decimos este extasis trivializado? Que lo aceptemos. Que nos acostumbremos a el. Que respetemos el lugar privilegiado que ocupa. Que observemos la moral que dicta.
La moral del extasis es contraria a la del proceso; bajo su proteccion, todo el mundo hace lo que quiere: cada cual puede ya chuparse el pulgar a sus anchas, desde su mas tierna ninez hasta el bachillerato, y es una libertad a la que nadie estara dispuesto a renunciar; miren a su alrededor en el metro; sentado, de pie, cada cual tiene el dedo metido en uno de los orificios de la cara; en la oreja, en la boca, en la nariz; nadie se siente visto por el otro y cada uno piensa en escribir un libro para poder contar su inimitable y unico yo que se hurga la nariz; nadie escucha a nadie, todo el mundo escribe y cada uno escribe como se baila el rock: a solas, para si, concentrado en si mismo, haciendo, no obstante, los mismos movimientos que todos los demas. En esta situacion de egocentrismo uniformizado, el sentimiento de culpabilidad no desempena ya el mismo papel que antes; los tribunales siguen trabajando, pero estan fascinados exclusivamente por el pasado; no tienen otro objetivo que el meollo del siglo; no tienen otro objetivo que las generaciones de los mayores o las muertas. Los personajes de Kafka estaban culpabilizados por la autoridad del padre; como cae en desgracia con su padre, el protagonista de
Recientemente dos adolescentes asesinaron a un cura: escucho el comentario en la television; habla otro cura, con voz temblorosa de comprension: «Hay que rezar por el sacerdote, que fue victima de su mision: se ocupaba especialmente de la juventud. Pero tambien hay que rezar por los dos infelices adolescentes; ellos tambien eran victimas: de sus pulsiones».
A medida que va encogiendose, vigilada como esta por el tribunal del conformismo general, la libertad de pensamiento, la libertad de las palabras, de las actitudes, de los chistes, de las reflexiones, de las ideas peligrosas, de las provocaciones intelectuales, va en aumento la libertad de las pulsiones. Se predica la severidad contra los pecados del pensamiento; se predica el perdon para los crimenes cometidos en extasis emotivo. Los caminos en la niebla
Los contemporaneos de Robert Musil admiraban mucho mas su inteligencia que sus libros; segun ellos, deberia haber escrito ensayos y no novelas. Para refutar esta opinion basta con una prueba negativa: leer los ensayos de Musil: ?que pesados, aburridos y sin encanto son! Porque Musil es un gran pensador unicamente en sus novelas. Su pensamiento necesita alimentarse de las situaciones concretas de los personajes concretos; en fin, es un pensamiento novelesco, no filosofico.
Cada primer capitulo de las dieciocho partes de
Hay una reflexion novelesca como hay un dialogo y una accion novelescos. Las largas reflexiones de
La Historia se ha convertido en la experiencia concreta de cada uno a principios del siglo XIX, durante esas guerras napoleonicas de las que habla
Tolstoi vuelve a las guerras napoleonicas con una perspectiva de cincuenta anos. En su caso, la nueva percepcion de la Historia no se inscribe tan solo en la estructura de la novela, que ha pasado a ser cada vez mas apta para captar (en los dialogos, mediante las descripciones) el caracter historico de los acontecimientos que se cuentan; lo que interesa ante todo es la relacion del hombre con la Historia (su capacidad de dominarla o de huir de ella, ser libre o no en lo que a ella se refiere) y trata este problema directamente, como tema de su novela, tema que examina por todos los medios, incluyendo la reflexion novelesca.
Tolstoi polemiza contra la idea de que la Historia la hacen la voluntad y la razon de los grandes personajes. Segun el, la Historia se hace a si misma, obedeciendo a sus propias leyes, que no obstante siguen siendo oscuras para el hombre. Los grandes personajes «eran
Gracias a esta concepcion de la Historia, Tolstoi dibuja el espacio metafisico en el que se mueven sus personajes. Al desconocer el sentido de la Historia y su futuro discurrir, al desconocer incluso el sentido objetivo de sus propios actos (mediante los cuales participan «inconscientemente» en los acontecimientos «cuyo sentido se les escapa»), avanzan por su vida como se avanza en la niebla. Digo niebla, no oscuridad. En la oscuridad, no se ve nada, se es ciego, se depende de otros, no se es libre. En la niebla, se es libre, pero es la libertad de quien esta en la niebla: ve a cincuenta metros delante de el, puede claramente distinguir los rasgos de su interlocutor, puede deleitarse con la belleza de los arboles que bordean el camino e incluso observar que ocurre cerca y reaccionar.
El hombre es el que avanza en la niebla. Pero, cuando mira hacia atras para juzgar a la gente del pasado, no ve niebla alguna en su camino. Desde su presente, que fue su lejano porvenir, el camino le parece del todo despejado, visible en toda su extension. Mirando hacia atras, el hombre ve el camino, ve la gente que avanza, ve sus errores, pero la niebla ya no esta. Sin embargo, todos, Heidegger, Maiakovski, Aragon, Ezra Pound, Gorki, Gottfried Benn, Saint-John Perse, Giono, todos caminaban en la niebla, y podemos preguntarnos: ?quien es el mas ciego? ?Maiakovski, que, al escribir su poema dedicado a Lenin, no sabia adonde conduciria el leninismo? ?O nosotros, que lo juzgamos con la perspectiva de decadas y no vemos la niebla que lo envolvia?
La ceguera de Maiakovski forma parte de la eterna condicion humana.
No ver la niebla en el camino de Maiakovski es olvidar lo que es el hombre, olvidar lo que somos nosotros mismos.
Novena Parte. Amigo, aqui no esta usted en casa
Hacia el final de su vida, Stravinski decidio reunir toda su obra en una gran edicion discografica ejecutada por el mismo, como pianista o director de orquesta, con el fin de que existiera una version sonora autorizada de toda su musica. Esta voluntad de asumir el mismo el papel de ejecutante provoco muchas veces una irritada reaccion: con cuanta sana, en su libro publicado en 1961, Ernest Ansermet quiso burlarse de el: cuando Stravinski dirige la orquesta, es, dice, presa «de tal panico, que aprieta su atril contra el podio por temor a caerse, que no puede