Scuff la miro de hito en hito, escrutando su semblante para ver si lo decia en serio o si solo estaba siendo amable porque pensaba que era un nino y que no debia agobiarlo. Poco a poco se fue convenciendo de que lo decia en serio. Ella no tenia hijos, y no lo trataba como si el lo fuera. Le sonrio.

Hester correspondio a su sonrisa y, alargando el brazo, le hizo una breve y delicada caricia en la mejilla. Scuff sintio que la calidez de aquel gesto le traspasaba el cuerpo entero. Dio media vuelta y regreso al piso de arriba antes de que Monk lo sorprendiera y de un modo u otro rompiera el hechizo del momento. Aquello era privado, solo entre Hester y el.

Al llegar a lo alto de la escalera se toco la mejilla a modo de experimento, para ver si aun la notaba caliente.

* * *

Por la manana Hester fue a ver a Oliver Rathbone a su bufete. Prefirio no pasar antes por Portpool Lane; no tenia ganas de hablar con Margaret. Se sentia culpable por ello. Habian sido amigas intimas, quiza fuese la amiga mas intima que Hester habia tenido, al menos en circunstancias normales, lejos de los horrores de la guerra. Tener que evitarla por culpa del papel que habia desempenado Rathbone en el juicio, y tambien por el miedo y la confusion que sentia, aumentaba su infelicidad.

De ahi que no pudiera posponer mas el enfrentarse a Rathbone. Fue en omnibus hasta el Puente de Londres, donde se apeo y tomo un coche de punto para cruzar el rio y dirigirse al bufete de Rathbone en los Inns of Court. El pasante la reconocio de inmediato y la invito a entrar con una mezcla de gusto e incomodidad. Hester se pregunto cual seria su opinion a proposito del caso Phillips y del papel que Rathbone habia desempenado en el. Por supuesto seria de lo mas incorrecto preguntarle algo al respecto, pues de ninguna manera podria contestarle.

– Lo lamento, senora Monk, pero sir Oliver esta atendiendo a un caballero -se disculpo el pasante-. No se decirle cuando estara libre.

Permanecio de pie donde estaba, a fin de desalentarla sin faltarle al respeto.

– Si no hay inconveniente, aguardare -respondio Hester, mirandolo directamente a los ojos, sin dar un solo paso.

– Faltaria mas, senora -concedio el, interpretando con acierto que Hester tenia intencion de aguardar dijera el lo que dijese, en el despacho o incluso en la calle, si se veia obligada a ello-. ?Puedo servirle una taza de te, y quizas unas galletas?

Hester le sonrio encantada.

– Gracias, eso seria muy amable de su parte.

El pasante se retiro, sabiendo muy bien que lo habian vencido aunque en aquella ocasion no le importo en absoluto.

Hester tuvo que aguardar mas de tres cuartos de hora porque en cuanto se marcho el primer cliente llego el siguiente, y tuvo que esperar a que este se marchara a su vez antes de que la hicieran pasar al despacho de Rathbone.

– Buenos dias, Hester -saludo Rathbone un tanto receloso.

– Buenos dias, Oliver -respondio ella mientras el pasante cerraba la puerta. Acepto la silla de enfrente del escritorio como si la hubiese invitado como solia hacer normalmente-. Comprendo que estas atareado; de hecho, he visto a dos clientes llegar y marcharse, de modo que no te hare perder el tiempo con las cortesias al uso. Puedes dar por sentado que me interesan tu salud y tu felicidad, y tambien que doy por supuestas las habituales preguntas acerca de las mias. -Rathbone solto un breve suspiro. Hester agrego-: Y que ya he tomado te, servido con suma gentileza.

– Naturalmente -repuso Rathbone, insinuando apenas un amago de sonrisa-. ?Deberia disculparme por haberte hecho esperar, o eso tambien hay que darlo por supuesto?

– No me has hecho esperar -contesto Hester-. No tenia cita contigo.

– Vaya por Dios. Ya veo que vamos a ser francos hasta rayar en… no se muy bien en que. ?Sobre que estamos siendo sinceros? ?O voy a tener que lamentar haber hecho semejante pregunta?

– Creo recordar que hace tiempo me dijiste que un buen abogado, y tu eres enormemente bueno, no hace una pregunta a no ser que ya conozca la respuesta -contesto Hester.

Rathbone esbozo una mueca tan comedida que Hester no estuvo segura de si la habia visto o imaginado.

