del jurado estaban delante, sentados en dos filas debajo de las ventanas. La galeria para el publico quedaba detras de las mesas de los abogados.

Hester no tuvo miedo de mirar al frente, hacia el banquillo desde el que Jericho Phillips asistia a su juicio. Su rostro era de facciones irregulares: la nariz prominente, pomulos angulosos, cejas torcidas y cabellos que ni siquiera el agua mantendria peinados. No advirtio ninguna emocion en su expresion. Tal vez la reflejaran los punos cerrados o el temblor de su cuerpo, ocultos a la vista por la alta baranda maciza.

En cambio no miro hacia donde Oliver Rathbone estaba sentado en silencio, aguardando su turno, como tampoco intento ver si Margaret se encontraba en la galeria a espaldas de el. En aquel momento preferia no saberlo.

Tremayne comenzo. Su voz sono confiada, pero Hester habia aprendido a conocerle lo suficiente durante las ultimas semanas para fijarse en la poca soltura de su pose y en que no paraba de mover las manos. No estaba tan seguro de si mismo como antes del inicio del juicio.

– Senora Monk, ?es correcto que ha fundado y ahora dirige una clinica ubicada en Portpool Lane para tratar, sin cargo alguno, a las mujeres de la calle que esten enfermas o lesionadas y que no tengan otro modo de conseguir ayuda?

– Si, lo es.

– ?Recibe una remuneracion economica por este servicio?

– No.

La respuesta sono muy escueta. Quiso anadir algo pero no hallaba palabras para hacerlo. Rathbone se puso de pie, salvandola de fracasar en el intento.

– Con la venia del tribunal, senoria, la defensa dara fe de que la senora Monk fue una gran enfermera a las ordenes de la senorita Florence Nightingale durante la guerra de Crimea, y de que a su regreso a la patria trabajo en hospitales, valerosa e infatigable, esforzandose por introducir reformas muy necesarias. -Se oyo un murmullo de aprobacion en la galeria-. Luego dirigio su atencion a la dificil situacion de las mujeres de la calle -prosiguio Rathbone-, reducidas a la prostitucion a causa del abandono o de otras circunstancias.

»Fundo por cuenta propia una clinica a la que pudieran acudir en busca de tratamiento para sus enfermedades o lesiones. Ahora es un establecimiento conocido que recibe ayuda voluntaria de la sociedad en general. De hecho, mi propia esposa dedica buena parte de su tiempo a esa obra benefica, tanto para recaudar fondos como para trabajar cocinando, limpiando y atendiendo a las pacientes. No se me ocurre labor mas digna que pueda desempenar una mujer.

Varios jurados prorrumpieron y sus rostros se iluminaron con vacilantes sonrisas. Incluso Sullivan tuvo que adoptar una expresion admirada. Solo Tremayne parecia nervioso, cogido desprevenido.

– ?Tiene algo que anadir, senor Tremayne? -pregunto Sullivan.

– No, senoria, gracias. -Con cierta renuencia, levanto la vista hacia Hester y reanudo su interrogatorio-. Dada la naturaleza de este trabajo, senora Monk, ?ha tenido ocasion de aprender mucho mas de lo que la mayoria de nosotros sabemos sobre el comercio de quienes venden sus cuerpos para la satisfaccion sexual de terceros?

– Si, es inevitable aprender.

– Me lo figuro. A fin de aprovechar tales conocimientos, ?le pidio el senor Monk que lo ayudara a descubrir como podia haber vivido Walter Figgis para sufrir abusos deshonestos y terminar asesinado?

– Si. A mi me era mucho mas facil ganarme la confianza de quienes andan metidos en tales cosas. Conocia a personas que podian ayudarme, llevandome a hablar con otras que nunca hablarian con la policia.

– Justamente. ?Tendria la bondad de explicar al tribunal, paso a paso, lo que averiguo a proposito de Walter Figgis? -le pidio Tremayne-. Lamento que sea preciso abordar tan desagradables cuestiones, pero debo pedirle que sea concreta, de lo contrario el jurado no podra dilucidar con imparcialidad la verdad, asi como lo que hemos sugerido pero no demostrado. ?Lo entiende?

– Si, por supuesto.

Entonces la condujo con gentileza y mucha claridad a lo largo del interminable interrogatorio, recabando informacion y sacando conclusiones para seguir preguntando hasta que hubieron reunido pruebas suficientes para recrear una parte de la vida de Fig, su desaparicion de la ribera para ir a parar al burdel flotante de Phillips, los anos que paso alli y, finalmente, su muerte. Hester habia obtenido cada dato de alguien a quien podia nombrar, si bien opto por dar solo los apodos por los que eran conocidos en la calle, y Rathbone no protesto.

