derechos».

– Puede que le sirva de ayuda, senor. Tiene derecho a que alguien le informe de su arresto y a ver a un abogado. ?Quiere que le proporcionemos uno de oficio o tiene el suyo propio?

– ?Podrian llamar al senor Glenn Mishon, por favor, y decirle que no voy a poder ir a cenar?

– ?Puede proporcionarme su numero?

Bishop se lo dio. Luego dijo:

– Me gustaria hablar con mi abogado, Robert Vernon, que trabaja en Ellis, Cherril y Ansell.

– Realizare las llamadas -dijo el agente-. Mientras tanto, autorizo a su agente de detencion, el sargento Branson, a que le registre. -Entonces, el agente de custodia saco dos bandejas de plastico verdes.

Horrorizado, Bishop vio que Branson se ponia unos guantes de latex. El sargento comenzo a cachearle, empezando por la cabeza. Del bolsillo de la pechera de Bishop saco sus gafas de leer y las dejo sobre la bandeja.

– ?Eh! Las necesito… ?No puedo leer sin ellas! -dijo Bishop.

– Lo siento, senor -contesto Branson-. Tengo que quitarselas por su propia seguridad.

– ?No sea ridiculo!

– Tal vez mas adelante el agente de custodia le permitira quedarselas, pero por ahora tenemos que ponerlas en la bolsa de sus pertenencias -contesto Branson.

– ?No sea estupido, joder! ?No voy a suicidarme! ?Y como se supone que voy a leer este documento sin ellas? -dijo, blandiendo la hoja DIN-A4 delante de el.

– Si tiene dificultades, me encargare de que alguien se lo lea en voz alta, senor.

– Oiga, vamos, ?sea razonable!

Haciendo caso omiso a las suplicas reiteradas de Bishop para que le devolvieran las gafas, Branson saco la llave del hotel, la cartera, el movil y la Blackberry del hombre y coloco cada objeto uno a uno en una bandeja. El agente de custodia anoto cada articulo, contando la cantidad de dinero en la cartera y apuntandola por separado.

Branson le quito a Bishop la alianza, el reloj Marc Jacobs y una pulsera de cobre de su muneca derecha; lo dejo todo sobre una bandeja.

Entonces el agente entrego a Bishop un formulario, una lista de sus pertenencias y un boligrafo para que firmara.

– Mire -dijo Bishop, signando claramente a reganadientes-. Estoy encantado de venir aqui y ayudarlos con sus pesquisas. Pero esto es ridiculo. Tiene que dejarme las herramientas de mi negocio. Debo tener e-mail, mi telefono y mis gafas, ?por el amor de Dios!

Sin hacerle caso, Glenn Branson dijo al agente de custodia:

– A la vista de la gravedad del delito y de la potencial participacion del sospechoso en el, solicitamos confiscar su ropa.

– Si, lo autorizo -dijo el agente.

– ?Que cono…? -grito Bishop-. ?Que va a…?

Branson y Nicholl le agarraron cada uno de un brazo y lo sacaron de la sala por otra puerta verde oscuro. Subieron por una rampa, con paredes color crema oscuro a cada lado y una alarma roja que recorria toda la pared izquierda, y pasaron por delante de un bolardo amarillo con un triangulo de advertencia dibujado que mostraba a una figura cayendose y con grandes letras las palabras: «SUELO MOJADO». Luego doblaron una esquina hacia el pasillo que albergaba las celdas de detencion.

Y ahora, mientras veia la hilera de puertas de las celdas, a Bishop comenzo a entrarle panico.

– Yo… Tengo claustrofobia. Yo…

– Alguien estara vigilandole en todo momento, senor -dijo Nick Nicholl con delicadeza.

Se apartaron para dejar pasar a una mujer que empujaba un carrito cargado con libros de bolsillo maltrechos y luego se detuvieron delante de una puerta entornada.

Glenn Branson la empujo para abrirla del todo y entro. Nicholl, agarrando con firmeza a Bishop del brazo, le siguio.

