– ?Es que te educaste solo viendo peliculas? ?No estudiaste nunca historia?

Branson se encogio de hombros, a la defensiva.

– No te pases.

Grace ralentizo la cinta. En la pantalla, Glenn Branson decia: «?Puedo preguntarle cuando fue la ultima vez que vio a su esposa, senor Bishop?».

Grace detuvo la imagen.

– Ahora quiero que te concentres en los ojos de Bishop. Quiero que cuentes sus parpadeos. Quiero el numero de parpadeos por minuto. ?Tienes segundero en ese centro de control de la NASA que llevas en la muneca?

Branson miro su reloj, desconcertado por la pregunta. Era un cronometro Casio grande y moderno, uno de esos con tantas esferas y botones que Grace se pregunto si su amigo tenia idea de para que servian la mitad de ellos.

– En alguna parte.

Glenn toqueteo el aparato un par de veces. Luego, en la pantalla, Roy Grace entro en la sala y comenzo a interrogar a Bishop: «?Donde durmio anoche, senor Bishop?». «En mi piso de Londres.» «?Hay alguien que pueda confirmarlo?»

– ?Veinticuatro! -anuncio Glenn Branson, mientras sus ojos se desplazaban del reloj a la pantalla, y otra vez al reloj.

– ?Seguro?

– Si.

– Bien. Otra vez.

En la pantalla, Grace le pregunto a Bishop: «?A que hora ha llegado al campo de golf esta manana?», «Pasadas las nueve.» «?Y ha ido en coche desde Londres?» «Si.» «?A que hora ha salido?» «Sobre las seis y media.»

– ?Veinticuatro otra vez!

Grace congelo la imagen.

– Interesante -dijo.

– ?El que exactamente? -pregunto Branson.

– Es un experimento. Estoy probando algo que lei el otro dia en un boletin psicologico al que estoy suscrito. El autor decia que en un laboratorio de una universidad, creo recordar que era la de Edimburgo, habian determinado que la gente parpadea mas veces por minuto cuando dice la verdad que cuando miente.

– ?En serio?

– Se parpadea 23,6 veces por minuto cuando se dice la verdad y 18,5 cuando se miente. Esta demostrado que los mentirosos se quedan muy quietos, tienen que pensar mas que las personas que dicen la verdad. Y cuando pensamos mucho nos quedamos mas quietos.

Volvio a reproducir la cinta.

Brian Bishop parecia cada vez mas agitado y, al final, se levanto y gesticulo.

– Veinticuatro -dijo Branson.

– Y su lenguaje corporal cuadra -dijo Grace-. Parece un hombre que dice la verdad.

Pero solo era un indicio, lo sabia muy bien. Ya habia malinterpretado el lenguaje corporal de otras personas antes y se habia llevado sorpresas muy desagradables.

Capitulo 26

La prensa denominaba el mes de agosto la «temporada de saldos». Con el Parlamento en receso de verano y medio mundo de vacaciones, solia ser un mes tranquilo en cuanto a noticias. Los periodicos a menudo convertian en hechos importantes historias intrascendentes que, en otras epocas, ni siquiera habrian llegado a sus paginas; y no habia nada que les gustara mas que un crimen importante, cuanto mas macabro y espantoso mejor. Las unicas personas que no parecian marcharse de vacaciones, y que tampoco tenian un horario de oficina convencional, eran los delincuentes.

«Ni yo», penso Roy Grace.

Sus ultimas vacaciones como Dios manda habian sido nueve anos atras, cuando el y Sandy volaron a Espana y se hospedaron en un piso alquilado cerca de Malaga. El apartamento era minusculo y, en lugar de las vistas al mar publicitadas, daba a un aparcamiento de varias plantas. Y llovio casi toda la semana.

