El viejo se acerco a mi y me miro, pasandose la lengua por la cara interna de una mejilla, rascandose la cabeza. Emitia una extrana mezcla de olores: zoo infantil, colonia francesa, unguento mentolado.

– No esta mal -dijo finalmente-, pero Rick era mas mono.

Me toco el hombro. Me envare involuntariamente. Su mirada se endurecio y escupio de nuevo.

Milo se acerco a mi.

– Este es el doctor Alex Delaware. Es un amigo mio.

– ?Otro doctor? -El viejo agito la cabeza y se volvio hacia mi-. Dime una cosa, Ricitos: ?que infiernos es lo que veis los tiarrones de pasta de la profesion medica en un bestia como Pelma?

– Cuando digo amigo -prosiguio Milo-, quiero decir amigo. El es hetero, Ellston.

El viejo alzo una muneca caida, adopto una postura de maricona.

– Pues claro que lo es, carinito. -El viejo engarzo su brazo en el mio-. ?Que clase de doctor eres, doctor Alex?

– Psicologo.

– Oooh. -Se aparto rapidamente, me saco la lengua y me hizo una pedorreta-. No me gusta la gente como tu…, siempre analizando, siempre juzgando.

– Ellston -dijo Milo-, ya me hiciste tragar bastante mierda por telefono, de modo que ya no me queda apetito para mas. Si quieres ayudarme, de cona. Si no, de cona tambien; te dejaremos para que sigas jugando al granjero.

– Es un tipo tan rudo -dijo el viejo, y luego dirigiendose a mi-: es un jodido rudo, este Pelma. Esta lleno de ira. Y como aun no ha aceptado lo que es, cree que puede enfrentarse a todo haciendo el po-li-ci- a.

Los ojos de Milo lanzaron chispas.

Los del viejo se abrieron mucho, en respuesta. El iris izquierdo era azul, el derecho gris lechoso, por una catarata.

– Vaya, vaya, nuestro pobre gendarme esta cabreado. ?Te he dado en un nervio, Pelma? Bien. Las unicas veces en que pareces medio humano es cuando estas cabreado como una mona. Cuando te vuelves jodidamente real.

– No me gusta la gente como tu -le imito Milo-… siempre analizando, siempre juzgando.

Y, hablandome a mi:

– Basta ya de tanta mierda. Larguemonos.

– Lo que tu quieras -dijo el viejo, pero habia preocupacion en su voz… como el chico que ha ido demasiado lejos con sus padres.

Nos dirigimos hacia el coche. Cada paso que dabamos hacia ladrar mas fuerte a los perros.

El viejo grito:

– ?Estupido… no tienes aguante, Pelma, jamas lo tuviste!

Milo lo ignoro.

– Y sucede, Pelma, que el tema de tu investigacion es uno en el que estoy bien versado. Incluso conoci a esa rata, el muy bastardo.

– Claro -dijo Milo por encima de su hombro-. Y tambien te tiraste a la Jean Harlow.

– Bueno, quiza tambien hice eso. -Y, un instante despues-. De todos modos, ?que saco yo de todo esto?

El viejo estaba alzando la voz para hacerse oir, a pesar de los animales.

Milo se detuvo, se encogio de hombros, se dio la vuelta.

– ?Buena voluntad por mi parte?

– ?Ja!

– Mas uno de cien por tu tiempo. Pero, olvidalo.

– ?Joder, lo menos que podias haber hecho era portarte civilizadamente! -le grito el viejo.

– Lo intente, Ellston. Siempre lo intento.

El viejo estaba con las manos en jarras. Sus pantalones cortos de boxeador ondeaban al viento y su cabello volaba como hilachas de algodon de azucar.

– ?Bueno, pues no lo intentaste lo suficiente! ?Por que no has hecho las presentaciones? ?Queria una presentacion formal, de seres civilizados!

Milo gruno y se volvio.

– ?Una presentacion te hara feliz?