Lo primero que sorprendio a Bishop al entrar fue el olor intenso y empalagoso a desinfectante. Perplejo, escudrino la habitacion pequena y oblonga. Miro las paredes color crema, el suelo marron, el mismo banco que en la sala temporal, cubierto con la misma superficie de granito de imitacion que el poste de fuera y con un colchon delgado azul encima. Miro la ventana con barrotes y sin vistas, el espejo de observacion, arriba en el techo, inclinado hacia la puerta, y la camara de circuito cerrado, tambien arriba, senalandole como si fuera un concursante de Gran Hermano.

Habia un retrete moderno, con mas granito de imitacion para el asiento y un boton para tirar de la cadena en la pared, y un lavamanos sorprendentemente nuevo, acabado con el mismo material moteado. Se fijo en un intercomunicador con dos botones de control, un respiradero cubierto con una malla y el panel de cristal de la puerta.

«Dios mio.» Noto un nudo en la garganta.

El inspector Nicholl sujetaba un fardo debajo del brazo; luego lo comenzo a desenvolver. Bishop vio que era un mono azul de papel. Un joven de unos veinte anos, vestido con una camisa blanca con el emblema de Reliance Security y pantalones negros, aparecio en la puerta con un punado de bolsas marrones, que entrego al sargento Branson. Luego Branson cerro la puerta.

– Senor Bishop -dijo-, desvistase, por favor, quitese tambien los calcetines y la ropa interior.

– Quiero hablar con mi abogado.

– Ahora estan avisandole. -Senalo el intercomunicador-. En cuanto el agente de custodia lo localice, pasaremos la llamada aqui.

Bishop empezo a desvestirse. El inspector Nicholl coloco todas las prendas dentro de una bolsa distinta; incluso cada calcetin tenia la suya propia. Cuando se quedo completamente desnudo, Branson le dio el mono de papel y un par de zapatillas negras.

Justo cuando acabo de ponerse y abotonarse el mono, el intercomunicador cobro vida de repente y escucho la voz tranquila, segura pero preocupada de Robert Vernon.

Con una mezcla de alivio y verguenza, Bishop se acerco, descalzo.

– ?Robert! -dijo-. Gracias por llamarme. Muchas gracias.

– ?Estas bien? -le pregunto el abogado.

– No, no estoy bien.

– Mira, Brian, imagino que todo esto es muy angustiante para ti. El agente de custodia me ha resumido un poco la situacion, pero obviamente no dispongo de todos los datos.

– ?Puedes sacarme de aqui?

– Hare todo lo que pueda como amigo tuyo, pero esta rama del derecho no es mi especialidad; debes contar con un experto. La verdad es que en el bufete no tenemos ninguno. El mejor de la ciudad es un tipo que conozco. Se llama Leighton Lloyd. Tiene una reputacion muy buena.

– ?Cuanto puedes tardar en localizarle, Robert?

De repente, Bishop se dio cuenta de que estaba solo en la celda y que la puerta estaba cerrada.

– Voy a intentarlo ahora mismo; espero que no este de vacaciones. La policia quiere comenzar a interrogarte esta noche. De momento, solo te han detenido para interrogarte, asi que solo pueden retenerte veinticuatro horas, creo, con la posibilidad de ampliarlas doce horas mas. No hables con nadie ni hagas o digas nada hasta que Leighton se ponga en contacto contigo.

– ?Que pasa si esta fuera? -pregunto, muy nervioso.

– Hay otros abogados buenos. No te preocupes.

– Quiero al mejor, Robert. El mejor de todos. El dinero no es problema. Esto es ridiculo. No deberia estar aqui. Es de locos. No se que cono esta pasando.

– Sera mejor que cuelgue, Brian -dijo el abogado-. Tengo que ponerme a hacer llamadas.

– Claro. -Bishop le dio las gracias y el intercomunicador se quedo mudo.

El silencio en la celda era absoluto, como si estuviera en una caja insonorizada.

Se sento en el colchon azul y metio los pies en las zapatillas. Eran demasiado pequenas y le apretaban los dedos. Habia algo de Robert Vernon que le inquietaba. ?Por que no estaba mas receptivo? Por su tono de voz, casi parecia que esperaba que esto sucediera.

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