Segundos mas tarde, una mujer de fuerte voz y un pronunciado acento eslavo, se puso al aparato:
– Senora Melamed, digame.
Me presente y le dije que estaba tratando de hallar la pista de una antigua paciente de Resthaven Terrace.
– ?Cuando estuvo en tratamiento, doctor?
– Hace seis anos.
– Eso fue antes de que yo empezase a trabajar alli. Solo he estado en ese sitio un ano.
– La paciente tenia problemas multiples, necesitaba cuidados cronicos. Muy probablemente aun siguiera alli hace un ano.
– ?Nombre?
– Shirlee Ransom, con dos es en Shirlee.
– Lo siento, pero no suena la campanita, aunque eso no significa nada. Yo no hacia trabajos con los casos, solo papeleo. ?En que pabellon estaba?
– En una de las habitaciones privadas…, en la parte de atras del edificio.
– Entonces me temo que no puedo serle de ayuda, doctor. Yo solo trabajaba con los casos de Med-Cal, tratando de organizarles su sistema de facturas.
Pense por un instante.
– La atendia un enfermero, un hombre llamado Elmo. Negro y musculoso.
– Elmo Castelmaine.
– ?Lo conoce?
– Despues de que Resthaven cerro, se vino a trabajar para mi en el Adventista. Desgraciadamente, teniamos problemas presupuestarios y tuvimos que despedirlo…, no tenia la suficiente educacion formal como para tener contentos a los de personal.
– ?Tiene usted alguna idea de donde trabaja ahora?
– Despues de que lo despidieramos logro un empleo en un asilo de ancianos en la zona de Fairfax. No tengo ni idea de si aun sigue alli.
– ?Se acuerda usted del nombre de ese lugar?
– No, pero espere un momento, que lo tengo en mi archivo. Era un hombre tan bueno, que pense mantener el contacto con el por si me salia algo para el. Ah, aqui esta: Elmo Castelmaine, King Salomon Manor, Edinburgh Street.
Copie la direccion y el numero de telefono y le pregunte:
– ?Cuando cerro Resthaven, senora Melamed?
– Hace seis meses.
– ?Que clase de sitio era Resthaven?
– No estoy segura de saber lo que me pregunta…
– ?De quien era?
– De una gran empresa. Una entidad de tipo nacional llamada ChroniCare… poseian toda una cadena de establecimientos similares a lo largo de toda la Costa Oeste. Una empresa con muchas infulas, pero que nunca lograron poner a Resthaven a funcionar de un modo correcto.
– ?Clinicamente?
– Administrativamente. Clinicamente eran adecuados. No eran de lo mejor, pero ni con mucho de lo peor. Pero, en lo que a llevar un negocio se refiere, aquel lugar era un puro desastre. Su sistema de facturacion era una marana indescifrable. Contrataron a oficinistas incompetentes, y jamas lograron ni empezar a cobrar todo el dinero que les debia el estado. A mi me contactaron para que les ayudase en eso, pero era una mision imposible. No habia nadie con quien hablar: su oficina central estaba en El Segundo, y nadie contestaba jamas a las llamadas que se les hacian. Era como si realmente no les importase el ganar dinero o no.
– ?A donde fueron los pacientes cuando cerro?
– Supongo que a otros hospitales. Yo me habia ido antes de eso.
– El Segundo -musite-. ?Sabe usted si eran propiedad de una empresa mas grande?
– No me sorprenderia. Hoy en dia todo lo es.
Le di las gracias y llame a mi agente de bolsa, Lou Cesare, a Oregon, quien me confirmo que ChroniCare era una subsidiaria de la Magna Corporation.
– Pero ni suenes en comprar algo de esa empresa: jamas puso acciones a la venta. La Magna jamas vende.
Charlamos un ratito, luego me despedi de el y llame al King Solomon Manor. Alli, la recepcionista me confirmo que Elmo Castelmaine aun trabajaba para ellos. Pero estaba atareado con un paciente, asi que en este momento no se podia poner al telefono. Deje un mensaje para el, pidiendole que me llamase, para un asunto que tenia que ver con Sharon Ransom, y luego me fui hacia el campus.
Llegue en seguida al despacho de Milton Frazier. La tarjeta que debia indicar el horario de oficina estaba vacia. Una llamada con los nudillos no obtuvo respuesta, pero la puerta no estaba cerrada con llave. La abri y descubri al Ratonero, vistiendo un rigido traje de pano ingles y usando medias gafas sin aros, inclinado sobre su escritorio, empleando un rotulador amarillo para subrayar secciones de un manuscrito. Las persianas de las ventanas estaban parcialmente cerradas, dando a la habitacion un ambiente de penumbras. La barba de Frazier se veia desarreglada, como si se la hubiese estado mesando.
Mi «?Hola, profesor!» provoco un grunido y un gesto de la mano que podria haber significado cualquier cosa desde «Entre» hasta «?Vayase al Infierno!».
Una silla de respaldo recto estaba colocada frente al escritorio. Me sente y espere, mientras Frazier continuaba subrayando con nada graciles movimientos, parecidos a estocadas. En el escritorio habia un enorme monton de hojas del manuscrito. Me incline hacia delante y lei el titulo de la pagina de encima del monton. Era un capitulo de libro de texto.
Siguio trabajando, y yo aguarde pacientemente. La oficina tenia paredes color marron claro, una docena o asi de diplomas y certificados enmarcados, estanterias metalicas repletas de libros y suelo de vinilo rajado. Nada de decoracion de interiores de lujo para este Jefe de Departamento. Alineada en una de las estanterias habia una coleccion de frascos de cristal, con cerebros de animales flotando en formaldehido. El lugar olia a papeles viejos y orines de roedor.
Espere durante largo tiempo. Frazier acabo con una parte del manuscrito, alzo otra del monton, y comenzo a trabajar en ella. Hizo mas senales amarillas, agito la cabeza, se retorcio los cabellos de la barba, y no mostro intencion alguna de parar.
– Soy Alex Delaware -le dije-. De la promocion de 1974.
Se irguio de un salto, me miro, se tiro de las solapas. Su camisa le hacia bolsa: su corbata era un horror pintado a mano, lo bastante vieja como para volver ya a estar de moda.
Me estudio.
– Humm. Delaware. No puedo decir que me acuerde.
Una mentira, pero la deje pasar.
– Pense que era usted un estudiante -dijo. Como si eso explicase el que hubiera estado ignorandome. Con los ojos puestos de nuevo en el manuscrito, anadio-: Si lo que desea es algun tipo de asociacion, tendra que esperar. No recibo a nadie sin cita previa. Tengo que cumplir con la fecha de entrega al editor.
– ?Un libro nuevo?
Negativa con la cabeza.
– Una edicion revisada de
– La decima edicion -anadio.
– Felicidades.
– Si. Bien, supongo que las felicitaciones no estan de mas. No obstante, uno casi lamenta el obligarse a si mismo a realizar una nueva edicion cuando resulta aparente el costo de tal operacion: las estridentes exigencias efectuadas por los editores movidos por sus motivaciones comerciales, para que sean incluidos nuevos capitulos; sin importarles el rigor con el que son obtenidos, o la coherencia con la que son presentados.
Dio una palmada sobre el monton de hojas manuscritas.