Se alzo, camino arriba y abajo.
– Maldita sea, Alex, cuando te conoci, tenias problemas…, estabas quemado, tenias todas aquellas dudas sobre ti mismo. Eras un
– Lo fuiste. Y aun te necesito.
Ella sonrio.
– No. Ahora estas reparado, carino. Perfectamente sintonizado.
Y ya no me queda nada que hacer a mi.
– Eso es una tonteria. Me he sentido absolutamente hundido este tiempo que he estado sin verte.
– Es una reaccion pasajera -afirmo ella-. Ya pasara.
– Debes de creer que soy absolutamente superficial.
Paseo un poco mas, agito la cabeza:
– Dios, me escucho a mi misma y me doy cuenta de que, finalmente, todo son celos; ?no? Estupidos celos infantiles. Es lo mismo que sentia por las chicas que estaban muy solicitadas por los chicos. Pero no puedo evitarlo… Y es que tu lo tienes todo organizado: corres tus cinco kilometros, te das una ducha, trabajas un poco, ingresas tus cheques, tocas tu guitarra, lees tus revistas profesionales. Me jodes hasta que los dos nos corremos, luego te quedas dormido sonriendo. Compras pasajes para Hawai, y tenemos unas vacaciones. Apareces con una cesta de picnic, y comemos. Es una cadena de montaje, Alex, en la que tu eres el que aprieta los botones… y si algo me enseno el viaje a Tokio, es que no quiero una cadena de montaje. Y lo mas jodido del asunto es que, realmente, es una vida de cona. Si te dejase, te cuidarias por siempre de mi, harias de mi vida un perfecto sueno, cubierto de azucar. Se de montones de mujeres que matarian por tener algo asi, pero no es lo que yo necesito.
Nuestras miradas se cruzaron. Yo me senti aguijoneado, y aparte la vista.
– ?Oh, Dios! -exclamo-. Te estoy haciendo dano. ?No puedo soportarlo!
– Estoy bien. Continua.
– Eso es todo, Alex. Eres un hombre maravilloso, pero el vivir contigo ha empezado a darme
Y ya has empezado a hablar de matrimonio. Si nos casasemos, aun perderia mas de mi propia personalidad. Nuestros hijos acabarian viendome como alguien aburrido, nada estimulante y muy amargado. Y, entre tanto, Papi estaria marchando por el ancho mundo, realizando sus actos heroicos. Necesito tiempo, Alex… y espacio para respirar. Para poder aclararme.
Se fue hacia la puerta.
– Ahora tengo que irme. Por favor.
– Tomate todo el tiempo que quieras -le dije-. Y todo el espacio. Solo te pido que no cortes conmigo.
Se quedo, temblando, en el hueco de la puerta. Vino corriendo hacia mi, me beso en la frente, y se marcho.
Dos dias mas tarde volvi a casa y encontre una nota en la mesa de fresno:
Querido Alex,
Me voy a San Luis. La prima Terry ha tenido un hijo. Voy a ayudarla, regresare aproximadamente dentro de una semana.
No me odies.
Con amor,
R
3
En uno de los casos en que acababa de estar trabajando estaba involucrada una nina de cinco anos como rehen de una malevola batalla por su custodia entre un productor de Hollywood y su cuarta mujer.
Durante dos anos los padres, animados a seguir con la guerra por unos abogados que cobraban en tanto que esta continuase, habian sido incapaces de llegar a un acuerdo. Finalmente, el juez se habia hartado y me habia pedido que le hiciese alguna recomendacion. Yo habia evaluado a la chica, y pedido que asignasen a otro psicologo, para examinar a los padres.
El consultor que yo habia recomendado era un antiguo companero de estudios llamado Larry Daschoff, un agudo diagnosticador, cuya etica yo respetaba. Larry y yo habiamos seguido siendo amigos a lo largo de los anos, recomendandonos a posibles clientes de nuestras respectivas especialidades, reuniendonos de vez en cuando para comer o para una partida de fronton. Pero, como amigo, caia en la categoria de los no intimos, por lo que me sorprendio que me llamase a las diez de la noche del viernes:
– ?Doctor D? Habla el Doctor D -me grito, tan jovial como siempre. Un huracan de sonidos rugia al fondo: neumaticos chirriantes y tiros de una tele puesta a todo volumen, compitiendo con lo que parecia ser el patio de una escuela en el descanso entre clases.
– Hola, Larry. ?Que pasa?
– Lo que pasa es que Brenda esta en la Biblioteca de la Facultad de Derecho, empollando para su curso de postgraduada y dejandome a los cinco monstruos pequenos para mi solito.
– Las alegrias de ser padre.
– Ya, claro -el nivel del ruido crecio. Una vocecilla gimio:
– ?Papi! ?Papi! ?Papiii!
– Un segundo, Alex. -Coloco la mano sobre el microfono, pero le escuche decir-: Espera hasta que haya acabado de hablar por telefono.
Volvio al aparato:
– Me he convertido en un fan instantaneo de la terapia aversiva, de la Jodida Doctora Anna Freud y Bruno Bettelheim. Probablemente, ambos se debieron de encerrar en sus cuartos para escribir sus libros, mientras otra persona cuidaba de sus hijos. Aunque, ?llego a tener hijos la vieja Anna? Me parece que se paso toda la vida siendole fiel a Papaito. En cualquier caso, lo primero que voy a hacer el lunes es encargar media docena de porras electricas de esas para el ganado. Una para cada uno de ellos y otra para metermela yo por el culo, por haber animado a Brenda a volver a la Facultad. Si a Robin se le ocurre alguna vez una idea creativa como esa, cambia inmediatamente de tema de conversacion.
– Seguro que lo hare, Larry.
– ?Te encuentras bien, D?
– Solo estoy algo cansado.
Era demasiado bueno como terapeuta, como para no saber que no se lo estaba contando todo. Y tambien era demasiado bueno como para proseguir con aquello.
– Hablando de otra cosa, D, he leido tu informe sobre el lio de los Featherbaugh, y estoy de acuerdo en todo. Con unos padres como esos, lo que realmente seria mejor para el crio es quedarse huerfano. Quitando eso, estoy tambien de acuerdo en que algun tipo de estupido arreglo de custodia conjunta sera lo menos malo para el crio. ?Quieres apostar sobre las posibilidades que hay de que lleguen a ponerse de acuerdo?
– Solo si me dejas apostar a que no se pondran.
– De eso nada. -Se volvio a excusar, le dio un alarido a alguien para que bajase el volumen de la tele. No le hicieron caso, pero no volvio a insistir-. La gente esta bien jodida, ?no es asi, D? ?Y que te parece esto como resumen de todo lo aprendido por uno, tras trece anos de husmear en el interior de las mentes? Ya nadie quiere trabajar en hacer que algo funcione… Dios sabe que yo no soy ningun regalo, ni tampoco lo es Brenda, y si nosotros hemos podido seguir juntos todos estos anos, cualquiera deberia ser capaz de lograrlo.
– Siempre he pensado que vosotros dos sois la pareja perfecta.