Scuff la miro esceptico.

– Dip significa que es carterista. ?Quien no lo es, por aqui? Me parece que nos la han dado con queso.

Y asi resulto ser. Pero al final del dia todo un elenco de personajes de lo mas variopinto les habia referido muchas historias sobre Durban en distintos lugares del puerto. Scuff y Hester habian sido discretos, y ella creia, no sin cierto orgullo, que ademas habian demostrado suficiente inventiva para no desvelar el motivo de su interes.

Ya habia anochecido y no quedaba rastro de luz ni en la superficie lisa del agua cuando finalmente subieron la escalinata de Elephant, cercana a Princes Street. La marea corria con impetu y golpeaba la piedra, y el intenso olor del rio resultaba casi placentero despues del aire viciado de los callejones por los que habian deambulado todo el dia, y de los asfixiantes hedores de los muelles donde los hombres descargaban toda suerte de mercancias: acres, empalagosos, algunos tan dulces que llegaban a ser rancios. El sosegado movimiento del agua constituia un alivio despues de los gritos, del chacoloteo de las bestias de tiro, del estrepito de las cadenas y los cabrestantes y de los golpes sordos de pesadas cargas.

Estaban cansados y sedientos. Scuff se guardo de decir que le dolian los pies, aunque seguramente lo sentia como parte integrante de la vida. A Hester el dolor le subia hasta las rodillas e incluso mas arriba, pero ante el estoicismo de Scuff tuvo la impresion de que seria autocompasivo manifestarlo.

– Gracias -dijo Hester cuando comenzaron a subir en direccion a Paradise Place-. Tenias razon, realmente te necesito.

– No hay de que -contesto Scuff, quitandole importancia, encogiendo un poco un hombro, gesto que Hester vio ya que en ese momento pasaban junto a una farola.

Scuff respiro profundamente.

– No era un mal hombre -dijo, y le lanzo una mirada de reojo.

– Ya lo se, Scuff -respondio Hester.

– ?Importa que dijera unas cuantas mentiras sobre quien era o donde se habia criado?

– No lo se. Supongo que depende de cual sea la verdad.

– ?Piensa que sera mala, entonces?

Llegaron al final de Elephant Lane y giraron a la derecha para enfilar Church Street. Era noche cerrada y las farolas parecian lunas amarillas que se reflejaran una y otra vez hasta el fondo de la calle. Del rio subia una ligera bruma en retazos que asemejaban panuelos de seda.

– Me parece que es posible pues, de lo contrario, ?por que iba mentir al respecto? -pregunto Hester-. Normalmente no se miente sobre las cosas buenas.-Scuff no contesto-. ?Scuff?

– Si, senorita.

– ?No puedes seguir llamandome «senorita»! ?Te gustaria llamarme Hester?

Scuff se detuvo e intento verle la cara.

– ?Hester? -dijo despacio, aspirando correctamente la hache-. ?No cree que el senor Monk me dira que soy un caradura?

– Ya le dire que ha sido idea mia.

– Hester-dijo Scuff otra vez, tentativamente. Luego sonrio.

* * *

Hester se quedo despierta y estuvo meditando sobre que pasos dar a continuacion.

Durban habia intentado mucho tiempo, durante mas de un ano, dar con el paradero de Mary Webber. Era un policia experimentado, con toda una vida dedicada a descubrir, interrogar, localizar, y aun asi parecia haber fracasado. ?Como iba a tener exito ella? A su juicio, no tenia ninguna ventaja sobre Durban.

A su lado, Monk dormia, o eso creia Hester. Permanecia muy quieta porque no queria molestarlo y, sobre todo, no queria que supiera que estaba cavilando. Primero debia tener todas las respuestas para sopesarlas y, si era preciso, amortiguar el golpe antes de contarselas. Si la verdad era muy mala, Monk sufriria en silencio. Procuraria ocultar su dolor, como si mostrarse humano fuese una debilidad, y, por consiguiente, eso no haria mas que agravarlo. La soledad duplicaba el dolor de casi todas las heridas.

Durban sin duda habia investigado a todas las familias de la zona que se apellidaran Webber y las habria visitado. Incluso habria seguido el rastro de quienes se hubiesen mudado, cuando hubiese sido posible. Si no habia localizado a Mary Webber asi, Hester tampoco lo conseguiria.

