era su hogar. ?Su templo! En este garaje -y a veces en el de la puerta de al lado, donde guardaba el remolque cubierto- consumia muchas de esas horas que habia ido acumulando en el banco. ?Decenas a la vez! ?Cientos todos los meses! ?Miles todos los anos!
Miro amorosamente la funda hecha a medida, los contornos fluidos del coche que protegia, el reluciente Jaguar Mk2 3.8 color blanco opalo del 62, que ocupaba tanto espacio que lo rozo al pasar.
En las paredes estaban colgadas sus herramientas, organizadas por grupos, cada una tan limpia que podria estar recien salida de su caja, todas en su lugar. Sus martillos formaban una parte de la exposicion. Sus llaves, galgas de espesores, destornilladores -cada pieza era una obra de arte distinta-. En las estanterias estaban dispuestas las latas y botellas de abrillantador, los productos para limpiar las ruedas, el cromo y las ventanas, la cera para el cuero, sus esponjas, gamuzas y escobillas para limpiar botellas, los desatascadores, todos parecian nuevos, para estrenar.
– ?Hola, preciosidad! -susurro, acariciando la funda, pasando la mano por el techo duro curvado que notaba debajo-. Eres preciosa. Tan, tan preciosa…
Paso junto al coche, acariciando la funda con la mano, notando las ventanas, luego el capo. Conocia cada cable, panel, tuerca y tornillo, cada centimetro de acero, cromo, cuero, cristal, nogal y baquelita. Era su nina. Siete anos de reensamblaje meticuloso a partir de una chatarra habitada por ratas y ratones en un granero abandonado en un corral. Estaba en mejor estado ahora que el dia que salio de la fabrica, cuarenta largos anos atras. Diez escarapelas del primer premio en el Concours d'Elegance colgadas en la pared del garaje lo atestiguaban. Procedian de todo el pais. Tambien habia ganado decenas de segundos, terceros y cuartos premios. Pero estos siempre iban directamente a la basura.
Recordo que hoy, mas tarde, tenia que trabajar en las partes interiores de los parachoques, que eran invisibles al observador normal. Los jueces miraban tras ellos a veces y alli era donde te pillaban, y a finales de este mes se celebraba un concurso importante del Jaguar Drivers' Club.
Pero en esos momentos tenia algo mas importante en la mente. Se trataba de una maquina para copiar llaves, con un gran juego de llaves ciegas -para cualquier cerradura, decia el anuncio de internet- que estaba en el suelo en el paquete marron marcado con la palabra FRAGIL junto a su mesa de trabajo desde que lo habia recibido un par de meses atras.
Esa era la gran ventaja de ser un Multimillonario de Tiempo. Podias hacer planes. Prepararte. Habia leido una cita en un periodico de un tipo llamado Victor Hugo, que habia dicho: «No existe nada mas poderoso en el mundo que una idea a la que le ha llegado su momento».
Dio unos golpecitos a la lata llena de cera, con la marca de la llave de la casa de Cleo Morey, que habia guardado en el bolsillo de su chaqueta. Luego comenzo a abrir el paquete con una sonrisa en los labios. Pedir aquello habia sido muy buena idea.
Habia llegado su momento.
Capitulo 77
Grace entro con su Alfa Romeo en el aparcamiento delantero del Royal Sussex County Hospital, donde habia ido a visitar a una policia herida, y avanzo lentamente, buscando un espacio libre. Entonces espero pacientemente a que una anciana abriera la puerta de su pequeno Nissan Miera, subiera, se abrochara el cinturon, introdujera la llave en el contacto, tocara el retrovisor, pusiera el motor en marcha, entendiera lo que hacia el volante, recordara donde estaba la palanca de cambios y, por fin, encontrara la marcha atras. Luego salio con la velocidad de un torpedo propulsado desde un tubo y no choco con la parte delantera de su coche por unos pocos centimetros. Grace ocupo el sitio que habia dejado vacante y apago el motor.
Faltaban pocos minutos para las dos y media y le sonaron las tripas, y recordo que necesitaba comer algo, aunque no tenia apetito. Las visitas al deposito de cadaveres casi siempre le quitaban el hambre y la imagen del tatuaje macabro en la espalda de Sophie Harrington seguia muy vivo en el, desconcertandole y perturbandole: «PORQUE LA QUIERES».
