concentracion intensa. El timbre de los telefonos, el tecleteo en el ordenador, el zumbido de las impresoras laser cuando salia el papel. El silencio de la concentracion.

Mientras cruzaba la sala, inspecciono su equipo inicial con sensaciones encontradas. Habia varios rostros familiares que le alegro ver. La sargento Bella Moy, una mujer atractiva de treinta y cinco anos y cabello tenido con henna, tenia ante si, como siempre, una caja abierta de Maltesers, a los que era adicta. Nick Nicholl, pelo corto, alto como un pino, con una camisa de manga corta abierta en el cuello, tenia la tez palida y el aire cansado de un padre con un bebe de seis semanas. La indexadora, una joven rolliza de largo pelo castano llamada Susan Gradley, era sumamente trabajadora y eficaz. Y el veterano Norman Potting, a quien no tendria que vigilar de cerca.

El sargento Potting tenia cincuenta y tres anos. Debajo de un peinado que servia para ocultar su calva incipiente, su cara era estrecha, bastante carnosa y llena de venas rotas, los labios prominentes y los dientes manchados por el tabaco. Iba vestido con un traje de lino beis, arrugado, y una camisa de manga corta amarilla, deshilachada, sobre la que parecia llevar la mayor parte del almuerzo. Lucia un bronceado insolito que mejoraba su aspecto, tenia que reconocer Grace. Como era tan politicamente incorrecto, y la mayoria de las mujeres del cuerpo le encontraban ofensivo, Potting solia vagar de una comisaria del condado a otra, para ocupar un puesto cuando una division andaba muy escasa de personal.

El miembro del equipo con el que Grace estaba menos contento era el inspector Alfonso Zafferone. Era un hombre arrogante y hurano, de casi treinta anos, belleza latina y pelo despeinado engominado, vestido impecablemente con traje negro, camisa negra y corbata de color crema. La ultima vez que habia trabajado con el, Zafferone habia demostrado ser perspicaz, pero tenia un grave problema de actitud. En parte, Grace lo habia sumado al equipo porque no tenia eleccion al ser verano, pero tambien porque deseaba darle una leccion a ese mequetrefe.

Mientras saludaba a todos, Grace penso en Katie Bishop en la cama de su casa en Dyke Road Avenue aquella manana. Penso en ella en la mesa de autopsias aquella tarde. Podia sentirla, como si llevara su espiritu en su corazon. El peso de la responsabilidad. La gente que estaba en su sala, y las demas personas que se unirian a su equipo en breve en la rueda de prensa, tenian una gran responsabilidad, por ello tenia que almacenar todos los pensamientos sobre Sandy en un compartimento distinto de su mente y encerrarlos alli, de momento. De algun modo.

En el transcurso de las proximas horas y unos cuantos dias llegaria a saber mas cosas sobre Katie Bishop que cualquier otra persona de la Tierra. Mas que su marido, sus padres, sus hermanos, sus mejores amigos. Tal vez ellos creyeran que la conocian, pero solo sabian lo que ella les habia permitido saber. Habria ocultado algo, inevitablemente. Todo el mundo lo hacia.

E inevitablemente para Roy Grace, este caso se convertiria en algo personal. Siempre era asi.

Pero en aquellos momentos, no tenia forma de saber hasta que punto.

Capitulo 27

Skunk se sentia infinitamente mas fuerte. De repente, el mundo era un lugar mucho mejor. La heroina hacia su trabajo: estaba relajado, todo era genial, su cuerpo rebosaba endorfinas. Asi tendria que ser la vida; asi queria sentirse siempre.

Bethany habia ido a verle, con un pollo, una ensalada de patatas y un flan que habia cogido de la nevera de su madre; todos los pringados se habian marchado de la autocaravana y Skunk se la habia follado por detras, como le gustaba a ella; y como le gustaba a el, con su culo enorme contra su estomago.

