importantes ramificaciones de investigacion.

– ?Como de importantes?

– Publicables en una de las revistas especializadas. A pesar de todo no logro convencerme, pero siguio presionandome, acosandome dia tras dia, viniendo a verme a mi oficina, interrumpiendo mi trabajo con el fin de argumentar en su favor. Al fin, cedi.

Al fin. Seguramente tras haberle llenado la cartera. No dije esto, sino:

– Y, cuando leyo la disertacion, ?no lamento usted su decision?

– Pense que era basura, pero no muy diferente a cualquier otro estudio clinico. La psicologia deberia haberse quedado en el laboratorio, fiel a sus raices cientificas, y jamas se le deberia de haber permitido aventurarse a meterse en toda esa porqueria, tan mal definida, del tratamiento. Que sean los psiquiatras los que se hundan en ese tipo de estupideces.

– ?Tenia usted idea de que era autobiografica?

– ?Naturalmente que no! ?Como podria haberlo sabido? Nunca habia visto a esa chica, excepto en una ocasion, para su examen oral.

– Debio de ser un examen muy duro. Con Kruse, usted haciendole de papel carbon, y una componente exterior: Sandra Romansky. ?La recuerda?

– En lo mas minimo. ?Sabe usted en cuantos comites estoy presente? Si hubiera tenido la mas minima sospecha de que habia algo impropio, hubiera aplicado el freno…, de eso puede estar seguro.

Reconfortante.

– Yo solo estuve envuelto tangencialmente en aquello -anadio.

– ?Cuan a fondo la leyo? -le pregunte.

– Nada a fondo -me dijo, como si aquello fuera una prueba exculpatoria-. ?Creame, Delaware, apenas si hojee aquella maldita cosa!

Baje a la oficina del Departamento, le dije a la secretaria que estaba trabajando con el profesor Frazier, verifique que realmente no estaba la ficha, y llame a informacion de Long Island para averiguar el numero del Forsythe College. La administracion del mismo me confirmo que Sharon Jean Ransom habia sido alumna de la escuela desde 1972 hasta 1975. Jamas habian oido hablar de Paul Peter Kruse.

Llame a mi servicio de mensajes. No habia nada de Olivia o de Elmo Castelmaine. Pero me habian telefoneado la doctora Small y el detective Sturgis.

– El detective dijo que no le llamase, que el se pondria en contacto con usted -me dijo la operadora.

Lanzo una risita:

– Detective. ?Esta usted metido en algo emocionante, doctor Delaware?

– Nada de eso -le conteste-. Lo de siempre.

– Lo de siempre de usted posiblemente sea un terremoto comparado con lo mio, doctor Delaware. Que tenga un buen dia.

La una cuarenta y tres. Espere siete minutos, y llame a Ada Small, imaginando que la encontraria entre dos visitas a pacientes. Ella misma respondio al telefono y me dijo:

– Gracias por llamarme tan pronto, Alex. ?Te acuerdas de esa joven que me mandaste, Carmen Seeber? Vino para dos sesiones, luego ya no aparecio para la tercera. La llame varias veces y, cuando al fin pude ponerme en contacto con ella en su casa y trate de que me hablara de lo que estaba pasando, se mostro tremendamente defensiva, insistio en que estaba bien, que no necesitaba mas terapia.

– Desde luego, esta bien… viviendo con un drogadicto y probablemente dandole hasta el ultimo centavo que posee.

– ?Y como sabes eso?

– Por la policia.

– Ya veo. -Una pausa-. Bueno, gracias de todos modos por habermela enviado. Siento que no funcionase.

– Yo soy el que deberia de estarse excusando. Tu fuiste quien me hizo el favor.

– No pasa nada, Alex.

Deseaba preguntarle si Carmen habia echado alguna luz sobre la muerte de D. J. Rasmussen, pero sabia perfectamente que no podia pedirle que rompiese el secreto de las confidencias de una paciente.

