Se ruborizo, esta vez mas intensamente. Adios, pecas.
– Tiene usted que saber que el trabajo en el colegio me llevo a una serie de historias sordidas. Debido a una de mis investigaciones, dos empleados de la libreria fueron despedidos por estafa.
– Felicidades. Pero ahora estamos hablando de un nivel totalmente distinto. No me gustaria que la enviasen de vuelta a Boston en una caja.
– ?Venga
– Supongo que si.
Camino hasta la puerta. Se detuvo y dijo:
– Esto esta podrido, pero no importa.
Dispuesta para la accion. Lo unico que yo habia hecho era abrirle el apetito.
– Puede que tenga usted razon… respecto a eso de que puede haber una conexion entre ambas muertes -le dije-. Pero, en este punto, lo unico que tengo son suposiciones, nada que merezca la pena discutir.
– ?Suposiciones? ?Tambien usted ha estado
– Eso es personal.
– ?Estaba usted enamorado de ella?
Bebi cafe.
– No.
– ?Entonces por que es tan personal?
– Es usted una jovencita enormemente entrometida.
– Eso es algo que lo provoca el ambiente, doctor Delaware. Y, si es tan peligroso, ?como es que esta bien que
– Yo tengo conexiones con la policia.
– ?Conexiones con la policia? ?No me haga reir! La policia es la que esta encubriendolo todo. Descubri… gracias a
– Mi conexion es diferente. Fuera de la masa general. Honesto.
– ?Ese tipo gay del caso de los ninos violados?
Esto me cazo por sorpresa.
Parecio complacida consigo misma. Un pececillo dorado nadando contento por entre las barracudas.
– Quiza podamos cooperar -le dije.
Me ofrecio lo que queria ser una sonrisa dura, de mujer entendida.
– ? Ah! ?Llego la hora de cepillar la espalda? Pero, ?por que iba yo a querer cooperar?
– Porque sin hacer tratos no va a ir usted a parte alguna… esto se lo aseguro. He descubierto alguna informacion con la que usted jamas se podra hacer, material que no le serviria de nada en su estado actual. Yo voy a seguirle la pista. Le dare los derechos exclusivos de publicacion,
Parecio ultrajada.
– ?Oh, esto es maravilloso! ?Es correcto que el fuerte y grandote bravo vaya de caza, pero la
– Lo toma o lo deja, Maura. -Comence a recoger las tazas.
– Esto hiere.
La despedi con un gesto.
– Entonces, hagalo a su manera. A ver que saca en claro.
– Me esta acorralando, y pasandoselo bien demostrando lo poderoso que es.
– ?Quiere escribir usted sobre crimenes? Yo le ofrezco una posibilidad… no una garantia, de poder hacerse con una historia de crimenes. Y vivir lo bastante para verla impresa. Su alternativa es tirar hacia adelante como un bufalo que carga a ciegas; en cuyo caso o bien la despediran de inmediato y la mandaran a casa en un vuelo economico, o
– La criada -dijo-. Nadie habla de ella.
– Eso es poique ella era de
– Eso es muy crudo.
– Esta no es una fantasia de quinceanera que quiere ser una detective como las de la tele.
Tamborileo con el pie, se mordio una una.
– ?Lo hacemos por escrito? -pregunto.
– ?Hacer que por escrito?
– ?Que tenemos un acuerdo? ?Un contrato? ?Que tengo prioridad con su informacion?
– Pense que era usted una periodista, no una abogada.
– Regla numero uno: cubrete las espaldas.
– Se equivoca, Maura. La regla numero uno es nunca dejar pistas.
Lleve la bandeja a la cocina. Sono el telefono. Antes de que pudiera llegar a el, ella habia tomado la extension de la sala de estar. Cuando regrese sostenia el telefono y sonreia.
– Colgo.
– ?Quien?
– Una mujer. Le dije que esperase, pero me contesto que lo olvidase, parecia irritada. -Sonrisita inocente-. Celosa. -Se encogio de hombros-: Lo siento.
– ?Vaya educacion, Maura! Esa total falta de modales, ?forma parte de lo que les ensenan en su Facultad?
– Lo siento -repitio, parecia como si esta vez lo dijese en serio.
Senale a la puerta.
– Adios, senorita Bannon.
– Escuche, lo que he hecho ha sido una
Fui a la puerta y la abri.
– Le he dicho que lo
– Me siento conmovido. -Gire la manija.
– Le estoy
– ?Hora de cepillar la espalda? -dije.
– Vale, vale… ?Que quiere a cambio?
– Tres cosas: primero una promesa de que se quedara quietecita.
– ?Durante cuanto tiempo?
– Hasta que yo le diga que ya no hay peligro.
– Inaceptable.
– Que usted lo pase bien, senorita Bannon.
– Mierda. ?Que mas quiere?
– Antes de seguir adelante, aclaremos esto -le dije-. Nada de visitas casuales, nada de escuchas, nada de cosas raras.
– Ya le habia entendido.
– ?Quien es su contacto en el juzgado de instruccion? La persona que le hablo del dossier que falta.
Se quedo asombrada.
– ?Que es lo que le hace creer que el… o ella, trabaja en el juzgado de instruccion?
– Ha mencionado usted datos del forense.
– No suponga demasiado a partir de eso -dijo, tratando de parecer enigmatica-. De todos modos, en ningun modo revelare mis fuentes.
– Usted limitese a asegurarse de que el… o ella, se quede calladito. Por su propia seguridad personal.