– El soportar toda esta basura me ha demostrado lo muy bajos que han caido los estandares. El psicologo estadounidense que ha estudiado la carrera despues de 1960 no tiene ni idea de lo que es un diseno de investigacion adecuado, por no decir que siquiera carece de la habilidad de construir una frase gramaticalmente correcta. ?Es una verguenza!
– Si que es una maldita verguenza, pues cuando se hunden los estandares empiezan a suceder todo tipo de cosas extranas -confirme.
Alzo la vista, molesto pero atento.
– Cosas extranas -prosegui-, como que un tipo sin las cualificaciones adecuadas y solo preocupado por ser siempre el centro de la atraccion, llegue a Jefe del Departamento.
El rotulador se quedo congelado en el aire. Trato de ganarme a mirarnos fijamente, pero su fijacion ocular era irregular.
– Dadas las circunstancias, ese es un comentario muy poco afortunado.
– Lo que no cambia los hechos.
– ?Que es lo que tiene exactamente en mente, doctor?
– Quiero saber como logro Kruse saltarse todas las normas.
– Eso es dar muestras de una falta total de modales. ?Cual es el interes que tiene usted por todo esto?
– Digamos que soy un estudioso, preocupado por los acontecimientos.
Se sorbio los dientes.
– Cualquier queja que pudiera haber tenido usted contra el profesor Kruse ya ha dejado de tener importancia, tras su desgraciado obito. Y si, tal como parece usted afirmar, realmente esta preocupado por lo que afecta a este Departamento, no malgastara mi tiempo, ni el de nadie mas, con triviales asuntos personales. Estamos todos abrumadoramente ocupados…, todo este asunto, tan horrible, ha alterado grandemente el esquema de las cosas.
– Seguro que si. Especialmente para aquellos miembros de la Facultad que contaban con el dinero de Blalock. La muerte de Kruse les ha dejado a ustedes en una mala situacion.
Dejo el rotulador y lucho por mantener quieta su mano.
– Ahora que le han cerrado la bolsa -prosegui-, comprendo que tenga que correr para entregar la decima edicion.
Moviendose rigidamente, como un robot, se recosto en su silla, tratando de dar aspecto de tranquilidad, pero viendosele desinflado, preocupado.
– Cree ser un chico muy listo, ?no? Siempre lo creyo. Siempre abriendose paso a traves de todo y todos… siempre a por lo suyo.
– Y yo que creia que no se acordaba de mi.
– Su rudeza me ha hecho recordar, jovencito. Ahora lo recuerdo con bastante claridad… el chico precoz, que hizo la carrera en tres anos. Por si le interesa saberlo, yo me opuse a que le dejasen acabar anticipadamente, a pesar de que habia cumplido usted con todos los requisitos. Me parecia que le hacia falta mas experiencia. Madurez. Pero es obvio que el simple paso del tiempo no ha resuelto el problema.
Me coloque en el borde de la silla, tome el rotulador amarillo y lo cerre con el tapon, dejandolo de nuevo sobre la mesa.
– El problema, profesor, no es mi madurez, sino el desgraciado estado de su etica. El como ha vendido el Departamento al mejor postor. ?Cuanto le pago Kruse por apearse y dejarle el sitio a el? ?Fue en un solo pago, o a plazos mensuales? ?Con un cheque o con la tarjeta de credito? ?O se lo trajo en efectivo dentro de una bolsa de papel marron, sin marca externa alguna?
Se puso palido y empezo a levantarse de la silla, se hundio de nuevo en ella y me amenazo con un dedo tembloroso.
– ?Cuidado con su lengua! ?No sea tan desvergonzado!
– Lo que es desvergonzado -le dije-, es llevar a cabo un timo por correspondencia, basado en el deseo de dejar de fumar de la gente, y destinado a sacarles, con facilidad, unos dolares a unos pobres credulos. ?En que clase de rigor cientifico se baso usted para montar todo ese enganabobos?
Abrio la boca y la cerro, agito la cabeza y hombros de un modo en que parecio que su ropa se lo tragaba.
– No comprende usted nada de la situacion, Delaware. Nada en absoluto.
– Entonces, eduqueme. ?Que es lo que saco usted del nombramiento de Kruse?
Giro con su silla, miro al millar de libros, y simulo estudiar el lomo de uno de los volumenes.
– Si esta usted atascado -le dije-, dejeme que le de un empujoncito: Kruse le dio los fondos para poner en marcha su pequena incursion al mundo de la libre empresa…, todo el dinero para los anuncios, para la impresion de los folletos, para la fabricacion de las cintas. O bien era de su propio dinero, o se lo saco a la senora Blalock. ?A cuanto ascendia…, diez mil dolares? ?Quince mil? El se gastaba mas en su vestuario de verano. Pero para usted debio de ser un gran capital inicial para su negocio.
No me contesto nada.
– Seguro que fue Kruse quien le sugirio el hacer una cosa asi -le dije-. Empezando por poner los anuncios en la revista que le publicaba a el su columna.
Mas silencio, pero habia perdido todo color.
– Anadase a esto la promesa de un flujo ininterrumpido de dinero de los Blalock para sus investigaciones academicas, un trato maravilloso para ambas partes. Para usted, representaba ya no mas ir por ahi suplicando donaciones o pretendiendo ser pertinente. Y Kruse lograba prestigio, respetabilidad instantanea. Con el fin de evitar las maledicencias y los celos en el Departamento, probablemente dispuso que se le diesen tambien fondos a otros miembros de la Facultad. Y todos ustedes, «los investigadores serios» estarian de acuerdo; al fin y al cabo estarian haciendo lo suyo. Aunque supongo que los restantes catedraticos se habrian quedado sorprendidos de haberse enterado de la mucha pasta extra que le pasaba a usted Kruse… ?no le parece que seria un tema precioso para una reunion de la Facultad, profesor?
– No -dijo debilmente-. No hay nada de lo que avergonzarse. Mi programa para los fumadores esta basado en serios principios de conducta. Y el obtener fondos privados para la investigacion es una tradicion consagrada por el paso del tiempo. Y, desde luego, dado el estado de nuestra economia nacional, en el futuro habra que ir recurriendo mas y mas a ello.
– Usted nunca penso en el futuro, profesor. Kruse le mando a el de una patada.
– ?Por que esta haciendo esto, Delaware? ?Por que esta atacando al Departamento? ?Nosotros le hicimos a usted!
– Yo no estoy hablando del Departamento. Solo hablo de usted y de Kruse.
Hizo movimientos parecidos a los masticatorios con los labios, como si estuviese tratando de sacar la palabra adecuada. Cuando finalmente hablo, su voz era debil:
– Aqui no hallara escandalo alguno. Todo ha sido hecho a traves de los canales adecuados.
– Estoy dispuesto a poner a prueba eso.
– Delaware…
– He pasado la manana leyendo un documento fascinante Frazier: «El Companero Silencioso. Crisis de Identidad y Disfuncion del Ego en un Caso de Personalidad Multiple…». Etcetera, etcetera… ?Le suena a algo?
Puso cara de no entender de lo que le estaba hablando.
– Era la disertacion doctoral de Sharon Ransom, presentada al Departamento para lograr su doctorado, y aprobada… por usted. Un simple estudio de un unico caso, sin una brizna de investigacion empirica… en clara violacion de todas las reglas que
– A veces -musito-, se permiten desviaciones a las normas…
– Esto iba mas alla de una simple desviacion. Esto era un fraude.
– No logro comprender que es lo que…
– ?Ella escribio acerca de