ciudad. Paredes de carton pintadas de color turquesa, pollos fuera y dentro de la casa. Venticuatro horas mas tarde yo sabia lo que era, y sabia que estaba atrapado. Lo que no sabia era como salir de aquello.

Abrio y cerro el abanico del dinero y, finalmente, lo arrugo dentro de su puno.

– No tenia cojones para acabar con todo mediante un suicidio rapido, asi que segui revoleandome en la mierda. Y no fue sino hasta un ano mas tarde, en febrero, cuando la oportunidad llamo a mi puerta. Alguien le dio a antivicio el soplo de una gran fiesta que habia en Cahuenga: bebedores de absenta y chicos bailarines, una banda de jazz toda ella melosidad, muchas travestidas fumando petardos. Yo me presente vistiendo una camisa de marinero con mucho escote, un panuelo rojo… este jodido panuelo. En menos de treinta segundos ya habia picado un pez: un chico rubio de buen aspecto, con ropa de universitario, las mejillas sonrosadas. Me lo lleve fuera, asegurandome de dejar la puerta abierta, le deje besarme, y luego me quede alli, luchando por no echarme a llorar, mientras le daban una paliza. Destrozaron todo aquel lugar, lo hicieron pedazos, pero yo me quede aparte, asi que solo me acreditaron la detencion del chico rubio.

Se detuvo y volvio a secarse el sudor.

– A primera hora de la manana siguiente me presente para tramitar todo el papeleo sobre el chico, pero los papeles ya no estaban, ni tampoco el. Me cabree mucho, hice comprobaciones y descubri que era el hijo de uno de los concejales del Ayuntamiento, campeon en atletismo, las mejores notas en su curso, admitido en Harvard, miembro de los mas selectos clubs de estudiantes. Con todos los enchufes del mundo. Asi que use eso para hacer un arreglo y salir del cuerpo con mencion de honor, con toda la pension, mas otro monton de pasta por «invalidez». El chico rubio se marcho a Boston, se caso con una rica heredera, tuvo cuatro hijos y se puso a dirigir un banco. Yo me compre este Rancho Ilegal en el que estamos, lo aprendi todo acerca de mi mismo y trate de compensar esos diez anos de hacer el cerdo, ayudando a los demas…, compartiendo mi sabiduria con aquellos que la quieren aceptar. -Lanzo una mala mirada a Milo, quien lo ignoro, luego se volvio otra vez hacia mi-. Un final feliz, ?no es asi, doctor Psicologia?

– Supongo que si.

– Entonces supones mal, porque, en este mismo momento, ese chico rubio que yo detuve esta tendido en la cama de un sanatorio de Altadena, muriendose de sida, convertido en un jodido esqueleto viviente. Muriendose solo, porque su querida esposa y sus cuatro hijitos han cortado con el, como quien corta una llamada obscena. Lo descubri gracias a la radio macuto de nuestra red de ayuda, y he estado viendole. De hecho, lo vi ayer y le cambie sus jodidos panales.

Milo se aclaro la garganta. Crotty se volvio hacia el.

– Naturalmente, tu eres demasiado excelso para verte liado con la red, Pelma. O para intentar ayudar a alguien. ?Ni se te ocurriria admitir que tu higado puede empezar a pedir auxilio, de un momento a otro, porque no sabes quien eres!

– Belding -dijo Milo, sacando su bloc de notas-. De eso es de lo que hemos venido a hablar.

– ?Ah! -exclamo disgustado Crotty.

Nadie hablo durante un rato.

– Crotty… -dije al fin-. ?Por que crees que Belding era un homosexual latente?

El viejo tosio y ondeo la mano.

– ?Aaah! ?Quien sabe? Quiza no lo fuera. Quiza yo este lleno de mierda. Lo que si puedo decirte es que no era ningun macho semental, a pesar de lo que hablasen los papeles de sus citas con todas esas actrices. Me lo presentaron. En una fiesta. Acostumbraba a contratar polis, para que le hicieran servicios de seguridad en sus horas libres. Y, a veces, en horas que no eran tan libres; el Departamento le daba toda la coba que era posible, lamiendole su rico culo hasta que casi brillaba.

– Se mas especifico -le pidio Milo.