Justo cuando se estaba dejando vencer por el sueno, tuvo una idea. ?Habia retrocedido en el tiempo, Durban? ?Habia investigado desde donde habian llegado a los barrios portuarios los Webber?

Por la manana la idea no le parecio ni la mitad de buena, pero no se le ocurrio ninguna mejor. De modo que lo intentaria, al menos hasta que encontrara otra via de investigacion. Mejor seria eso que nada.

No resulto especialmente dificil localizar a las familias de la zona que se apellidaran Webber y que tuvieran a una Mary de mas o menos su edad. Tan solo fue tedioso revisar los archivos parroquiales, hacer preguntas y caminar de un lado a otro. La gente se mostraba dispuesta a colaborar porque Hester adorno un poco la verdad. En realidad buscaba a una persona en nombre de un amigo que habia fallecido en tragicas circunstancias antes de dar con ella, pero no sabia si Mary Webber era una amiga, una testigo o una fugitiva. De no haber sido por el bien de Monk, tal vez se hubiese dado por vencida.

En el segundo intento encontro la que al parecer era la familia correcta, solo para descubrir que Mary habia sido dada en adopcion por el hospicio del distrito. Su madre habia muerto al dar a luz a su hermano, y la familia adoptiva no estaba en condiciones de hacerse cargo de un bebe, pues la esposa era minusvalida. En la zona solo habia un establecimiento hospitalario de esa clase, y en menos de media hora de omnibus Hester se encontro ante sus puertas. Tuvo que aguardar otra media hora, con Scuff obstinadamente a su lado, antes de que la hicieran pasar al despacho de Donna Myers, la dinamica, eficiente y mas bien acartonada enfermera jefe que dirigia el dia a dia del hospital.

– Bien, ?que se les ofrece? -pregunto con simpatia, mirando a Hester de arriba abajo para luego dar un repaso a Scuff, tratando de formarse una opinion sobre ambos.

Scuff tomo aire para dejar claro que no necesitaba que nadie cuidara de el, pero entonces se dio cuenta de que no era eso lo que la senora Myers tenia en mente, y solto un suspiro de alivio.

– Tenemos mucho trabajo -dijo la senora Myers a Hester-. Los salarios son bajos, pero les daremos de comer a usted y al nino, tres comidas al dia, casi siempre gachas y pan, y un poco de carne cuando haya. No esta permitido beber, ni recibir visitas masculinas, pero vera que el lugar esta limpio y que no tratamos mal a nadie. Estoy convencida de que el nino tambien podria encontrar algo que hacer, mandados y cosas por el estilo.

Hester le sonrio, sabiendo por experiencia propia lo estricto que debias ser para gobernar una clinica, por mas profunda o sincera que fuese tu compasion. Consentir a una paciente era robarle a otra.

– Gracias, senora Myers, aprecio su ofrecimiento, pero lo unico que busco es informacion. Ya tengo trabajo, tambien yo dirijo una clinica.

Vio que la senora Myers abria mas los ojos y que una chispa de respeto le avivo la mirada.

– ?En serio? -dijo con recelo-. Y, asi pues, ?que puedo hacer por usted?

Hester se pregunto si mencionar a Monk, y decidio que, en vista de la tan desfavorable publicidad de que estaba siendo objeto la Policia Fluvial, no seria buena idea.

– Busco informacion acerca de una mujer que llego aqui cuando era una nina de unos seis anos, junto con su madre -contesto Hester-. De eso hace mas de cincuenta anos. La madre murio de parto y la nina fue dada en adopcion. Creo que el bebe se quedo aqui. Me gustaria saber cuanto puedan contarme sus archivos, y si hubiese alguien que supiera lo que fue de ellos, le quedaria muy agradecida.

– ?Y por que quiere saberlo? -pregunto la senora Myers, mirandola con mas detenimiento-. ?Tiene algun vinculo de parentesco con ellos? ?Como se llamaba la madre?

Hester sabia que le harian esa pregunta, pero aun asi seguia sintiendose estupida por ser incapaz de responderla.

– Desconozco su nombre.

La unica opcion era decir la verdad. Cualquier otra cosa la habria hecho parecer deshonesta. Buena parte de lo que estaba diciendo era poco mas que una suposicion con cierto fundamento, pero era lo unico que tenia un minimo sentido.

– El que me preocupa es el bebe -prosiguio Hester-. Ahora seria cincuenton pero murio hace varios meses, y

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