– Si tienes algun contacto en Palm Beach, Florida, prueba alli. Kruse trabajo alli hasta 1975, Milo. Y cuando se vino a L.A. la trajo con el.
– Ya, ya… Voy por delante de ti: sobre
– Peliculas porno.
– El la describia como una «productora y realizadora de materiales de educacion en temas de salud». El y su esposa eran los unicos accionistas, declararon perdidas durante cinco anos, y luego cerraron la empresa.
– ?Que anos?
– A ver, dejame mirar. Lo tengo aqui: de 1974 a 1979.
El ultimo ano de Sharon en la Academia, los primeros cuatro en la Universidad.
– Lo que resulta de todo esto, Alex, es que era un tipo rico que vivia de una herencia. Sin matarse a trabajar. Trasteando.
– Trasteando con las vidas de la gente -dije yo-. El Ejercito le enseno Guerra Psicologica.
– ?Para lo que sirve eso…! Cuando yo era enfermero en Vietnam pude ver lo que era la Guerra Psicologica de nuestro Ejercito: en su mayor parte, pura estupidez. Los Viet Cong se reian de ellos… las agencias de publicidad lo hacen mucho mejor. En cualquier caso, el resumen es que la Ransom surge de todo esto como la tipica dama misteriosa con un protector rico. Y, por lo que sabemos, podria haber caido del cielo en 1971.
– Martinis en el solarium.
– ?Como dices?
– No te preocupes -le conteste-. Hay otra posibilidad: encontre los informes de la prensa que hablaban del asunto de drogas de la Lanier y su hermano. Linda y Cable eran del sur de Texas… de un lugar llamado Port Wallace. Quiza haya informacion alla.
– Quiza -acepto el-. ?Habia algo en los periodicos que no nos hubiese contado Crotty?
– Solo que, ademas del tema de las drogas, tambien agitaron el coco rojo… aparentemente, los Johnson asistian a fiestas de subversivos. Y, dado el estado de animo de la nacion, eso debio de garantizar el apoyo publico al tiroteo. Hummel y De Granzfeld fueron tratados como si fuesen heroes del deporte.
– Tio Hummel -dijo el-. Llame a Las Vegas. Sigue vivo, continua trabajando para la Magna: Jefe de Seguridad en la Casbah y otros dos casinos que la empresa posee alli. Vive en una gran mansion, en la mejor parte de la ciudad. Y luego dicen eso de que el crimen no paga.
– Una cosa mas que rumiar -dije-: Billy Vidal y Hope Blalock son hermanos. Vidal preparo tratos entre Henry Blalock y Leland Belding. Despues de que Henry muriese, Magna compro sus negocios a buen precio, y cuando le llego la hora a Leland, Vidal acabo de presidente del Consejo de la Magna. La senora Blalock estaba financiando a Kruse…, supuestamente porque habria curado a uno de sus hijos. Pero resulta que no parece tener ningun hijo.
– ?Jesus! -exclamo Milo-. ?Nunca has tenido la sensacion de que estamos jugando a un juego que no es el nuestro, con las reglas de otro? ?Y en el campo del jodido contrario?
Milo acepto tratar de averiguar algo en Texas y, antes de colgar, me dijo que me cuidase las espaldas.
Deseaba volver a llamar a Olivia, pero ya eran cerca de las once, lo cual era mucho mas tarde de la hora en que, habitualmente, Albert y ella se iban a la cama, asi que aguarde hasta las nueve de la manana siguiente, llame a su oficina y me dijeron que la senora Brickerman estaba en Sacramento por asuntos de trabajo, pero que esperaban que regresaria pronto.
Trate de entrar en contacto con Elmo Castelmaine, en el King Solomon Gardens. De nuevo estaba de guardia, atareado con un paciente. Subi al Seville y conduje hasta el distrito de Fairfax, a la Edinburgh Street.
El asilo de ancianos era uno mas de las docenas de edificios de dos pisos que se alineaban a ambos lados de la estrecha calle sin arboles.
Los jardines del Rey Salomon no tenian jardines, sino simplemente una palmera datilera, de grueso tronco y altura hasta el techo de la casa, a la izquierda de las puertas dobles de cristal. El edificio era de color blanco, con adornos en azul electrico. Una rampa tapizada con cesped artificial, de color azul, cumplia las funciones de escalera delantera. En donde deberia de haber estado el autentico cesped, habian puesto cemento, que habian pintado color verde hospital y amueblado con sillas plegables. En ellas se sentaban personas mayores, con viseras para el sol, panoletas para el frio y refajos para los dolores musculares, abanicandose, jugando a las cartas o, simplemente, mirando al infinito.
Encontre un lugar en el que aparcar, a media manzana, y me dirigia de vuelta al asilo, cuando divise a un hombreton negro al otro lado de la calle, empujando una silla de ruedas. Aprete el paso y pude mirarlo mejor. Una blusa blanca de uniforme sobre unos tejanos. Nada de barba a lo sacacorchos, ni pendiente. La coronilla aclarandose hasta casi la calvicie, el cuerpo robusto ahora mas fofo. El rostro mas suelto, con doble papada, pero indudablemente el hombre al que yo recordaba de Resthaven.
Cruce la calle, le alcance:
– ?Senor Castelmaine?
Se detuvo y miro hacia atras. En la silla de ruedas transportaba a una anciana, que no me presto atencion alguna. A pesar del calor, ella llevaba puesto un jersey abotonado hasta el cuello y una manta india sobre las rodillas. Su cabello era escaso y quebradizo, tenido de negro. La brisa soplaba a traves del mismo, mostrando pedazos claros de craneo. Parecia estar durmiendo con los ojos abiertos.
– Ese soy -la misma voz de tono agudo-. Y, ?quien es usted?
– Alex Delaware. Ayer le deje un recado.
– Eso no me es de mucha ayuda. Aun sigo sin conocerle…, igual que no le conocia hace diez segundos.
– Nos conocimos hace anos. Seis anos, exactamente. En Resthaven Terrace. Fui alli con Sharon Ransom, a visitar a su hermana Shirlee…
La mujer de la silla comenzo a sorberse la nariz y gimio. Castelmaine se inclino, le dio unas palmadas carinosas en la cabeza, saco un panuelo de papel de sus tejanos y le sono la nariz.
– Vamos, vamos, senora Lipschitz, todo va bien. Vendra a buscarla.
Ella hizo un mohin.
– Vamos, senora Lipschitz -insistio Castelmaine.
Ella se llevo el borde de la manta a la boca y comenzo a morder la burda tela.
Castelmaine se volvio hacia mi y me dijo, en voz baja:
– Cuando llegan a una cierta edad, nunca pueden estar lo bastante calientes, por muy caluroso que sea el tiempo. Nunca pueden tener una satisfaccion total, sea de la clase que sea.
La senora Lipschitz se echo a llorar. Sus labios trabajaron un rato con una palabra, hasta que al fin la pronuncio:
– ?Fiesta!
Castelmaine se arrodillo ante ella, le quito la manta de la boca y la volvio a arrebujar con ella.
– Carino, va a ir a la fiesta, pero tiene que andarse con cuidado para no echarse a perder el maquillaje con esas lagrimas. ?Vale?
Coloco dos dedos bajo la barbilla de la anciana y le sonrio:
– ?Vale?
Ella alzo la vista hacia el y asintio con la cabeza.
– Bieeeen. Y la verdad es que hoy se la ve muy guapa, carino. Muy arreglada y a punto para lo que sea.
La anciana alzo una mano arrugada. Una gruesa mano negra la rodeo.
– Fiesta -dijo ella.