Bajo del coche con dificultad, el cuerpo todavia agarrotado y muy tembloroso, y se refugio en la sombra oscura de la valla de la obra, una mano en el coche, la otra en la pared. Resoplaba, el corazon le latia con fuerza, y por un momento penso que iba a vomitar. Vio la cara de Beth, que lo miraba con inquietud, atrapada como un fantasma por el resplandor de una farola que habia enfrente.

Avanzo un paso y se dio cuenta de que estaba mareado. Se tambaleo y casi se cayo, pero logro agarrarse al lateral del coche a tiempo para no perder el equilibrio. «?Tengo que hacerlo! Tengo que hacerlo, aguantar un poco mas, solo dar unos pasos, no puedo cagarla, debo hacerlo, debo hacerlo. ?Debo hacerlo!»

Se cubrio la cabeza con la capucha del impermeable fino, luego se lanzo hacia delante. Habia comenzado a soplar la brisa y la verja vibro un poco. Habia coches silenciosos aparcados a ambos lados de la calle, banados por el resplandor naranja del alumbrado. El MG estaba a cincuenta metros.

Era consciente de que caminaba de modo inestable. Y tambien de que le estaban observando. No sabia donde se habian situado, pero sabia que se encontraban en algun lugar de esta calle. Seguramente en uno de los coches o furgonetas. Dejo atras un Prius negro. Un Citroen 2CV. Vio un monovolumen Mitshubishi, lleno de polvo, borroso, delante de el, luego volvio a enfocarlo. Ahora las nauseas eran aun mas fuertes. Noto un insecto arrastrandose por su brazo izquierdo y lo aplasto con la mano. Luego aparecieron mas subiendo por su cuerpo; notaba sus patas diminutas y afiladas en su piel. Se dio unas palmadas en el pecho, luego levanto el brazo hacia atras y se pego un manotazo en la nuca. Despues en el estomago.

– ?Fuera! -grito.

Presa de un panico repentino, creyo haber olvidado el juego de palancas. ?Se le habian caido en el coche? ?O se las habia dejado en la autocaravana?

Comprobo sus bolsillos, primero uno, luego el otro. «?No! ?Mierda, no!»

Luego volvio a comprobarlos. Y ahi estaban, escondidas en el bolsillo de la mano derecha del impermeable, encerradas en la caja dura de plastico.

«?Controlate!»

Al llegar a la parte trasera del MG, de repente una luz blanca y brillante le ilumino. Escucho el rugido de un motor y se aparto. Bethany paso a su lado, en primera, lo saludo con la mano y luego dio un bocinazo.

«?Zorra estupida!» Sonrio. Vio desaparecer las luces traseras. Luego, moviendose deprisa, sintiendose un poco mejor de repente ahora que estaba alli, saco el juego de palancas del bolsillo, cogio la que queria e introdujo la punta en la cerradura de la puerta, que abrio en cuestion de segundos. Al instante, se disparo la alarma, un pitido fuerte, combinado con el parpadeo de todas las luces.

Mantuvo la calma. No eran faciles de mangar, estos coches, tenian sensores de impactos e inmovilizadores. Pero parte de la instalacion electrica estaba justo detras del salpicadero. Se podia hacer un cortocircuito para neutralizar el sensor de impactos y el inmovilizador y encender el motor con solo un puente.

El interior olia bien, tapiceria nueva, piel y un perfume ligero de mujer. Subio, dejo la puerta abierta, para que no se apagara la luz de dentro, agacho la cabeza debajo del salpicadero y encontro de inmediato lo que estaba buscando. Dos segundos mas tarde, la alarma callo.

Entonces oyo un grito. Una voz de mujer. Chillando como una loca.

– ???Eh!!! ???Ese es mi coche!!!

Cleo corrio calle abajo, la sangre le hervia en las venas. Le irritaba mucho que la noche que habia planeado con tanto esmero, trastocada ya por el viaje inesperado de Roy a Londres, se hubiera fastidiado total y absolutamente porque debia ir a recoger el cadaver de un borracho en una marquesina de autobus en Peacehaven. Asi que despues de ver que un delincuente tapado con una capucha intentaba robarle el coche, estaba dispuesta a despedazarle.

La puerta del MG se cerro de golpe. Oyo que el motor se ponia en marcha. Las luces se encendieron. Se quedo destrozada. El cabron estaba huyendo. Entonces, justo cuando llego al Volvo aparcado detras, el interior del coche se ilumino de repente con un fogonazo brillante, como si hubieran encendido una bombilla enorme.

No hubo ningun estallido. Ninguna explosion. De repente, se lleno de llamas silenciosas e inquietas. Como un espectaculo de luces.

