Entramos.

La casa era pequena y mal iluminada, tan repleta de basura que apenas si quedaba sitio para caminar. Nos fuimos abriendo paso por entre montones de periodicos viejos, torres de embalajes de carton y cajas de madera para fruta, montones de ropa, un piano pintado con pintura gris de base, tres mesas de planchas que sostenian una coleccion de radios-reloj en diversos estadios de desmontaje. El mobiliario que lograba coexistir con todo aquel amontonamiento era de madera oscura, barata, y sillones demasiado mullidos, con mantelitos en los brazos y el respaldo. Cosas de las que se compran en las tiendas de segunda mano.

El suelo era de pino, gris de tanto ser pisado, astillado en algunos lugares. Un manto sobre un hogar, tapiado con ladrillos, contenia figuritas de porcelana, la mayor parte de ellas desconchadas o faltandoles miembros. El reloj sobre el manto decia Coca-Cola. Estaba congelado en las siete y cuarto.

– Sentaos -dijo Crotty. Aparto de un manotazo unos diarios de una mecedora y se sento. Una nube de polvo se alzo y luego cayo como el rocio.

Milo y yo limpiamos un sofa con los muelles rotos, y creamos nuestra propia tormenta de polvo.

Crotty se aclaro la garganta. Milo saco su cartera y le entrego varios billetes. El viejo los conto, los abrio en abanico, cerro los dedos sobre ellos.

– De acuerdo, vayamos a por ello rapido: Belding, Leland. Un cerdo capitalista, con demasiado dinero y ninguna moral. Un marica latente.

– ?Por que dices eso? -le pregunte, y escuche a Milo gemir.

Crotty se volvio hacia mi.

– Porque soy un jodido experto en latentes. Por eso, doctor Psicologia. Tu puede que tengas el diploma, pero yo tengo la experiencia. -Hizo una mueca y dijo-: Punados de experiencia.

– Sigamos con Belding -le dijo Milo.

Crotty lo ignoro.

– Dejame que te diga una cosa, Ricitos. Si hay algo sobre lo que se, es sobre los latentes. Durante treinta jodidos anos estuve viviendo en esa jodida situacion.

Milo bostezo y cerro los ojos.

– El esta jodidamente aburrido -dijo Crotty-. Y si alguien debiera estar escuchandome atentamente, es el. ?Infiernos, uno supone que alguien en su posicion deberia estar viniendo a verme, arrodillandose a mis pies, y suplicandome que le facilitase el tesoro de mi experiencia! Pero no; para empezar, ?como conoci a Pelma? Pues un dia en que estoy medio muerto en la Sala de Emergencias, con el dulce Rick dandole masajes a mi corazon, devolviendome a la vida. Y entonces aparece este Pelma, todo el maricon duro, mirando su reloj y deseando saber cuando acaba el turno de Rick. Los muy jodidos son el bello y la bestia.

Se volvio a Milo y agito un dedo.

– Siempre has sido un insensible. Alli estaba yo, apagandome por momentos, y en lo unico en que tu podias pensar era en tu polla.

– No hagas que suene como si tu vida estuviera amenazada, Ellston. Todo lo que tenias era el estomago revuelto. Gases, era lo unico que tenias. Demasiados menudos, poca fibra.

– Eso es lo que tu dices. -Y, a mi-: Ahi tienes todo el trabajo que desees, comecocos…, te llevara anos solo el abrirte paso a traves de la capa superior de autonegacion.

– Belding -le amenazo Milo-, o devuelveme la pasta.

– Belding -repitio Crotty-. Un capitalista. Malvado. Porque el era un latente. Se lo que eso le hace a una persona.

Se alzo, miro por encima un grupo de cajas que habia en el suelo, se puso de rodillas frente a una de ellas y rebusco por dentro con las dos manos.

– Ya estamos -susurro Milo.

Crotty saco un libro de recortes, forrado en tela marron, paso hojas, se seco la frente, se sento a mi lado y senalo.

– Aqui.

La punta de su dedo descansaba sobre una instantanea de un joven con uniforme de policia. Una foto en blanco y negro, con bordes irregulares, justo igual que la de Sharon y Shirlee.

El joven estaba en pie junto a un coche de la Policia, en una calle con palmeras en las aceras. Sus facciones eran delicadas, casi femeninas, sus ojos redondos y grandes. Inocentes. Cabello espeso, ondulado, con la raya en el centro, un hoyuelo en la mejilla derecha. Un chico guapo… del tipo, tan vulnerable, de un Monty Clift.

