Estaba enfadado consigo mismo por manejar la situacion con tanta torpeza. Por mentir a Cleo y por provocar que rompiera su confianza en el. De acuerdo, era una mentira piadosa, bla, bla, bla. Pero esa pregunta que le habia hecho, esa unica pregunta sencilla, era justo la que no podia responder, ni a ella, ni a si mismo. Siempre la pregunta del millon.

«?Que pasa si la encuentras?»

Y la verdad era que en realidad no lo sabia. Habia tantos imponderables… Tantas razones distintas por las que la gente desaparecia… Y el conocia la mayoria. Habia pisado este terreno muchas veces con el equipo de ayuda telefonica a desaparecidos y con el loquero al que habia ido de manera intermitente a lo largo de los anos. En el fondo de su corazon, se aferraba a la pequena esperanza de que, si Sandy estaba viva, sufriera amnesia. Habia sido una opcion realista los primeros dias y semanas, tras su desaparicion, pero ahora, despues de tantos anos, se habia convertido en una posibilidad demasiado exigua a la que agarrarse.

Un reloj de pulsera marca Swatch con la esfera rosa y con letras blancas y la correa blanca se balanceo delante de su cara.

– Yo le compre uno de estos a mi hija de nueve anos. Se puso loca de contenta, como alucinada, ?sabe a que me refiero? -dijo la dependienta amablemente.

Era una afrocaribena de tez palida, de unos treinta y pocos anos, simpatica y elegantemente vestida, con un pelo que parecia un manojo de muelles rotos.

Grace volvio a centrarse en su tarea. Su hermana le habia sugerido que le comprara a su ahijada un reloj para su cumpleanos, que era manana, y el habia llamado a la madre para asegurarse de que no le regalaban uno ya. Sobre el mostrador de cristal habia diez expuestos. Su problema era que no tenia ni idea de lo que le pareceria bonito u horrendo a una nina de nueve anos. Le perseguian recuerdos de las decepciones que se habia llevado al abrir los regalos deprimentes que le habian endilgado sus bienintencionados padres. Calcetines, un batin, un jersey, una replica en madera de una camioneta de reparto de Harrods de los anos veinte cuyas ruedas ni siquiera giraban.

Todos los relojes eran distintos. El rosa con la esfera blanca era el mas bonito, el mas delicado.

– No se lo que se lleva en cuestion de relojes… ?Este le pareceria bien a una nina de nueve anos?

– Este es chulisimo, hombre. Total. Es el que llevan todas. ?Ha visto alguna vez ese programa de los sabados por la manana, en Channel Four?

Grace dijo que no con la cabeza.

– La semana pasada salio una nina que llevaba uno de estos. ?Mi hija se volvio loca!

– ?Cuanto cuesta?

– Treinta libras. Viene en una caja muy bonita.

Grace asintio y saco la cartera. Al menos ya tenia un problema resuelto. Si bien era cierto que se trataba del menor de todos.

En la reunion de las seis y media, celebrada en la sala de reuniones de Sussex House aquella tarde, se le presentaron problemas mas importantes. Los veintidos miembros del equipo presentes se habian quitado la chaqueta; la mayoria de los hombres, como Grace, llevaban camisa de manga corta. Dejaron la puerta abierta, para crear la ilusion de que entraba aire mas fresco desde el pasillo, y dos ventiladores electricos zumbaban ruidosa e inutilmente. Todo el mundo estaba sudando. Justo cuando los ultimos se sentaban, se oyo el estruendo de un trueno en el cielo cada vez mas oscuro.

– Ya estamos -exclamo Norman Potting, que tenia grandes manchas de sudor en su camisa color crema-. El tipico verano ingles. Dos dias buenos seguidos de una tormenta electrica.

Varios miembros del equipo sonrieron, pero Grace apenas le escucho, absorto en muchos pensamientos. Cleo aun no le habia devuelto las llamadas. Tenia reservado un vuelo a las siete de la manana a Munich, manana, con regreso a las 21.15 de la noche. Pero al menos alli contaba con ayuda. Aunque llevaba mas de cuatro anos sin hablar con Marcel Kullen, el hombre habia devuelto su llamada al cabo de una hora y -por lo que pudo comprender por su ingles roto y erratico- el inspector aleman insistia en recogerle en persona en el aeropuerto. Ademas, habia recordado cancelar el almuerzo de manana en casa de su hermana, para gran decepcion de esta y el enfado silencioso de Cleo.

