Bajaron hacia la escalinata de All Saints. Justo antes de que llegaran, surgio una figura de entre las sombras de una grua y la luz de una farola mostro su rostro como una mascara amarilla, ancha, sonriendo con lascivia. Jericho Phillips. Miro a Hester, haciendo caso omiso de Squeaky.
– Se que ha estado buscando a Reilly, senorita. No tendria que hacerlo.
Squeaky se desconcerto pero disimulo de inmediato.
– ?La esta amenazando, senor Phillips? -pregunto con exagerada cortesia.
– Solo es un consejo -repuso Phillips-. Amistoso, ademas. Me parece que estoy en deuda con ella. -Sonrio ensenando los dientes-. Quizas estaria colgando de una horca con la soga al cuello, de no ser por sus declaraciones en mi juicio. -Rio por lo bajo, con los ojos muertos como piedras-. Descubrira un monton de cosas que preferiria no saber, visto que tanto admiraba al senor Durban. Encontrara a Reilly, pobre chico, y acabara descubriendo lo que le ocurrio. Y, creame, senorita, no le va a gustar lo mas minimo. -Habia un transbordador surcando la oleosa superficie negra del agua que los remos batian ritmicamente-. Un chico valiente, ese Reilly - agrego Phillips-. Aunque tonto. Confio en quien no debia, como la Policia Fluvial. Descubrio mas cosas de las que debe saber un chaval como el.
– Por eso lo mato, igual que mato a Fig -dijo Hester con amargura.
– No habia motivo, senorita -le dijo Phillips-. No iba a chivarse de mi. Yo trato muy bien a mis chicos. No les pego, no pierdo la cabeza ni les grito. Conozco mi negocio, y lo atiendo como es debido.
Hester lo miro con una aversion absoluta, pero no hallo una respuesta con la que contraatacar.
– Pienselo, senorita -prosiguio Phillips-. Ha estado haciendo muchas preguntas sobre Durban. ?Que ha averiguado, eh? Que era un mentiroso, ?no? Mentia sobre cualquier cosa, hasta sobre su origen. Perdia los estribos de mala manera, molio a palos a mas de uno. Encubria los delitos de algunos, mentia sobre los de otros. Quiza yo hubiera hecho lo mismo, pero nadie se extranaria. -Sonrio sin el mas ligero rastro de humor-. Durban era diferente. Nadie se fia de mi, pero confiaban en el. Eso lo convierte en otra cosa, una especie de traicion, ?verdad? Que el quebrantara la ley esta mal, pero que muy mal. Creame, senorita, no le gustara saberlo todo sobre Durban, se lo digo en serio. Como tampoco al bueno de su marido. Me salvo la vida dos veces, fijese. Una vez en el rio… Vaya. -Phillips enarco las cejas-. ?No se lo ha contado?
Hester le dirigio una mirada cargada de odio.
Phillips sonrio mas abiertamente.
– Pues si, pudo dejar que me ahogara pero me salvo. Y luego, por supuesto, todas esas pruebas ante el tribunal. Sospecho que sin ellas me habrian ahorcado, seguro. No es una forma agradable de morir, senorita, el baile de la soga. Para nada. No se empene en saber que le ocurrio al pobre Reilly, senorita, ni tampoco quiera saberlo todo sobre Mary Webber.
»Mire, ahi llega el transbordador para llevarla a casa. Duerma bien, y por la manana vaya a ocuparse de su clinica y de todas esas putas que se ha empenado en salvar.
Dio media vuelta y se marcho, desapareciendo casi de inmediato entre las sombras.
Hester se planto en la escalinata temblando de rabia pero tambien de miedo. No podia, refutar ni una sola de las cosas que habia dicho Phillips. Se sentia impotente, y tenia tanto frio en plena noche de verano que bien podria haber caido en las oscuras aguas del rio.
El transbordador golpeaba contra la escalinata. El remero aguardaba.
– ?Quiere que lo dejemos correr, senorita Hester? -pregunto Squeaky.
Hester no le veia la cara, estaban de espalda a la luz, y tampoco supo descifrar los sentimientos que ocultaba su voz.
– ?Acaso podria irnos peor? -pregunto Hester-. ?No le parece que cualquier cosa es mejor que aceptar esto?
– ?Claro que si! -dijo Squeaky al instante-. Las cosas pueden ponerse mucho mas feas. Podria descubrir que Durban mato a Reilly y que Phillips puede demostrarlo.