– Si, esta bien. Vale, en una ocasion, eso debio ser en el 1949 o en 1950, me sacaron de un caso de agresion sexual a menores y me asignaron a una de sus fiestas en Bel Air… lo primero es lo primero, ?no? Una de esas cosas sonadas, de caridad, con toda una orquesta, la gente mas famosa bebiendo y moviendo el esqueleto, montones de carne femenina, cantidad de cosas raras en los rincones oscuros. Pero todo lo que Semental Belding hizo fue mirar lo que hacian los demas. Eso es lo que el era…, un miron. Como si fuese una jodida camara sobre piernas. Recuerdo haber pensado lo muy gelido bastardo que era… reprimiendose. Latente.

– ?A eso era a lo que te referias cuando decias que lo habias conocido?

– Aja. Nos dimos las jodidas manos, ?no?

– ?Por que lo has llamado malvado? -le pregunte.

– Yo diria que los asesinos son malvados…

– ?Y a quien mato? -inquirio Milo.

Crotty se seco la frente y tosio.

– A miles de personas, Pelma…, a todos los que bombardearon sus jodidos aviones.

Milo parecio disgustado.

– Gracias por el comentario politico. ?Hay algo mas que quieras decirnos acerca de Belding?

– Ya os he dicho cantidad.

– ?Que hay de su compadre, Vidal?

– ?Billy el Celestina? Tambien estaba en esa fiesta. Muy suave. Buenos dientes. Unos dientes de un aspecto excelente.

– ?Algo mas, aparte de su salud dental?

– Se suponia que era el quien facilitaba las chicas a Belding.

– ?Que hay de las fiestas para la Oficina de la Guerra? -pregunto Milo-. Esas por las que investigaron a Belding. ?Tambien para esas suministraba una guardia el Departamento?

– No me sorprenderia. Como ya te he dicho, el Departamento se desvivia por hacerle la pelota.

– Dame nombres -dijo Milo, lapiz en alto.

– Fue hace un jodido mucho tiempo, Pelma.

– Mira, Ellston, no te he pagado cien para que me digas cosas de las que puedo enterarme en los vestuarios de la Comisaria.

Crotty sonrio.

– Un tipo en tu situacion, Pelma, no consigue nada en el vestuario.

Milo se paso una mano por la cara. Se le hincho un punto en la mandibula.

– Vale, vale -exclamo Crotty-. Los dos de los que estoy seguro que estaban al servicio de Belding son un par de mierdas llamados Hummel y DeGranzfeld. Trabajaban en administracion de antivicio cuando yo entre alli… como abrecabezas. Poco despues a Hummel lo trasladaron y destinaron de conductor del Jefe. Un ano mas tarde era teniente en la division de Newton, lo que era un destino muy puta, pues el era un cerdo racista, y acostumbraba a salir a Main Street y dar palizas a las putas negras, hasta dejarlas hechas papilla. Usaba guantes de piel de cerdo para ello… decia que era para evitar las infecciones.

– ?Como sabes que el y el otro tipo eran chicos de Belding?

– Era obvio, por el modo en que ascendieron tan rapidamente, sin merecerselo… tenian un buen enchufe. Y los dos siempre vestian bien, comian bien. DeGranzfeld tenia una gran casa, alla por Alhambra, caballos y campos de frutales. No tiene uno que ser un Sherlock para darse cuenta de que debia estar en la nomina de alguien.

– Hay un monton de nominas, ademas de la de Belding.

– Dejame acabar de una jodida vez, Pelma. Luego, ambos dejaron el cuerpo y se fueron a trabajar para Belding, cobrando al menos seis veces mas que su salario oficial, mas todo lo que pudieran sacar extra por su cuenta.

– Sus nombres de pila -pidio Milo, escribiendo.

– Royal Hummel. Victor DeGranzfeld… Vicky el Pegajoso le acostumbrabamos a llamar. Era un imbecil y un traicionero, demasiado cagon para ser un maton, pero tan sadico como Hummel. Cuando trabajaba en antivicio era el jefe de los recaderos, coordinaba las recolectas entre todos los corredores de apuestas y chuloputas del centro. Cuando trasladaron a Hummel a Newton, este hizo que tambien trasladasen a DeGranzfeld alla, y lo nombrasen jefe de la guardia diurna. Eran amigos del alma, probablemente latentes ambos. Luego, les escogieron a los dos para dirigir Narcoticos Metropolitanos; eso era a principio de los cincuenta, cuando estallo el gran panico por las drogas, y el Departamento sabia que podia lograr

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