– Debes saber que no vas a lograr que de por supuesta la respuesta, Hester -respondio Rathbone-. Tu eres muy buena en esto pero yo tengo mas experiencia.

Hester encogio levemente los hombros.

– Mucha mas, por supuesto. Las personas con quienes tratas son cautivas de una manera muy distinta a la de las que trato yo. Y aunque no siempre se den cuenta, yo tambien velo por sus intereses.

– Eso es facil de hacer -replico Rathbone-. Sus intereses respectivos no entran en conflicto.

– Eres un ingenuo, Oliver. Solo dispongo de una cantidad limitada de dinero, de medicinas y de camas. ?Claro que entran en conflicto entre si!

Lo habia pillado desprevenido. Saltaba a la vista en su rostro que de subito era consciente de decisiones que nunca habia tenido que tomar, asi como de otras que el habia tomado y que ella no habia tenido que tomar. Hester lo descifro todo en los sentimientos que alteraron sus facciones.

– Se que te contrataron para que defendieras a Phillips -dijo inclinandose hacia delante en la silla-, y que eso te obligo a defender sus intereses, igual que la acusacion tenia la obligacion de actuar contra ellos. Una vez que aceptaste el caso, salvo si el admitia ser culpable, no tenias mas opcion que defenderle. ?Por eso no lo llamaste al estrado para que negara que hubiera matado a Fig? ?Acaso en el fondo pensabas que si lo habia hecho?

– ?No, ni mucho menos! -exclamo Rathbone con repentina vehemencia-. A mi me lo nego, simplemente pense que el jurado no iba a creerle. No es un personaje muy simpatico que digamos, y si hubiese hablado sin duda se habria hecho muy patente. El jurado deberia sopesar solo las pruebas, pero lo constituyen personas; apasionadas, vulnerables, llenas de compasion e indignacion por el crimen, y sumamente temerosas tanto de dar un mal veredicto como de que un buen dia sean ellas las victimas del crimen. -Hablaba tan deprisa que apenas le daba tiempo a respirar-. El desagrado las habria inducido a creerlo culpable. Podrian haber cruzado muy facilmente la linea que separaba el que hubiese cometido otros delitos, de lo cual no abrigo la menor duda, y terminar convencidos de que tambien habia cometido ese. No tienen que dar explicaciones sobre su veredicto. No puedo discutir con ellos y senalar que su logica no se sostiene. Una vez que se han pronunciado, debo acatar, salvo que haya algun aspecto legal al que pueda asirme. Y la falta de logica no queda contemplada.

– Ya lo se -dijo Hester secamente-. Tremayne podria haberse servido de sus sentimientos para predisponerlos en contra de Phillips, y tu no habrias podido recurrir porque no se habrian dado cuenta de lo que les habia hecho. Habrian imaginado que sus sentimientos eran por entero propios, no fruto de su manipulacion.

Rathbone esbozo una sonrisa.

– Exactamente. Me complace que lo veas con tanta imparcialidad.

Ahora fue Hester quien sonrio con el mismo gelido humor.

– Por supuesto que si; ahora -respondio-. Por desgracia, no lo vi tan claro cuando me estabas manipulando. Y me temo que el senor Tremayne tampoco. A ti se te da mejor que a cualquiera de nosotros. Y desde luego llevas razon en lo de tener mas experiencia.

Rathbone se puso rojo como un tomate.

– No tenia alternativa, Hester. ?Acaso no tendria que haber dado lo mejor de mi mismo porque tu eras la testigo? Si hubiese obrado asi al defender a alguien de tu agrado, habrias sido la primera en senalarme lo deshonroso de mi conducta. No puedes administrar justicia de una manera a quienes aprecias y de otra a quienes no.

– Por supuesto que no -coincidio Hester, con mas tirantez de la que hubiese deseado. La voz la delataba, y le constaba que Rathbone se percataria-. Segui el caso porque creia apasionadamente que Phillips era un hombre malvado que habia torturado y asesinado a un nino que tuvo el coraje de rebelarse contra el. Y lo sigo creyendo. Pero tambien se que me deje gobernar por mis sentimientos en vez de por mi inteligencia. No fui imparcial en mi criterio, y eso me desmorono. Tu te aprovechaste de mi debilidad porque me conocias lo suficiente para hacerlo. -Hizo caso omiso de la fulminante mirada iracunda, y quizas avergonzada, de Rathbone-. No estoy segura de si te

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