Se detuvo, mirando horrorizada y sin poder moverse, preguntandose por un instante si el imbecil de la capucha era solo un gamberro que le habia prendido fuego a proposito. Salvo que seguia dentro del coche.

Cleo empezo a correr, llego a la puerta del conductor y vio el rostro desesperado del hombre, descarnado en la ventanilla. Parecia luchar con la manija interior, lanzando su peso contra la puerta, como si estuviera atascada. Luego aporreo freneticamente la ventanilla con el puno, mirandola con ojos suplicantes. Cleo vio que tenia la capucha en llamas. Y las cejas. Y ahora noto el calor. Presa del panico, agarro el tirador de la puerta e intento abrir. No podia.

De repente, dos hombres se plantaron a su lado, agentes de policia con monos negros y chalecos antinavajazos, uno bajo y fornido con la cabeza rapada y el otro mas alto y con el pelo corto.

– Atras, senora, por favor -dijo el bajito.

Puso las dos manos en el tirador e intento abrir, mientras el otro corria hacia el otro lado y probaba con esa puerta.

Dentro, la figura ataviada con el impermeable ardiendo volvia la cabeza freneticamente, la boca abierta y retorcida en una expresion de terror y agonia absolutos, su piel ampollandose delante de sus ojos.

– ?Abre la puerta! ?Skunk, por el amor de Dios, abre la puerta! -gritaba el bajito.

La figura de dentro articulo unas palabras.

– ?Es mi coche!

Cleo salto hacia delante e introdujo la llave en la puerta, pero no giraba.

El policia lo intento un momento, luego se dio por vencido y saco la porra.

– Apartese, senorita -le dijo a Cleo-. ?Apartese ya!

Acto seguido golpeo con fuerza la ventanilla y la resquebrajo. Volvio a golpearla y el cristal oscurecido se hundio. Luego dio otro golpe, varios punetazos con las manos, salpicando al ocupante que chillaba, ignorando las llamas que salian de la ventanilla, el denso humo negro, los gases apestosos de plastico quemado. Puso las manos en el marco de la ventanilla y tiro de la puerta.

No cedia.

Luego, respirando hondo, el agente ladeo el cuerpo a la derecha y se adentro en ese infierno, rodeo con sus brazos la figura y, de algun modo, con la ayuda de su companero ahora, despacio, demasiado despacio para el pobre hombre que no dejaba de gritar, le parecio a Cleo, lo saco por la ventana y lo tumbo en la calle. Toda su ropa estaba en llamas. Ella vio que los cordones de sus zapatillas estaban ardiendo. Se retorcia, sacudia, gemia, en la agonia mas terrible que habia visto experimentar a un ser humano.

– ?Hazle rodar! -grito Cleo, desesperada por ayudar-. ?Hazle rodar para apagar las llamas!

Los dos policias se arrodillaron, asintiendo, y lo hicieron rodar, luego otra vez y otra mas, alejandolo del coche ardiendo. El bajo y fornido no presto atencion a sus cejas chamuscadas y a su cara quemada, o no se habia dado cuenta.

La capucha en llamas se habia fundido parcialmente en el rostro y la cabeza de la victima y los pantalones de chandal se habian deshecho sobre sus piernas. Entre el hedor a plastico derretido, de repente Cleo percibio por un momento el olor tentador de cerdo asado, antes de sentir asco, al percatarse de que era en realidad.

– ?Agua! -grito, recordando el curso de primeros auxilios que habia tomado hacia anos-. Necesita agua y que le cubramos, para impedir que entre el aire. -Sus ojos saltaron del terrible sufrimiento del hombre tumbado en la calle al interior envuelto en llamas de su coche, intentando pensar freneticamente si tenia algo que necesitaba en la guantera o el maletero, aunque no podria hacer demasiado para recuperarlo-. ?Tengo una manta en el maletero! -dijo-. Una manta de picnic, podriamos envolverle… Hay que impedir que entre el aire…

Uno de los policias salio corriendo calle arriba. Cleo miro la figura ennegrecida que se retorcia en el suelo. Temblaba, vibraba, como si hubiera metido los dedos en un enchufe. Le asustaba que estuviera muriendose. Se arrodillo a su lado. Queria cogerle la mano, para consolarle, pero parecia dolorosamente chamuscada.

– Te pondras bien -le prometio con dulzura-. Te pondras bien. Ahora llegara la ayuda. ?Viene una ambulancia! Vas a recuperarte.

El hombre movia la cabeza de un lado para otro, la boca abierta, los labios ampollados, emitiendo sonidos roncos y lastimosos.

Era solo un crio. Quiza no tuviera ni veinte anos.

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