?Que diablos significaba eso? Imaginaba que «la» se referia a la victima, Sophie Harrington. Pero ?a quien aludia el «quieres»? ?A su novio?
Sono su telefono. Era Kim Murphy, que deseaba ponerle al corriente de los progresos del dia hasta el momento. La noticia mas importante era que el laboratorio de Huntington habia confirmado que tendria los resultados de los analisis de ADN a ultima hora de la tarde. Mientras terminaba la conversacion, el movil pito con una llamada en espera. Era el inspector jefe Duigan, que tambien telefoneaba para informar sobre los progresos en el caso Sophie Harrington; parecia satisfecho.
– Hara cosa de una hora, una anciana que vive en la casa de enfrente se ha acercado a hablar con el agente de guardia en la escena. Dice que vio a un hombre que se comportaba de manera extrana en la calle de delante del edificio de Sophie Harrington el viernes sobre las ocho de la tarde. Llevaba una bolsa de plastico roja en la mano y la cabeza cubierta con una capucha. Aun asi, parece que pudo verle bien.
– ?Ha podido proporcionar una descripcion de su cara?
– Hemos mandado a alguien para que la interrogue. Pero por lo que ha dicho de momento encaja con Bishop, en cuanto a estatura y constitucion. ?Y verdad que segun el informe de la cronologia de los hechos no tiene coartada para esa hora?
– Correcto. ?Podria identificarle en una rueda de reconocimiento?
– Es lo primero de la lista.
Grace pregunto a Duigan si habian logrado averiguar si Sophie tenia novio. El inspector respondio que todavia no tenian ninguna informacion al respecto, pero que en breve interrogarian a la amiga que habia denunciado su desaparicion.
Cuando su colega termino, Grace comprobo los e-mails en su Blackberry, pero no habia nada relevante acerca de ninguna de las dos investigaciones. Guardo el aparato en la funda del cinturon y se quedo pensando unos momentos. Potencialmente, la noticia de Duigan era muy buena, en efecto. Si aquella mujer podia identificar positivamente a Bishop, tendrian otra prueba significativa contra el hombre.
Volvieron a sonarle las tripas. El sol implacable caia a plomo a traves del techo corredizo abierto, asi que lo cerro y agradecio el momento de sombra. Luego cogio el sandwich de beicon y huevo que habia comprado por el camino en una gasolinera, arranco el envoltorio de celofan y lo saco. El primer mordisco le supo un poco a carton con sabor a beicon. Masticando despacio y sin entusiasmo, agarro el ejemplar de la ultima edicion del Argus, que habia comprado en el mismo momento que el sandwich. Miro la portada, pasmado al ver lo deprisa que podian publicar una historia. Algun dia tendria que llegar al fondo de las fuentes confidenciales de Spinella.
EL ASESINO EN SERIE DE BRIGHTON SE COBRA
SU SEGUNDA VICTIMA
Habia una fotografia particularmente atractiva de Sophie Harrington, con una camiseta y un collar de cuentas sencillo, su melena castana brillante a la luz del sol. Sonreia ampliamente a la camara, o a la persona de detras.
Luego leyo el articulo, firmado por Kevin Spinella, que se extendia hasta las paginas dos y tres. Estaba aderezado con una serie de fotografias del estilo de vida de Katie Bishop, asi como con las clasicas palabras de consternacion que cabria esperar de los padres de Sophie Harrington y su mejor amiga. Y tambien se fijo en la pequena fotografia de el que el periodico siempre reproducia.
Era una cronica tipica de Spinella: periodismo sensacionalista pensado para despertar el maximo panico posible en la ciudad y aumentar la tirada del rotativo durante los proximos dias, asi como para realzar el curriculum del reportero y las ambiciones que sin duda alberga ese pelota empalagoso de conseguir un puesto en un diario nacional. Grace supuso que no podia culpar al hombre, o a su director -seguramente el habria actuado igual en su lugar-. Pero de todas formas, citas reproducidas a proposito de manera incorrecta como «El capitan de division de la Policia de Brighton, el comisario jefe Ken Brickhill, ha recomendado a todas las mujeres del municipio de Brighton y Hove que cierren con llave sus puertas» no ayudaban en nada.
Parte del proposito de las ruedas de prensa bien organizadas, como la que habian celebrado antes, ese