Y ahora le llevaba por el paseo maritimo en el pequeno Peugeot de su madre, y Skunk estaba repantigado en el asiento del copiloto, reclinado hacia atras, contemplando su «despacho» a traves de las gafas purpuras. Fichando, a su vez, todos los coches aparcados. Todas las clases de coche que se pudieran imaginar. Todos llenos de polvo y tostados por el sol. Sus propietarios estaban en la playa. Buscaba uno que encajara con la marca y el modelo escrito en el papel humedo y arrugado de la libreta de rayas que descansaba en su regazo, su «lista de la compra», que ojeaba constantemente pues su memoria era una mierda.

– Tengo que volver a casa pronto. Mi madre necesita el coche. Esta noche tiene bridge -dijo Bethany.

Todas las putas marcas de coches del mundo estaban aparcadas en el paseo maritimo aquella tarde. Todas las putas marcas, excepto la que buscaba el. Un Audi A4 nuevo, descapotable, automatico, con pocos kilometros, azul metalizado, plateado o negro.

– Ve hacia Shirley Drive -dijo.

El reloj del salpicadero marcaba las seis y cuarto de la tarde.

– Tengo que estar en casa a las siete, de verdad. Necesita el coche… Me matara si llego tarde -contesto Bethany.

Skunk la miro un momento, agradecido. Era morena, tenia el pelo corto y los brazos gruesos. Sus pechos sobresalian por la parte superior de una camiseta ancha y la minifalda vaquera de color azul apenas le cubria los muslos bronceados y rellenitos. El tenia la mano metida por debajo del elastico de sus braguitas, encajada en el pubis suave y humedo, dos dedos muy dentro de ella.

– Gira a la derecha -le ordeno.

– ?Me estas poniendo caliente otra vez!

Skunk introdujo los dedos aun mas adentro.

Ella suspiro.

– ?Skunk, para!

El tambien estaba caliente otra vez. Bethany giro a la derecha en el semaforo, paso por delante de una estatua de la reina Victoria y luego, de repente, Skunk grito:

– ?Para!

– ?Que?

– ?Ahi! ?Ahi! ?Ahi!

Cogio el volante para obligarla a detenerse en la acera, haciendo caso omiso al chirrido de frenos y al pitido de la bocina del coche de detras.

Mientras ella detenia el coche, Skunk saco los dedos y luego la mano.

– ?De puta madre! ?Hasta luego!

Abrio la puerta del automovil, salio atropelladamente y desaparecio sin siquiera mirar atras.

Alli, parado en el semaforo al otro lado de la calle, habia un Audi A4 descapotable azul metalizado. Skunk saco el boligrafo de su bolsillo, anoto la matricula en el papel, luego cogio el movil y marco un numero.

– GU 06 LGJ -recito-. ?Puedes tenerlas para dentro de una hora?

Estaba tan contento que ni siquiera vio al Peugeot alejandose ni a Bethany diciendole adios con la mano, ni tampoco oyo su breve toque de bocina.

«?Genial! -penso-. ?Si!»

Tampoco vio el pequeno Ford gris, aparcado junto al bordillo un par de cientos de metros detras de el. Era uno de los cinco coches del equipo de vigilancia que le habia estado siguiendo durante la ultima media hora, desde que habia salido de su autocaravana.

Capitulo 28

Brian Bishop estaba sentado en el borde de la cama grande, con la barbilla apoyada entre las manos, mirando la television en su habitacion de hotel. A su lado habia una bandeja con una taza de te que se habia enfriado hacia tiempo, mientras que las dos galletas seguian intactas en el envoltorio de celofan. Habia apagado el aire acondicionado porque hacia demasiado frio y ahora, todavia con la ropa de golf debajo de la chaqueta, chorreaba de sudor.

Fuera, a pesar del doble cristal, podia oir el gemido de una sirena, el debil sonido del motor de un camion, el pitido intermitente de la alarma de un coche. Un mundo exterior del que se sentia totalmente desconectado

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