comprarse un GPS en cuanto tuviera ocasion. Despues de varios minutos de frustracion, su humor empeorando al mismo ritmo que su conduccion, por fin encontro Spencer Avenue, una calle sin salida cerca de la catedral, y accedio a ella.
Era una via estrecha en una colina pronunciada, con coches aparcados a ambos lados. Habia casas pequenas arriba a la derecha y abajo a la izquierda. Vio el numero 18 en una valla baja a su izquierda, detuvo el coche en un sitio pequeno mas adelante, aparco y volvio hacia atras.
Bajo los escalones que llevaban a la puerta de una casita adosada, con un jardin muy cuidado, casi tropezo con un gato blanco y negro que cruzo como una bala por delante de el y llamo al timbre.
Al cabo de unos momentos, una mujer menuda de pelo gris abrio la puerta. Llevaba una camiseta de tirantes, vaqueros anchos, botas de agua y guantes de jardinero.
– ?Si? -dijo alegremente.
Grace le mostro su placa.
– Comisario Grace del Departamento de Investigacion Criminal.
Su rostro se ensombrecio.
– Oh, Dios mio, ?es Laura otra vez?
– ?Laura?
– ?Se ha vuelto a meter en lios? -Tenia la boca pequena, a Grace le recordo al pitorro de una tetera.
– Disculpe si me he equivocado de direccion -dijo-. Estoy buscando a los senores Derek y Joan Tripwell, que adoptaron a un nino llamado Frederick Jones en septiembre de 1964.
De repente, la mujer parecio muy afligida, sus ojos no sabian donde mirar.
– No, no se equivoca… de direccion. ?Quiere pasar? -Levanto los brazos-. Disculpe mi ropa… No esperaba ninguna visita.
Grace la siguio a un vestibulo minusculo y estrecho, que desprendia un olor a viejo y gato, luego a un salon- comedor pequeno. El salon estaba dominado por un juego de sofa, dos sillones y un televisor grande que emitia un partido de criquet. Un anciano, con una manta de cuadros sobre los muslos, pelo ralo blanco y audifono en la oreja, estaba apoltronado en uno de los sillones, dormido, aunque por el color de su cara podria haber estado muerto.
– Derek -dijo-, tenemos visita. Un policia.
El hombre abrio un ojo.
– Ah -dijo, y volvio a cerrarlo.
– ?Quiere una taza de te? -le pregunto la mujer a Grace.
– Si no es molestia, me encantaria, gracias.
Ella le senalo el sofa. Grace paso por encima de las piernas del hombre dormido y se sento mientras la mujer salia de la habitacion. Obviando el criquet, se concentro en escudrinar la sala, buscando fotografias. Habia varias. Una mostraba a Joan y Derek mucho mas jovenes con tres ninos, dos chicos y una chica de aspecto bastante hurano. Encima de una vitrina llena de figuritas de porcelana Capo di Monte, habia otra en un marco de plata. Contenia el retrato de un adolescente de pelo largo y oscuro con traje y corbata, que daba la impresion de estar posando para la camara con cierta reticencia. Pero observo en sus facciones que se parecia, muchisimo, a un joven Brian Bishop.
Hubo una ovacion en la television, seguida de aplausos. Miro la pantalla y vio que un bateador se alejaba de la linea y que la estaca del medio estaba muy curvada hacia atras.
– Tendria que haberla bloqueado -dijo el hombre que parecia dormido-. El muy tonto ha intentado golpear entre los fildeadores. ?Le gusta el criquet?
– No mucho. Lo mio es el rugby.
El hombre gruno y se quedo callado.
La mujer regreso a la sala con una bandeja con una tetera de porcelana, una jarrita de leche, una azucarera, tazas, platos y un cuenco de galletas. Se habia quitado los guantes de jardinero y se habia cambiado las botas de agua por unas zapatillas con borlas.
– ?Quieres un te, Derek? -pregunto, subiendo la voz.
– Tenemos a un loco del rugby en casa -refunfuno, luego parecio que volvia a quedarse dormido.
– ?Leche y azucar? -le pregunto la mujer a Grace, dejando la bandeja sobre la mesa.
El miro el cuenco de galletas con hambre, al percatarse de que era la hora de comer y que apenas habia desayunado.
– Con leche y sin azucar, por favor.
Ella le acerco el cuenco. Estaba lleno de galletas digestivas, Penguins y nubes. Grace cogio un Penguin y lo desenvolvio.
Joan Tripwell sirvio el te y le paso la taza, luego senalo la fotografia del marco de plata.
– No nos gustaba el nombre de Frederick, ?verdad, Derek?
Una pequena negacion en forma de gemido salio de la boca del hombre.
– Asi que se lo cambiamos por Richard -dijo.
– Richard -repitio el anciano, con un grunido.
– Por Richard Chamberlain, el actor. Dr. Kildare. ?Ha visto la serie Dr. Kildare?
– No es de su epoca, maldita sea -farfullo su marido.
– La recuerdo vagamente -confeso Grace-. A mi madre le encantaba. -Removio el te, impaciente por ir al grano.