– Tratare de llamarla la semana que viene -me dijo-, pero no soy optimista. Tanto tu como yo conocemos el poder de la resistencia.

Pense en Denise Burkhalter.

– Lo unico que podemos hacer es intentarlo.

– Cierto. Dime, Alex, ?que tal te van las cosas a ti?

Le conteste con demasiada rapidez:

– De cona.

– Si me meto donde no me llaman, te ruego que me perdones. Pero las dos veces que hemos hablado recientemente, parecias… tirante. Tenso. A todo gas.

La frase que yo habia usado, en mi terapia, para describir el estado mental, de aceleracion, que me ocurria durante los periodos de estres. Lo que Robin habia llamado siempre hiperespacio de lo que siempre habia logrado sacarme, con su carino…

– Solo estoy un poco cansado, Ada. Estoy bien. Gracias por preocuparte.

– Me alegra oir eso. -Otra pausa-. Si alguna vez necesitas soltar algunas cosas, ya sabes que aqui estoy yo para escucharlas.

– Lo se, Ada. Gracias y cuidate.

– Tu tambien, Alex. Cuidate mucho.

Camine hacia la parte norte del campus, deteniendome para tomar una taza de cafe de una maquina expendedora, antes de entrar en la biblioteca de investigacion.

De vuelta al Indice de Periodicos. No halle nada sobre William Houck Vidal, como no fuesen citas empresariales, antes del juicio por El Multimillonario Ermitano. Fui retrocediendo y halle un articulo en el Time referente a las investigaciones del Comite del Senado respecto a los contratos del Departamento de Guerra, titulado «Hollywood se relaciona con la capital entre rumores de escandalo», una referencia que se me habia pasado por alto mientras buscaba el material sobre Belding.

Vidal acababa de realizar su primera aparicion ante el Comite, y la revista estaba tratando de dar referencias respecto a su persona y ambiente.

Una foto de primer plano lo mostraba con menos arrugas y espeso cabello rubio. Una deslumbrante sonrisa…, los dientes de oro que Crotty habia recordado. Y ojos de tipo listo. Vidal era descrito como «un miembro de la alta sociedad, que habia combinado su astucia, conexiones y una buena dosis de encanto para hacerse con una lucrativa posicion como asesor de la industria cinematografica». Y fuentes de Hollywood sugerian que era el quien habia convencido a Leland Belding para que entrase en el negocio de las peliculas.

Los dos habian estudiado en Stanford. Y Vidal habia sido el presidente de un Club de Alumnos, al que tambien habia pertenecido Belding. Pero se creia que esta asociacion no habia sido profunda: al futuro multimillonario no le caian bien las organizaciones, y nunca habia asistido a un solo acto del club.

Su relacion de trabajo se habia consolidado en 1941: Vidal habia servido como «intermediario» en un trato entre Belding y la Blalock Industries, que en tiempos de guerra le suministro acero a la Magna Corporation a precios de descuento. Vidal le presento Leland Belding a Henry Abbot Blalock; estaba en una posicion perfecta para efectuar esta conexion, puesto que Blalock era su cunado, al estar casado con la hermana de Vidal, Hope Estes Vidal.

Los Vidal eran descritos como los ultimos descendientes de una vieja, venerable familia, de un linaje que se remontaba a los emigrantes del Mayflower, pero con una fortuna muy disminuida. Henry Blalock, nacido en Londres, hijo de un deshollinador de chimeneas, habia 'sido admitido en los circulos de la buena sociedad tras su casamiento, en 1943, con Hope, pues el apellido de los Vidal aun rezumaba prestigio social. Claro que Time se preguntaba si los actuales problemas con el Senado del hermano Billy no irian a cambiar todo aquello.

Billy y Hope, hermanos. Esto explicaba la presencia de Vidal en la fiesta, pero no su relacion con Sharon. Ni tampoco me decia de que habrian estado hablando…

Segui buscando mas menciones sobre los Blalock, no halle nada acerca de Hope y solo algunas referencias a

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