Al contrario que esta ola de calor de agosto que ahora afectaba a Brighton y que provocaba que mas veraneantes y excursionistas de lo normal invadieran la ciudad. Las playas estaban abarrotadas, igual que todos los bares y cafes. El municipio de Brighton y Hove tenia un millon de locales para beber, y a Grace le parecio que seguramente todos y cada uno de ellos estarian ocupados en estos momentos. Era un paraiso para los delincuentes callejeros. Para ellos, aquella era mas bien la «temporada de caza», y no la «temporada de saldos».

Era muy consciente de que, con la escasez de noticias, una investigacion por asesinato como la que ahora tenian entre manos iba a estar sujeta a un analisis aun mas minucioso por parte de la prensa, mas incluso de lo normal. Una mujer rica muerta, una casa chic, posibles practicas sexuales excentricas, un marido guapo y fardon. Un tema seguro para todos los directores que quisieran llenar columnas.

Desde el comienzo, necesitaba planificar con especial cautela el tratamiento que la prensa y los medios de comunicacion iban a dar al caso e intentar, como hacia siempre, conseguir que la cobertura trabajara a favor de la investigacion, no en su contra. Al dia siguiente por la manana celebraria la primera de la habitual serie de ruedas de prensa. Antes, tenia dos reuniones informativas con el equipo que estaba juntando, para prepararse.

Y, de algun modo, a pesar de todo lo que estaba ocurriendo, tenia que encontrar un hueco para subirse a un avion con destino a Munich. Tenia que hacerlo.

Era algo obligado.

En su cabeza se arremolinaban tantos pensamientos en torno a Sandy… «Sentada en el biergarten.» ?Con un amante? ?Habia sufrido una perdida de memoria? ?O simplemente la habian confundido? Si se lo hubiera dicho otra persona, seguramente lo habria olvidado. Pero Dick Pope era un buen policia, un hombre riguroso, un excelente fisonomista.

Unos minutos antes de las seis y media, acompanado por Glenn Branson, Grace salio de la sala de visionado, saco un cafe para cada uno de la maquina expendedora que habia en la minuscula area de cocina y recorrio todo el pasillo hasta llegar a la MIR Uno, donde Tony Case habia asignado su investigacion. Paso por delante de un tablon grande de fieltro rojo con el rotulo OPERACION LISBOA, debajo del cual habia una fotografia de un hombre de rasgos orientales con una barba rala, rodeada por otras fotos de las rocas que habia al pie de los altos acantilados de Beachy Head, cada una con un circulo rojo dibujado alrededor.

Beachy Head, un cabo de piedra caliza hermoso y espectacular, tenia la dudosa reputacion de ser el lugar mas popular de Inglaterra entre los suicidas. Ofrecia a los que querian saltar una caida vertical, y tristemente tentadora, de ciento setenta y cinco metros hasta la costa del canal de la Mancha. La lista de personas que habian saltado, rodado, volado o que se habian despenado con el coche por el borde cubierto de hierba y que, finalmente, habian sobrevivido era corta.

Este hombre desafortunado, sin identificar, habia sido hallado muerto en mayo. Al principio supusieron que era un suicida mas, hasta que la autopsia revelo que seguramente le habian ayudado un poco: llevaba bastante tiempo muerto cuando cayo. La investigacion seguia abierta, pero la aparcaban cada vez que las sucesivas lineas de investigacion resultaban infructuosas.

A todos los casos importantes se les asignaba un nombre elegido al azar por el ordenador de la policia de Sussex. Si alguno de los nombres guardaba relacion con el caso al que se vinculaban, era pura coincidencia. Y rara vez sucedia.

A diferencia del resto de las areas de trabajo de Sussex House -y de las demas comisarias de policia del pais-, no habia rastro de ningun objeto personal sobre las mesas de la MIR Uno. Ni fotos de la familia, ni de futbolistas, ni calendarios de partidillos ni tiras comicas. Todo en esta sala, aparte de los muebles y el equipo informatico, estaba relacionado con la investigacion. Tampoco se bromeaba demasiado, solo habia una

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