– No puede -dijo con un subito arranque de logica-. Si pudiera demostrarlo, ya lo habria hecho, y habria desbaratado el caso de Durban sin tener que confiar en que Rathbone nos desacreditara ante el tribunal. Habria sido mucho mas seguro.
– Pues si es lo que quiere, por mi, encantado. Trincar a ese cabron seria mejor que una botella de brandy Napoleon.
– ?Le gusta el brandy Napoleon? -pregunto Hester sorprendida.
– Ni idea -admitio Squeaky-. ?Pero me gustaria averiguarlo!
Capitulo 9
Hester durmio hasta bien entrada la manana y le molesto menos que de costumbre que Monk ya se hubiera marchado. Le habia dejado una nota sobre la mesa de la cocina. No vio a Scuff en ninguna parte, y supuso que se habia ido con Monk.
Sin embargo, estaba desayunando te con tostadas cuando Scuff aparecio en el umbral. Parecia preocupado. Ya se habia vestido y era obvio que habia salido y regresado. Llevaba un periodico en la mano y saltaba a la vista que no sabia si ofrecerselo a Hester, que, sabiendo que Scuff no sabia leer, no quiso avergonzarlo aludiendo a ello.
– Buenos dias -dijo Hester con naturalidad-. ?Quieres desayunar?
– Ya he comido un poco -contesto Scuff, adentrandose un par de pasos en la cocina.
– Eso no impide que puedas comer algo mas, si te apetece -le ofrecio Hester-. Solo es pan con mermelada, pero la mermelada es muy buena. Y te, por supuesto.
– Oh -dijo Scuff, siguiendo con la mirada la tostada que ella sostenia con la mano-. Bueno, no dire que no.
– Pues entonces ven a sentarte; te hare la tostada en un santiamen.
Hester termino de comer su tostada con mermelada de frambuesa teniendola con una mano mientras con la otra sostenia el tenedor para tostar otra rebanada de pan.
Se sentaron a la mesa frente a frente y comieron en silencio durante un rato. Scuff tomo mermelada de albaricoque; dos veces.
– ?Puedo echar un vistazo a tu periodico, por favor? -pregunto Hester al cabo.
– Claro. -Lo empujo hacia ella-. Lo he traido para usted. No le va a gustar. -Parecia preocupado-. He oido a unos hombres que hablaban con el vendedor, por eso lo he traido. Dicen cosas malas.
Hester alcanzo el periodico y miro los titulares, luego lo abrio y leyo unas paginas interiores. Scuff estaba en lo cierto, no le gusto en absoluto. Las insinuaciones eran veladas, pero no distaban mucho de las cosas que Phillips le habia referido la noche anterior en el muelle. Se cuestionaba a la Policia Fluvial. La tasa de exitos que el cuerpo sostenia tener se consideraba poco fiable: ?eran ciertas las cifras? ?Corno habian llegado a reclutar a un hombre tan obsesionado por una venganza personal como Durban? Y al parecer no una vez, sino dos. ?Acaso era mejor su sustituto, el senor Monk? ?Que se sabia acerca de el? En realidad, ?que se sabia de cualquiera de ellos, incluido Durban?
La nacion se encontraba en una situacion peligrosa cuando un cuerpo como la Policia Fluvial tenia mucho poder y nadie supervisaba el modo en que se usaba o se abusaba de el. Si los miembros del Parlamento que representaban a las circunscripciones del rio estuvieran cumpliendo con sus obligaciones, se formularian preguntas cuando el Parlamento volviera a reunirse.
Levanto la vista hacia Scuff. El la estaba observando, tratando de hacerse una idea de lo que decia el diario fijandose en su expresion.
– Pues si, dicen cosas malas -le dijo Hester-. Pero por ahora solo son conjeturas. Tenemos que averiguar si son verdad o no, porque no podremos hacer nada al respecto hasta que lo sepamos.
– ?Que nos pasara si es verdad? -pregunto Scuff.
Hester percibio el temor que vibraba en su voz y reparo en que se habia incluido en su destino. Se pregunto si lo habia hecho adrede o no. Pondria mucho cuidado en responder en el mismo tono, con igual desenfado.
– Tendremos que enfrentarnos a ello -contesto-. Si podemos, demostraremos que no somos asi, pero si no nos dan la oportunidad de hacerlo, tendremos que buscar trabajos nuevos. Todo ira bien, no te preocupes. Hay