La postura de Cross a lo largo de todo el libro era de morbosa fascinacion. No podia ocultar su antipatia hacia el multimillonario, pero tampoco podia dejarlo en paz.
A intervalos regulares -escribia- Belding interrumpia nuestras sesiones para mordisquear verduras crudas, beber grandes cantidades de agua esterilizada, y luego ponerse en cuclillas para orinar y defecar, a plena vista del que esto escribe, en un orinal de estano que siempre tenia encima de una plataforma parecida a un altarcillo. Una vez que el orinal habia permanecido colocado sobre el altarcillo durante exactamente quince minutos, lo tomaba y lo lanzaba por una de las salidas de evacuacion. Durante este proceso de excrecion, sus chupadas y ultraterrenas facciones adquirian una expresion autosatisfecha, casi religiosa, y aunque se nego a hablar de este ritual, mi impresion, luego reflexionada, es que se trataba de autoadoracion, la culminacion logica de una vida de narcisismo y poder sin limites.
La segunda mitad del libro era bastante aburrida: Cross pontificando acerca de la debilidad de una sociedad que podia crear un monstruo como Belding, transcripciones de los desvarios de Belding acerca del significado de la vida…, una amalgama, apenas si inteligible, de hinduismo, nihilismo, fisica cuantica y darwinismo social, incluyendo condenas a los «enanos mentales y morales que deifican la debilidad».
La biografia terminaba con una salva final de moralina:
Leland Belding representa todo lo que esta mal en el sistema capitalista. El es el resultado grotesco de la concentracion de demasiada riqueza y demasiado poder en las manos de un hombre retorcido y claramente falible. El es el emperador de la autoindulgencia, un misantropo fanatico que contempla a las otras formas de vida nada mas que como fuentes potenciales de infeccion viral y bacterial. Esta preocupado por su cuerpo a un nivel corpuscular, y nada le gustaria mas que vivir lo que le quede de existencia en un planeta desnudo de toda vida animal o vegetal, exceptuando los organismos requeridos para mantener lo que resta de la triste vida de un tal Leland Belding.
Cross lo habia tranquilizado, y habia convocado una desafiante rueda de prensa, presentandose, con su editor al lado, frente a una boveda acorazada de uso publico, en Long Beach California. Era alli en donde decia haber guardado treinta cajas de carton llenas de notas tomadas para la realizacion del libro, muchas de ellas supuestamente fechadas y firmadas por Leland Belding.
Pero, al abrir las cajas… nada. Solo papeles propios del escritor, sin importancia alguna. Freneticamente, habia seguido buscando en las cajas, y solo habia hallado viejos ensayos de sus tiempos estudiantiles, declaraciones de impuestos, montones de periodicos atados, listas de compra… los detritus de una vida que estaba a punto de quedar arruinada.
Ni una palabra acerca de Belding. El horror de Cross habia sido captado en primer plano por las camaras, mientras aullaba que se trataba de una conspiracion. Pero, cuando una investigacion policial llego a la conclusion de que nadie mas que el escritor habia entrado en la boveda, e incluso su editor habia reconocido no haber visto nunca las supuestas notas, la credibilidad de Cross se desvanecio.
Sus editores, enfrentados a la humillacion publica y enfrentados legalmente a un adversario lo bastante rico y lo suficientemente duro como para llevarlos a la bancarrota, habian llegado de inmediato a un acuerdo. Habian publicado anuncios de pagina en los principales diarios, ofreciendo sus excusas a la Magna Corporation y a la memoria de Leland Belding. Habian cesado de inmediato cualquier reedicion, y retirado todos los ejemplares que se hallaban en manos de los distribuidores y los vendedores. Y devuelto el adelanto record que ya les habia pagado la editorial de libros de bolsillo.
Despues, los editores habian puesto un pleito contra Cross, exigiendole la devolucion de su adelanto, mas intereses, mas compensacion por danos y perjuicios. Cross, negandose a ello, habia contratado abogados y puesto pleitos a su vez. La editora habia presentado una querella criminal por fraude y enganos en un tribunal de Nueva York. Cross habia sido detenido, combatido legalmente contra la extradicion, y perdido, siendo mandado de vuelta al Este y metido en prision, en Riker's Island. Luego afirmaria que, durante ese periodo resulto golpeado y violado homosexualmente. Trato de venderle la narracion de sus penalidades a varias revistas, pero ninguna de ellas se intereso.
Liberado bajo fianza, fue hallado, una semana mas tarde, en una habitacion alquilada en Ludlow Street, en la peor parte del lado este de Nueva York, con la cabeza dentro de un horno, una nota en el suelo admitiendo que el libro habia sido pura ficcion, una farsa audaz. Habia corrido el riesgo, creyendo que la Magna iba a tener demasiado miedo a la publicidad adversa como para combatirle, que no habia querido causarle dano a nadie y que lamentaba cualquier perjuicio que hubiese originado.
Mas muerte.
Me volvi a las revistas, buscando cobertura de la farsa, y encontre un largo articulo en el
El Presidente del Consejo de la Magna habia sido fotografiado bajando las escalinatas del Palacio de Justicia, con una amplia sonrisa en el rostro y los dedos de una mano alzados en una V de victoria.
Yo conocia aquel rostro: grande y cuadrado y muy moreno del sol. Estrechos y palidos ojos, los pocos cabellos rubios que le quedaban cortados a cepillo.
Un rostro de club de campo.
El rostro, quince anos mas joven, del hombre al que habia visto con Sharon en la fiesta. El viejo ricacho al que ella habia estado tratando de convencer de algo.
23
Logre ponerme en contacto con Milo al dia siguiente y contarle lo que habia averiguado.
No me dijo nada por un instante, y luego:
– Tengo concertada una leccion de historia para las once. Quizas entonces podamos atar mas cabos.
Llego a las diez y diez. Entramos en el Seville y me dirigio hacia el este, por Sunset. El paseo estaba vacio aquel domingo, incluso en el Strip. Solo se veia algun pequeno numero de brunchers, tratando de comer su copioso desayuno, y roqueros madrugadores, todos reunidos en los cafes con terraza, mezclados con putas cocainomanas, mujeres de la vida de mas alto precio, y prostitutos, todos tratando de sacudirse la resaca de la noche anterior.
– ?Vaya publico! -exclamo Milo. Saco un cigarro y afirmo-: Me has vuelto a aficionar a esto.
Lo encendio y lanzo una humareda de aspecto jabonoso hacia fuera, por la ventanilla abierta.
– ?De donde es eso? ?Panameno?
– Transilvano. -Chupeteo con entusiasmo y, en pocos segundos, el coche estuvo lleno de humo.
Fuimos por La Brea, pasando Western. Se acabo el ambiente de cafe, aqui solo habia restaurantes de comida rapida, tiendas de empenos, locales de articulos de saldo y tonos mas oscuros de piel. A traves de la ventanilla me llegaban risas y musica de transistor, mezcladas con frases en espanol. Por el paseo andaban familias enteras: