aumentos en los fondos presupuestarios a base de hacer unas buenas aprehensiones.

– De acuerdo -dijo Milo-. Hablemos de las casas que tenia Belding…, las casas de fiestas. ?Sabes donde estaban localizadas?

Crotty se echo a reir.

– ?Casas de fiestas? ?No es bonito? ?De donde has sacado eso, Pelma? Casas de fiestas… eran casas de joder, y todo el mundo las llamaba asi, porque eso era para lo que las usaba el senor Leland Belding. Alli llevaba a la gente importante, y tenia a un establo de nenas monas, dispuestas a limpiarles las canerias, hasta que estuviesen dispuestos a firmar en cualquier jodida linea de puntos. Y no, no conozco las localizaciones. Nunca me invitaron a esas veladas.

Se alzo, finto una pared de cajas y paso por una puerta a lo que yo supuse que seria una cocina.

– Siento que tuvieses que escuchar la historia de su vida -me dijo Milo.

– No te preocupes. Ha sido interesante.

– No despues de la milesima vez.

– ?Hablando mal de mi? -Crotty habia salido de la cocina y nos estaba mirando con mala cara, con un vaso de agua en una mano, la otra cerrada en un puno.

– No -le contesto Milo-, solo admirabamos la decoracion.

– ?Ja!

El viejo abrio la mano y nos mostro un punado de pastillas.

– Vitaminas -dijo, y se trago algunas. Ayudo a pasarlas con agua, hizo una mueca, tomo unas cuantas mas, y se froto el abdomen-. Me estoy cansando. Largaos de aqui de una jodida vez y dejadme descansar.

– Aun no he acabado con mi lista de compra -le hizo saber Milo.

– Pues date prisa.

– Tengo un par de nombres mas para ti. Una actriz llamada Linda Lanier, de la que se rumorea que era una de las nenas monas de Belding. Y un doctor al que se tiraba en una de esas peliculas guarras. Dale la descripcion fisica del medico, Alex.

Mientras lo hacia, Crotty perdio el color del rostro y dejo el vaso sobre una caja. Se seco la frente, parecio perder el equilibrio y se apoyo con las manos en el respaldo de un sofa comido por las polillas. Hincho las mejillas.

Milo le dijo:

– Sueltalo ya, Ellston.

– ?Por que estas rebuscando en el monton de las cartas olvidadas, Pelma?

Milo nego con la cabeza.

– Conoces las reglas.

– Seguro, seguro. Vienes aqui y me exprimes, luego me tiras unas migajas.

– Uno de a cien da para exprimir mucho -dijo Milo, pero abrio su cartera y le dio algo mas de dinero al anciano.

Crotty parecio sorprendido. Miro los billetes.

– Linda Lanier -le dijo Milo-. Y el doctor de la pelicula.

– ?Con referencia a Belding? -pregunto Crotty.

– Con referencia a lo que sea. Escupelo, Ellston. Luego nos iremos para dejarte sonar con tu sueco.

– Tu tambien debes de tener suenos de esos -exclamo Crotty. Miro al suelo, se meso el bigote, cruzo las piernas-. Linda Lanier. Bien, bien, bien. Todo acaba mordiendose la cola, ?no? Como mi pequeno banquero rubio y todo lo demas de este jodido mundo.

Se irguio, se levanto, fue hasta el piano gris, se sento ante el mismo y toco un par de notas. El instrumento estaba muy desafinado. Comenzo a extraerle un disonante bugui-bugui con su mano izquierda, y notas al azar con la derecha.

Luego, tan bruscamente como habia empezado, se detuvo y dijo:

– Esto es terriblemente extrano, Pelma. Si no fuera porque no creo en esas cosas, empezaria a emplear palabras como destino… y no es que desee tenerte en mi destino. -Toco varios compases de un blues lento, dejo que las manos le cayesen a los costados-. Lanier y el doctor… ?Y dices que lo hicieron en una pelicula?

Milo asintio con la cabeza y me senalo:

– El la ha visto.

– Era hermosa, ?no?

– Si lo era -acepte.

– Vamos -le urgio Milo-. Escupelo ya.

Crotty nos dedico una debil sonrisa.

– Hurte el bulto, Pelma. Cuando me preguntaste acerca del motivo por el que llamaba asesino a Belding, te solte esa mierda politiquera, porque no sabia detras de que gato callejero andabas. En realidad, tambien pienso que lo es por lo que te dije, pero lo cierto era que no queria meterme en honduras…, no puedo probar nada de lo que creo saber.

– No tienes que probar ni una maldita cosa -le dijo Milo-. Limitate a decirme lo que sepas.

Saco mas billetes y Crotty los agarro de un tiron.

– Tu doctor suena exactamente igual a un tipo llamado Neurath. Donald Neurath, doctor en Medicina General. Lo has descrito al dedillo, Ricitos… y se que entre el y Linda Lanier habia algo.

– ?Como sabes eso? -le pregunto Milo.

Crotty parecia encontrarse a disgusto.

– Vamos, Ellston.

– Vale, vale. Una de mis misiones, cuando no estaba pescando maricas, era trabajar con la patrulla del Club del Raspado…, los que vigilaban a los abortistas ilegales. En aquellos tiempos habia tres modos en los que una chica podia solucionar un problema de ese tipo: con un alambre en un callejon, con algun carnicero de bata blanca, o con algun medico de verdad, que hiciese horas extras para ganarse una buena pasta. Neurath era uno de los medicos de verdad…, muchos doctores hacian esos trabajitos. Pero aun seguia siendo un crimen, segun las leyes del momento, y por consiguiente resultaba una excelente fuente de extorsion para el departamento.

»Habia un grupo de abortistas conocidos…, acostumbrabamos a llamarlos el Club del Raspado, que serian unos veinte doctores, mas o menos, distribuidos por toda la ciudad, tipos respetables, con consultorios establecidos. Nos pasaban un porcentaje de sus beneficios, a cambio de la proteccion de antivicio, y la garantia de que nadie del Club seria detenido. Funcionaba. Hubo un tipo, un osteopata del Valle, que trato de quitarle la clientela a uno de los miembros del Club, a base de cobrar la mitad que ellos por raspada. Una semana despues de que empezase, lo cazaron… empleando a una mujer policia que, casualmente, estaba en cinta. Le fue negada la libertad condicional, y lo metieron en una celda de la carcel del condado, con unos cuantos de los peores presos. Mientras el estaba en chirona, alguien prendio fuego a su consultorio, y otro alguien le dio un susto a su hija, mientras caminaba de vuelta a casa, desde la escuela.

– Muy bonito -comento Milo.

– Asi es como eran las cosas entonces, Pelma. ?Estas seguro de que son mucho mejores ahora?

– ?Estas seguro tu de que este Neurath era miembro del Club?

– Lo se con seguridad, porque fui a recoger pasta a su oficina, una suite muy lujosa y grande, en Wilshire, cerca de Western. -Se detuvo, miro a Milo-. Si, cierto, yo tambien hice de recadero. No es que fuese mi jodido trabajo favorito, pero ya tenia bastantes cosas propias con las que comerme el coco, sin necesidad de preocuparme porque alguien le sacase un soborno a otro alguien por permitir algo que, de todos modos, iba a suceder. Infiernos, ahora una cria puede entrar en una clinica y salir raspada media hora despues. Asi que, ?por que demonios era un delito entonces?

Milo le dijo:

– Sigue hablando.

Crotty le lanzo una mirada agria.

– Llevabamos a cabo esos negocios fuera de su horario de visitas, cuando no habia nadie. Yo subia en ascensor a su consultorio, me aseguraba de que estaba solo, y hacia una llamada convenida a su puerta. Una vez dentro, ninguno de los dos hablaba… fingiamos que aquello no estaba sucediendo. El me entregaba una bolsa marron, yo lo contaba por encima y me largaba.

Вы читаете Companera Silenciosa
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату