Capitulo 54
Por culpa de un problema con la puerta del equipaje, el avion despego con media hora de retraso. Roy Grace estuvo todo el viaje sentado tan erguido en su asiento que ni siquiera penso en reclinar y mirar por la ventanilla los remaches sobre el metal gris protuberante de la carcasa del motor de estribor.
Durante dos horas interminables en el aire, fue incapaz de concentrarse en nada por mucho tiempo, para pasar el rato, salvo memorizar una seccion del mapa del centro de Munich. La caja de carton con el envoltorio de plastico y la caja vacia del panecillo de queso repugnante que se habia comido solo porque se moria de hambre, y los posos de un segundo cafe amargo que habia tomado, temblaron en la bandeja cuando el avion atraveso unas nubes para iniciar por fin el descenso.
Se sentia frustrado por haber perdido esos treinta minutos preciosos, que habian recortado el tiempo brevisimo del que disponia hoy. Apenas vio las manos de la azafata delante de el retirando los restos de su desayuno mientras contemplaba el paisaje que se abria ahora debajo de el.
La inmensidad.
Los nervios revoloteaban en su estomago mientras absorbia las primeras vistas de suelo aleman. Los retazos de rectangulos marrones, amarillos y verdes de tierras llanas se extendian por una planicie que parecia interminable e infinita. Vio pequenos grupos de casas blancas con tejados rojos y marrones, bosquecillos, los arboles de un verde esmeralda tan vivo que parecian pintados con un aerosol. Luego una ciudad pequena. Mas grupos de casas y edificios.
Un panico grande y quejumbroso crecia dentro de el. ?Reconoceria a Sandy si la veia? Habia dias que ni siquiera podia recordar su cara si no miraba una fotografia, como si el tiempo, le gustara o no, estuviera borrandola lentamente de su memoria.
Y si estaba aqui, en algun lugar de este inmenso paisaje, ?donde se encontraba? ?En la ciudad que todavia no podia ver? ?En uno de estos pueblos remotos que pasaban despacio ahi abajo? ?Llevaba Sandy una vida en algun lugar de este paisaje abierto e inmenso? ?Una hausfrau alemana anonima cuyo pasado nadie habia puesto nunca en duda?
La mano de la azafata volvio a aparecer delante de el, plego la mesita gris y giro el gancho para sujetarla. El suelo iba acercandose, los edificios eran cada vez mayores. Veia coches circulando por las carreteras. Oyo la voz del comandante por el altavoz, ordenando al personal de cabina que ocupara sus asientos para el aterrizaje.
Despues les dio las gracias por volar con British Airways y les deseo que pasaran un dia agradable en Munich. Para Grace, hasta estos ultimos dias, la ciudad alemana solo era un nombre en el mapa. Un nombre en los titulares de los periodicos en los recovecos mas profundos de su mente. Un nombre en los documentales de television. Un nombre donde todavia vivian los parientes lejanos de Sandy, a quienes no habia conocido nunca, en un pasado del que habia estado desconectada.
El Munich donde Adolf Hifler tuvo su hogar y fue detenido de joven por intento de golpe de Estado. El Munich donde, en 1958, medio equipo del Manchester United murio en un accidente de avion en una pista cubierta de nieve. El Munich donde, en 1972, unos terroristas arabes inmortalizaron tristemente los Juegos Olimpicos al masacrar a once atletas israelies.
El avion golpeo el suelo y, unos momentos despues, noto que el cinturon se le clavaba en el estomago mientras frenaba, los motores rugiendo por el empuje negativo. Luego se estabilizo y adquirio una velocidad suave de rodaje. Pasaron por delante de una manga de viento, el casco de un avion viejo, oxidado y con el tren de aterrizaje hundido. Por el altavoz se anuncio un mensaje para los pasajeros que iban a conectar con otros vuelos. Y Roy Grace tuvo la sensacion de que todos y cada uno de los nervios que revoloteaban en su estomago intentaba subir a su garganta.
El hombre sentado a su lado, en quien apenas se habia fijado, encendio su telefono. Grace saco el suyo de la chaqueta de lino color crema y tambien lo conecto, mirando a la pantalla, con la esperanza de tener un mensaje de Cleo. A su alrededor oyo los pitidos de las senales de los SMS. De repente, su movil tambien pito. El corazon le dio un brinco. Luego se le cayo el alma a los pies. Solo era un mensaje de bienvenida de una compania telefonica alemana.