– Son las 18.30 del sabado, 5 de agosto -leyo formalmente para el grupo reunido de las notas que le habia preparado Eleanor Hodgson-. Esta es la cuarta reunion de la operacion Camaleon, la investigacion sobre la muerte de la senora Katherine Margaret Bishop -conocida como Katie-, celebrada el dia 2 tras el hallazgo de su cadaver a las 8.30 de la manana de ayer. Ahora resumire los acontecimientos ocurridos tras el incidente.

Fue breve con el resumen, saltandose algunos detalles, luego termino anunciando, enfadado, que alguien habia filtrado la informacion crucial de la mascara antigas al reportero del Argus Kevin Spinella.

Mirando a su alrededor, pregunto:

– ?Alguien sabe como se ha enterado?

Rostros carentes de expresion recibieron su pregunta.

Irritado por el calor, y por Cleo, y por todo en ese momento, dio un fuerte golpe con el puno en la mesa.

– Es la segunda vez que ocurre esto en los ultimos meses. -Lanzo una mirada a su ayudante, la inspectora Kim Murphy, quien asintio como para confirmarlo-. No estoy diciendo que haya sido alguien de esta sala -anadio-. Pero voy a averiguar quien es el responsable pase lo que pase y quiero que esteis todos bien atentos. ?De acuerdo?

Todo el mundo asintio. Luego se hizo un silencio breve y profundo, roto por el fogonazo de un relampago y el parpadeo repentino de todas las luces de la sala. Unos momentos despues se oyo el estruendo de otro trueno.

– Desde un punto de vista organizativo, manana no estare aqui para las reuniones, que dirigira la inspectora Murphy.

Kim Murphy volvio a asentir.

– Estare fuera del pais unas horas -prosiguio Grace-. De todos modos, tendre el movil y la Blackberry, asi que estare localizable en todo momento por telefono y correo electronico. De acuerdo, ahora escuchemos vuestros informes individuales. -Miro sus notas, para comprobar las tareas que habian sido asignadas, aunque recordaba la mayoria de memoria, si no todas-. ?Norman?

La voz de Potting era grave, a veces un grunido apagado, tosco por la manera de pronunciar las erres, un modo propio de las zonas rurales.

– Tengo algo que podria ser importante, Roy -dijo el sargento.

Grace le indico que continuara.

Potting, que se centraba mucho en los detalles, transmitio la informacion con la terminologia formal y pesada que podria haber empleado al dar su testimonio desde un estrado.

– Me pediste que comprobara todas las camaras de seguridad de la zona. Repase el Vantage para ver los incidentes registrados durante la noche del jueves y observe que ayer por la manana a primera hora se hallo la furgoneta de un fontanero, cuyo robo se denuncio el jueves por la tarde en Lewes, abandonada en la via de acceso de una gasolinera BP, en el carril oeste de la A 27, a tres kilometros al este de Lewes.

Hizo una pausa para volver un par de paginas de su libreta de rayas.

– Tome la decision de investigarlo porque me parecio muy extrano…

– ?Por que? -pregunto la sargento Bella Moy volviendose en su contra.

Grace sabia que Bella no aguantaba a Potting y que aprovecharia cualquier oportunidad para humillarle.

– Bueno, Bella, me extrano que unos gamberros eligieran una furgoneta llena de herramientas de fontaneria para salir a divertirse -contesto, provocando un ligero regocijo en los demas. Incluso Grace se permitio una breve sonrisa.

– Pero si podria ser obra de un fontanero deshonesto -contesto Bella, imperterrita.

– No con lo que cobran. Todos los fontaneros conducen Rolls.

Esta vez la carcajada fue aun mas sonora. Grace levanto una mano para hacerlos callar.

– ?Podemos cenirnos al tema, por favor? Estamos tratando algo muy serio.

Potting prosiguio.

– Me dio mala espina. La furgoneta de un fontanero abandonada. Sobre la misma hora en que mataron a la senora Bishop. No se explicar por que lo relacione. Digamos que fue olfato de policia.

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