– Si Fig trabajaba segun indican las pruebas -continuo Tremayne-. ?Por que demonios desearia Phillips, o cualquier otro proxeneta, hacer dano a alguien de su propiedad, y mucho menos matarlo? ?De que iba servirle Fig muerto?

A Hester le constaba que su rostro traslucia su repulsa, pero no podia controlarse.

– Los hombres a quienes les gustan los ninos pierden el interes por ellos en cuanto comienzan a mostrar signos de alcanzar la madurez. No tiene nada que ver con ninguna clase de afecto. Se los usa para satisfacer una necesidad, tal como se usa un mingitorio.

Una oleada de aversion recorrio la sala, como si alguien hubiese abierto la puerta de una fosa septica y el olor se hubiese colado al interior.

Tremayne torcio el gesto mas que nadie.

– ?Esta dando a entender que esos hombres matan a todos los ninos cuando comienzan a mostrar signos de hacerse mayores?-pregunto.

– No -respondio Hester con tanta formalidad como pudo. Revivir su furia y su piedad con palabras prudentes estaba empezando a sacarla de quicio. Le parecia ofensivamente aseptico, aunque los rostros del jurado reflejaban lo contrario. Respiro hondo-. No, segun me han informado, suelen venderlos a cualquier capitan mercante dispuesto a comprarlos, y entonces sirven como grumetes o en lo que sea necesario. -Dejo que su expresion transmitiera el significado mas oscuro de la frase-. Salen del puerto en el primer barco que zarpa y no regresan quiza durante anos. De hecho es posible que no regresen jamas.

– Entiendo. -Tremayne empalidecio-. ?Y por que iba Fig a correr otra suerte?

– Quizas estuviera previsto que se embarcara -contesto Hester, desviando la mirada por primera vez de Tremayne para mirar a Rathbone. Vio desdicha y repugnancia en su rostro, y se pregunto que podia haber sucedido que le obligara a defender a Jericho Phillips. Sin duda era imposible que lo hubiera hecho de buen grado. Era un hombre civilizado, le ofendia la vulgaridad, una persona honorable. En una ocasion le habia considerado demasiado exigente con sus pasiones para amar con la entrega que ella consideraba necesaria.

– ?Senora Monk? -le apunto Tremayne.

– Es posible que se rebelara -dijo, concluyendo la frase-. Si causaba problemas seria mas dificil venderlo. Quiza fuese el cabecilla de otros ninos mas pequenos y su asesinato fue un castigo ejemplar para imponer disciplina. No existe modo mas rapido de sofocar una rebelion en las bases que ejecutar a su lider.

Sono cinica, incluso a sus propios oidos. El publico, el jurado, el propio Rathbone, ?se darian cuenta de que lo hacia para disfrazar el dolor que le causaba una idea insoportable?

?Habria alguien presionando a Rathbone para que hiciera aquello? ?Seria posible que no se hubiese dado cuenta de lo repulsiva que era la realidad? ?Se habria detenido a pensar en como se ganaba el dinero que recibia a modo de honorarios? De ser asi, ?como podia aceptarlo?

– Gracias, senora Monk -dijo Tremayne quedamente, con el semblante sombrio, los labios prietos como si la pena le consumiera las entranas-. Nos ha mostrado una imagen terrible, aunque tambien tragicamente verosimil. ?Me permite que elogie su valentia y compasion en el trabajo que realiza?

Hubo un murmullo de aprobacion. Dos miembros del jurado asintieron con la cabeza y otro se sono ruidosamente la nariz.

– Este tribunal le esta muy agradecido, senora -dijo lord Justice Sullivan a media voz. Su rostro era una mascara de indignacion y tenia las mejillas encendidas, como si la sangre le hirviera debajo de la piel-. Puede retirarse por hoy. Sin duda manana sir Oliver Rathbone deseara interrogaria.

Desvio la mirada hacia Rathbone.

– Con la venia del tribunal, senoria -afirmo Rathbone.

El tribunal levanto la sesion y Hester bajo del estrado agarrandose a la barandilla. Se sentia vacia, incluso un poco mareada. Uno de los ujieres le ofrecio el brazo pero ella rehuso, dandole las gracias.

Estaba en el vestibulo anejo a la sala cuando vio a Rathbone dirigirse hacia ella. Habia elegido adrede salir por alli con la esperanza de encontrarlo. Deseaba preguntarle, cara a cara, que le habia inducido a aceptar semejante caso. Si tenia alguna clase de problema, ?por que no habia pedido ayuda a Monk? Seria raro que fuese

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