Durante la noche de inquietud, se habia despertado varias veces y se habia preocupado por como vestirse. Era ridiculo, lo sabia, porque en su fuero interno no creia que hoy viera a Sandy, aunque estuviera alli realmente, en algun lugar. Pero aun asi queria estar lo mejor posible, por si acaso… Queria estar -y oler- como ella seguramente le recordaria. Habia una colonia de Bulgari que Sandy solia comprarle y todavia tenia el frasco. Se la habia rociado por la manana, por todo el cuerpo. Luego se puso una camiseta blanca debajo de la chaqueta color crema. Unos vaqueros ligeros, porque habia consultado la temperatura en Munich, que era de 28 °C. Y unas deportivas comodas, porque imagino que caminaria mucho.
Aun asi, le sorprendio el calor empalagoso, pegajoso, impregnado de queroseno que le envolvio mientras bajaba la escalera del avion y cruzaba el asfalto hasta la jardinera. Unos momentos despues, sin equipaje, cuando pasaban unos minutos de las diez y cuarto, hora local, avanzo por la comodidad de la sala de aduanas silenciosa y con aire acondicionado hasta el vestibulo de llegadas; al instante vio la figura alta y sonriente de Marcel Kullen.
El inspector aleman tenia el pelo negro ondulado y corto, con algunos mechones que caian sobre su frente, una sonrisa amplia en su rostro jovial, y vestia ropa de sport de domingo: una chaqueta marron ligera sobre un polo amarillo, vaqueros anchos y mocasines de piel marron. Estrecho con firmeza la mano tendida de Grace con las dos manos y dijo, con su acento gutural:
– Roy, casi no te he reconocido. ?Que joven estas!
– ?Tu tambien!
A Grace le emociono mucho la calidez del saludo, de un hombre que en realidad no habia llegado a conocer tan bien. De hecho, estaba tan abrumado por la emocion de la ocasion que se descubrio, de repente y de un modo muy inusitado, al borde de las lagrimas.
Intercambiaron cumplidos mientras atravesaban el edificio casi vacio, cruzando el suelo de baldosas blancas y negras. Kullen hablaba bien ingles, pero a Grace le estaba costando acostumbrarse a su acento. Caminaban detras de una figura solitaria que tiraba de una bolsa de viaje con ruedecitas, pasaron por delante del toldo rayado de una tienda de regalos y volvieron a salir al calor empalagoso, por delante de una larga hilera de taxis color crema, la mayoria Mercedes. En el breve paseo hasta el aparcamiento, Grace comparo la calma casi suburbana de este aeropuerto con el bullicio de Heathrow y Gatwick. Parecia una ciudad fantasma.
El aleman acababa de ser padre por tercera vez, de un nino, y si hoy tenian tiempo, esperaba poder llevar a Grace a su casa para que conociera a su familia, le informo Kullen con una sonrisa amplia. Grace, sentado en el asiento del copiloto de piel agrietada del BMW Serie 5 antiguo pero brillante del hombre, le dijo que seria un placer. Pero en el fondo no albergaba ningun deseo de hacerlo. No habia ido alli a socializar, queria emplear cada minuto de su precioso tiempo en encontrar un rastro de Sandy.
Una grata rafaga de aire fresco procedente del aire acondicionado asmatico acaricio su cara mientras se alejaban del aeropuerto, atravesando el paisaje rural que habia escudrinado desde el avion. Grace miro por las ventanillas, abrumado por la gran inmensidad de todo. Y se percato de que no habia estudiado detenidamente la situacion. ?Que diablos esperaba conseguir en un solo dia?
Las senales de trafico pasaban a toda velocidad, azules con letras blancas. Una mostraba el nombre del aeropuerto Franz Josef Strauss, que acababan de abandonar, luego en otra leyo la palabra «Munchen». Kullen siguio charlando, mencionando los nombres de los agentes con quienes habia trabajado en Sussex.
Casi mecanicamente, Grace le ofrecio una cronica sobre cada uno de ellos, lo mejor que pudo, su mente dividida entre pensar en el asesinato de Katie Bishop, preocuparse por su relacion con Cleo e intentar concentrarse en la tarea que le aguardaba hoy. Durante algunos momentos, siguio con la mirada un S-Bahn rojo y plateado que circulaba en paralelo con ellos.
De repente, la voz de Kullen se volvio mas animada. Grace escucho la palabra «futbol». A su derecha vio el nuevo estadio blanco y enorme, con la forma de un neumatico, y las palabras «ALLIANZ ARENA» con grandes letras azules. Luego, detras, en lo alto de lo que parecia un monticulo artificial, habia un solitario poste eolico blanco con una helice.