– Mira esto -dijo Crotty y senalo a otra foto en la pagina.

El mismo hombre, vestido de civil, de pie junto al Dodge que habia visto afuera. Llevaba ropa deportiva y tenia el brazo en derredor de una chica. Ella vestia sujetador y pantaloncito corto, tenia buen tipo. Su rostro habia sido rascado con un boligrafo.

– Entonces yo era un tiarron -dijo Crotty. Me arranco el libro de un tiron, lo cerro con un chasquido Y lo tiro al suelo-. Estas fotos me las hicieron en 1945. Yo acababa de salir de la marina de guerra del Tio Sam, me habia ganado los galones en el Pacifico, y pensaba que era el regalo que Dios habia puesto en la Tierra para las mujeres, y no dejaba de repetirme que aquellos episodios en el barco con el cocinero, una albondiga sueca sudorosa, solo habian sido un mal sueno. No importaba que, al hacerlo con el, me habia parecido sentir justo lo que uno debe de sentir cuando esta enamorado, y que todas las nenas con las que me habia acostado parecian haberselo pasado mejor que yo…

Se golpeo el pecho.

– Yo era tan dulce como Mary Pickford, pero estaba tratando de convencerme a mi mismo de que era un jodido Gary Cooper. Asi que, ?que mejor trabajo para un macho sobrecompensante que el vestir de azul y llevar un largo palo?

Se echo a reir.

– El dia que me dieron la licencia definitiva, solicite mi ingreso en el cuerpo. El dia que termine en la academia, pense que era el Semental Rey de los Machos. El ser un Hombreton de Azul iba a solucionar todos mis problemas. Los jefazos me dieron una buena mirada y supieron, exactamente, donde enviarme. De cebo a los lavabos de Mac Arthur Park, hasta que todos los maricas locales me hubieron descubierto, luego, a la patrulla que cubria los bares gays en Hollywood. Yo era maravilloso en mi trabajo: detuve mas maricas que cualquier otro cebo usado en esas trampas. Me promocionaron y me destinaron a antivicio, y pase los siguientes diez anos de mi vida deteniendo maricas y mas maricas… y jodiendome a mi mismo, pues tenia que pasarlo luego con alcohol, cada noche. Llegue a detective en un tiempo record, pero seguia no siendo otra cosa que un jodido cebo: bese a tantos desgraciados mamones que me empezaron a salir callos en los labios. En antivicio estaban encantados conmigo. Era su jodida arma secreta, movia las pestanas, me colaba en las fiestas privadas que daban en lo alto de las colinas, y descubria putos de color en los barrios negros…, lo que daba a los otros cerdos una oportunidad de abrir unas cuantas cabezas de negro…

Se inclino hacia mi, me cogio por las solapas, abrio mucho su ojo bueno. Estaba sudando y parecia haberse puesto palido, aunque a la escasa luz era dificil de ver.

– ?Y sabes la razon por la que era tan jodidamente bueno, Ricitos? Porque en lo mas dentro de mi no estaba actuando. Blam, blam, soba un culete alla en un callejon, y luego llegan los otros cerdos de antivicio con sus matracas y sus porras. Y otro camion celular lleno de maricones enviado a toda leche a la carcel del condado, con todos los de dentro amoratados y escupiendo sangre. De vez en cuando alguno de ellos se colgaba en su celda. Los chicos de antivicio decian que con un maricon menos, no habria que hacer tanto papeleo. Y yo reia mas fuerte que nadie y me bebia mi trago antes que nadie.

Le temblo el bigote.

– Durante diez anos colabore en la agresion y asesinato de hombres gays, sin pararme a preguntarme por que cada noche al volver a casa, me lo pasaba echando todo lo que llevaba en las tripas y bebiendo ginebra hasta que podia oir suplicar a mi higado.

Me solto las solapas. Milo estaba mirando en otra direccion, la vista perdida en el infinito.

– Me estaba carcomiendo por dentro, esa era la verdad -dijo Crotty-. Hasta que me fui de vacaciones al sur…, a Tijuana. Cruce la frontera en busca de diversion, me emborrache como una cuba en una cantina, viendo como un burro se montaba a una mujer, sali tambaleandome fuera y le pedi a un taxista que me llevase a una casa de putas. Pero al taxista aquel no era facil enganarle. Me llevo a una mierda de sitio pequeno, en las afueras de la

Вы читаете Companera Silenciosa
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату