– Te ensenare un poco la ciudad, para que te hagas una idea de como es Munich, luego iremos a la oficina y luego ?al Englischer Garten? -dijo Kullen.

– Buen plan.

– ?Has hecho una lista?

– Si.

El teniente habia sugerido a Grace que antes de su viaje anotara todos los intereses de Sandy y luego irian a lugares que pudiera haber visitado para disfrutar de ellos. Grace miro su libreta. La lista era larga. Libros. Jazz. Simply Red. Rod Stewart. Bailar. Comer. Antiguedades. Jardineria. Cine, en concreto peliculas de Brad Pitt, Bruce Willis, Jack Nicholson, Woody Allen y Pierce…

De repente, su movil sono. Lo saco del bolsillo y miro la pantalla, con la esperanza de ver uno de los numeros de Cleo.

Pero el numero estaba oculto.

Capitulo 55

A las diez y cuarto de la manana del domingo, David Curtis, un joven agente de policia en periodo de prueba, y que llevaba dos dias en Brighton, hacia un rato que habia comenzado el turno. Era un chico alto de diecinueve arios, serio y con el pelo castano oscuro, corto y cuidado, pero con un toque moderno. Iba sentado en el asiento del copiloto de un coche patrulla Vauxhall, que olia a patatas fritas de la noche anterior, y que conducia el mas aburrido de todos los policias de la comisaria de John Street.

El sargento Bill Norris, un hombre de unos cincuenta y pocos anos, con la cara chata y el pelo rizado, habia estado en todas partes, lo habia visto y hecho todo, pero nunca lo suficientemente bien como para que lo ascendieran a un rango superior. Ahora, a pocos meses de jubilarse, le gustaba ensenarle a este joven como funcionaba todo. O mas exactamente, le gustaba tener una audiencia atenta para todas las batallitas que nadie mas queria volver a escuchar.

Patrullaban por la calle esparcida de basura de West Street, las discotecas todas cerradas ahora, las aceras llenas de cristales rotos, envoltorios de hamburguesas y kebabs, todos los residuos habituales de un sabado por la noche. Dos vehiculos de limpieza trabajaban a destajo, avanzando pegados a los bordillos.

– Claro que antes era distinto -estaba diciendo Bill Norris-. En esos dias, podiamos tener nuestros propios informadores, ?sabes? Una vez, cuando estaba en la brigada de estupefacientes, vigilamos una tienda de ultramarinos en Waterloo Street durante dos meses gracias a una informacion que tenia yo. Sabia que mi hombre tenia razon. -Se dio un golpecito en la nariz-. Olfato de poli. O lo tienes o no lo tienes. Ya lo averiguaras, hijo.

El sol los deslumbraba, entrando oblicuamente desde el canal al final de la calle. David Curtis levanto la mano para protegerse los ojos, examinando las aceras, los coches que pasaban. Olfato de poli. Si, estaba seguro de que el lo tenia.

– Y estomago. Debes tenerlo -prosiguio Norris.

– De hierro, lo tengo.

– Asi que estabamos sentados en la casa abandonada de enfrente. Entrabamos y saliamos por un callejon que habia detras. Hacia un frio de mil demonios. ?Durante dos meses! ?Se nos congelaban los huevos! Encontre un abrigo viejo de los vigilantes del British Rail que algun vagabundo habia dejado alli tirado y me lo puse. Dos meses alli sentados, dia y noche, observando con binoculares de dia y prismaticos nocturnos en la oscuridad. Nada que hacer, solo «moviendo la linterna», asi lo llamabamos, ?sabes? Contar historias, mover la linterna. Bueno, a lo que iba, una noche se detuvo un turismo, un Jaguar grand…

El agente en pruebas fue indultado, temporalmente, de esta historia, que ya habia escuchado dos veces, gracias a una llamada del control central de Brighton.

– Sierra Oscar a Charlie Charlie 109.

Utilizando su radio personal, trabada en su horquilla de plastico en la pinza del chaleco antinavajazos, David Curtis contesto:

– El 109, adelante.

– Tenemos una alarma de grado dos en espera. ?Estais libres?

– Si, si. Danos los detalles, cambio.

– La direccion es Newman Villas, 17, piso 4. La inquilina se llama Sophie Harrington. No aparecio ayer para reunirse con una amiga y no contesta al telefono ni a la puerta desde ayer por la tarde, lo que es inusual. ?Podeis pasar a comprobar que todo este en orden?

– ?Confirmas Newman Villas, 17, piso 4, Sophie Harrington? -dijo Curtis.

– Si, si.

– Recibido. Estamos de camino.

Aliviado por tener algo que hacer esa manana, Norris realizo un cambio de sentido tan brusco y rapido que los neumaticos chirriaron. Luego giro a la izquierda al final de la calle y entro en Western Road, acelerando mas de lo que era estrictamente necesario.

Capitulo 56

Disculpandose con Marcel Kullen, se acerco el telefono a la oreja y presiono la tecla verde.

– Roy Grace -contesto.

Luego, cuando oyo la voz mordaz al otro lado, deseo de inmediato haber dejado sonar el maldito telefono.

– ?Donde estas, Roy? Suena como si estuvieras en el extranjero. -Era su jefa, la subdirectora Alison Vosper, y parecia un poco asombrada-. No era el tono del Reino Unido -dijo.

Se trataba de una llamada que no habria esperado hoy y no tenia ninguna respuesta preparada. Cuando habia telefoneado a Marcel a Alemania no se habia fijado en que el tono fuera distinto, un quejido uniforme y constante en lugar del tono doble normal del Reino Unido. No tenia sentido mentir, lo sabia.

– En Munich -contesto, respirando hondo.

Al otro lado de la linea se oyo un ruido como si un pequeno aparato nuclear detonara dentro de una cabana de chapa llena de bolas de acero. Lo siguieron unos momentos de silencio. Luego volvio a escuchar la voz de Vosper, muy brusca:

– Acabo de tirar el cafe. Ahora te llamo.

Mientras colgaba, se maldijo por no haberse planteado mejor la situacion. En un mundo normal, tenia todo el derecho a tomarse un dia libre, por supuesto, y dejar al mando a su ayudante. Pero el mundo por el que rondaba Alison Vosper no era normal. Le caia antipatico, por motivos que el no acertaba a comprender -pero sin duda en parte se debia a su reciente y desafortunada aparicion en los periodicos- y buscaba constantemente una razon para degradarlo, obstaculizar su carrera o trasladarlo a la otra punta del pais. Tomarse el dia libre la tercera jornada de una importante investigacion de asesinato no iba a mejorar la opinion que tenia de el.

– ?Todo bien? -pregunto Kullen.

– Mejor que nunca.

Ahora su telefono volvio a sonar.

– ?Que estas haciendo en Alemania exactamente? -pregunto Alison Vosper.

Roy odiaba mentir -las mentiras debilitaban a la gente, como habia descubierto recientemente por experiencia propia-, pero tambien era consciente de que era improbable que la verdad fuera recibida con amabilidad, asi que eludio el tema.

– Estoy siguiendo una pista.

– ?En Alemania?

– Si.

– ?Y cuando podemos esperar recuperar tu dotes de mando en Inglaterra?

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