– No seas asno, Sturgis. No he intentado ser feliz en un largo, muy largo tiempo. Pero, quiza, toda esa jodienda lograse aplacarme.

Milo maldijo entre dientes.

– Vamos -me dijo-. Un intento mas.

Regresamos sobre nuestros pasos. Ellston aparto la vista de nosotros, alzo la mandibula y trato de mantener una cierta dignidad. Lo intento con todas sus fuerzas, pero los pantalones de boxeador se interferian.

– Ellston -dijo Milo-, te presento al doctor Alex Delaware. Alex, te presento al senor Ellston Crotty.

– No es correcto -resoplo el viejo.

– Al detective Ellston Crotty.

El viejo me tendio la mano.

– Detective de Primera Clase, retirado, Ellston J. Crotty Junior, Departamento de Policia de la ciudad de Los Angeles, Division Central. -Nos estrechamos las manos. Se golpeo el pecho con la palma-. Esta usted viendo al As del Vicio de la Central, doctor Ricitos. Es un jodido placer el haberle conocido.

Los animales nos siguieron, como si nos dirigieramos al Arca de Noe. Un sendero, hecho artesanalmente con traviesas de ferrocarril y cuadrados de cemento, bordeado por setos descuidados y limoneros enanos de aspecto enfermizo, nos llevo hasta una pequena casa de techo asfaltico, con un ancho porche delantero, repleto de cajas y viejas piezas de maquinaria. Cerca de la casa, un antiguo cupe Dodge estaba colocado sobre bloques de ladrillos. La estructura dominaba con su altura un patio polvoriento, llano, de un cuarto de hectarea, rodeado de una verja de alambre de gallinero. En el patio se veian mas cabras y gallinas. Hacia la parte de atras de la propiedad habia un gallinero destartalado.

El olor a granja se habia hecho intenso. Mire en derredor. No habia vecinos, solo cielo y arboles. Estabamos en lo alto de una colina. Hacia el norte se adivinaban los picos de montanas, rodeados de neblina. Aun podia oir la autopista, que suministraba el bajo para acompanar a los tremulos cloqueos de las gallinas.

Apoyado contra uno de los postes de la verja habia un saco de maiz para los animales. Crotty metio la mano dentro, echo un punado de grano al patio y miro a los pajaros correr a por el mismo.

– Jodidos bastardos ansiosos -dijo, y luego les echo un poco mas.

Una granja de pelicula barata, el borde de la jungla urbana.

Subimos al porche.

– Todo esto es jodidamente ilegal -dijo Crotty con orgullo-. Va en contra de todas las normas de urbanizacion que hay en los libros. Pero mis compadres, colina abajo, son inmigrantes ilegales que viven en chabolas que tampoco cumplen con ninguna norma de edificacion. Les encantan mis huevos frescos y odian a las autoridades…, asi que un infierno van a andarse ellos con el soplo. Yo les pago a sus chicos pequenos para que limpien el gallinero, dos pavos la hora; mas verdes de los que van a ver de cualquier otro modo. Creen que soy alguna especie de jodido gran padrecito blanco.

– Gran tiburon blanco -murmuro Milo.

– ?Que has dicho?

– Que algunos de esos chicos son muy listos.

– Bueno, no se que decirte. Pero el caso es que saben como trabajar duro, asi que yo les pago. Todos ellos creen que soy la cosa mejor que han encontrado, desde que descubrieron el pan cortado en rebanadas. Y sus mamacitas me estan tan agradecidas, que me traen comida envuelta en papel de aluminio…, les encanta el papel de aluminio. Y ademas son cosas buenas, nada de basura de esa de hamburgueseria: menudillos y tamales dulces, como los que uno lograba encontrar en Alvarado, antes de que los hijos de puta de las multinacionales se lo quedaran.

Empujo una puerta mosquitera y entro en la casa, dejando que se cerrase de golpe. Milo la atrapo antes.

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