no se lo dijeramos a nadie. Ya hemos desobedecido diciendoselo a usted. Si estos hombres son como creo que son, no conviene que los hagamos enfadar.
– Pero…
– ?Quiere darles un motivo para que hagan dano a lady Olivia? -pregunto Vladimir.
Harry creyo que se ahogaba. Era como si un tentaculo interno lo estuviera estrangulando desde dentro. Sabia que Vladimir tenia razon, o por lo menos sabia que
El miedo y la impotencia lo estaban matando.
– Alguien tiene que haber visto algo -comento.
– Ire a investigar -dijo Vladimir.
Acto seguido Harry se dirigio hacia la puerta.
– Voy con usted.
– No -ordeno Vladimir, levantando una mano para detenerlo-. Esta demasiado implicado. No tomara buenas decisiones.
– No puedo quedarme con los brazos cruzados -confeso Harry. Volvio a sentirse pequeno, joven e impotente ante un problema para el que no habia ninguna solucion adecuada.
– Y no lo hara -le aseguro Vladimir-. Tendra mucho que hacer, pero mas adelante.
Harry observo a Vladimir yendo hacia la puerta, pero antes de que este pudiera irse, le grito:
– ?Espere!
Vladimir se giro.
– Lady Olivia fue al cuarto de bano -dijo Harry-. Se fue al lavabo despues… -Carraspeo-. Se que fue al lavabo.
Vladimir asintio despacio.
– Es bueno saberlo. -Salio rapidamente por la puerta y desaparecio.
Harry miro hacia Alexei.
– Habla usted ruso -dijo el principe.
– Es por mi abuela -repuso Harry-. Se negaba a hablarnos en ingles.
Alexei asintio.
– Mi abuela era finlandesa y hacia lo mismo.
Harry lo miro fijamente durante varios segundos, luego se desplomo en una silla y hundio la cabeza entre las manos.
– Es bueno que hable usted nuestro idioma -dijo Alexei-. Muy pocos compatriotas suyos lo hablan.
Harry intento ignorarlo. Tenia que pensar. No sabia por donde empezar, que informacion tenia que pudiese ayudar a localizar el paradero de Olivia, sin embargo si sabia que tenia que devanarse los sesos.
Pero Alexei no paraba de hablar.
– Siempre me sorprende que…
– ?Callese! -le espeto Harry-. Callese, por lo que mas quiera. No hable. No diga una maldita palabra a menos que sea para encontrar a Olivia. ?Me entiende?
Alexei se quedo unos segundos inmovil. Luego, en silencio, cruzo la habitacion hasta una libreria y cogio una botella y dos vasos. Sirvio el liquido (probablemente vodka) en ambos vasos y sin hablar dejo uno delante de Harry.
– No bebo -dijo este sin molestarse en levantar la mirada.
– Le sentara bien.
– No.
– ?Y dice que es ruso? ?Y no bebe vodka?
– No bebo alcohol -contesto Harry con sequedad.
Alexei lo observo con cierta curiosidad, luego se sento en el extremo opuesto de la habitacion.
El vaso permanecio intacto durante casi una hora hasta que Alexei, aceptando al fin que Harry decia la verdad, lo cogio y se lo bebio el mismo.
Al cabo de unos 10 minutos, Olivia consiguio por fin relajar lo suficiente el cuerpo como para que su mente funcionara debidamente. No tenia la menor idea de lo que podia hacer para contribuir a su rescate, pero le parecio sensato reunir toda la informacion que pudiera.
Era imposible averiguar donde estaba encerrada ?o no? Logro sentarse y examino la habitacion lo mejor que supo. Era practicamente imposible ver nada bajo la tenue luz; el hombre se habia llevado la vela.
La habitacion era pequena y el mobiliario escaso, pero no parecia desvencijado. Olivia se arrimo a la pared y escudrino el yeso. A continuacion froto la mejilla contra este. Estaba en buen estado, no desconchado ni descascarillado. Al mirar hacia arriba vio una moldura de corona en la union de las paredes con el techo. Y la puerta… resultaba dificil apreciarlo desde la cama, pero el pomo parecia de buena calidad.
?Estaba aun en la residencia del embajador? Parecia posible. Se aovillo y apoyo la mejilla contra la piel desnuda de sus brazos. Tenia la piel caliente. Si la hubiesen sacado a la calle, ?no tendria frio? Naturalmente no sabia cuanto rato habia estado inconsciente, a lo mejor llevaba horas alli. Aun asi, no tenia la
Fruto del panico, amenazaron con borbotar de su garganta unas carcajadas. ?En que estaba
Se obligo a hacer una pausa; necesitaba calmarse. No seria capaz de conseguir nada si cada cinco minutos le daba un ataque de histeria. Era mas lista que eso. Podia mantener la cabeza fria.
?Que sabia de la residencia del embajador? Habia estado dos veces en ella, la primera de dia, cuando fue convocada por el principe Alexei, y luego esta noche para el baile.
Era un edificio enorme, una autentica mansion en pleno corazon de Londres. Seguramente habria un sinfin de habitaciones en las que ocultar a una persona. Tal vez estuviese en las dependencias del servicio. Arrugo el entrecejo intentando recordar las habitaciones de los criados de la casa Rudland. ?Tenian tambien molduras? ?Y los pomos de las puertas eran de tan buena calidad como los del resto de la casa?
No tenia ni idea.
?Maldita sea! ?Por que no lo sabia? ?No deberia saberlo?
Se giro hacia la pared del fondo. Habia una ventana, pero la tapaban unas gruesas cortinas de terciopelo. ?De color vino quizas? ?Azul oscuro? Imposible saberlo. La noche estaba engullendo todo el color que la rodeaba. La unica luz que entraba era la de la luna, que se filtraba por la ventana semicircular que habia encima del rectangulo tapado por las cortinas.
Se paro a pensar. Algo estaba llamando a la puerta de su memoria.
Se pregunto si podria mirar por la ventana, si seria capaz de bajarse de la cama. Seria dificultoso. Le habian atado los tobillos tan juntos que dificilmente podria dar siquiera pasos diminutos. Y no habia caido en la cuenta de la sensacion de desequilibrio que tendria con las manos atadas a la espalda.
Por no mencionar que tendria que hacerlo todo en absoluto silencio. Seria desastroso que su captor volviera y se la encontrara en cualquier otro sitio menos en la cama, que era justo donde la habia dejado.
La ventana. ?Por que le resultaba tan familiar?
Probablemente porque era una ventana, se dijo con impaciencia. No es que las ventanas estuvieran precisamente repletas de detalles arquitectonicos unicos.
Cuando llego a su destino, se inclino con cuidado hacia delante intentando abrir las cortinas con la cara. Empezo con la mejilla y a continuacion, una vez que las hubo separado un poco, pego el rostro a la ventana tratando de empujar el borde de estas con la nariz. Fueron necesarios cuatro intentos, pero finalmente lo consiguio, rotando incluso el hombro hacia delante para impedir que las cortinas se volvieran a cerrar.
Apoyo la cabeza en el cristal y vio… no vio nada. Tan solo el vaho de su respiracion. Volvio a girar la cabeza,