que tienta a cuantos pretenden ser mas importantes de lo que son, mas interesantes, mas talentosos, mas exitosos? ?Cual era su verdadero pasado para que lo negara en su totalidad?
Orme seguia observandolo, aguardando una palabra de aliento. Debia de sentirse espantosamente solo, abandonado en una lucha para que la no le habian proporcionado armas.
– Hay que descubrir la verdad -dijo Monk con firmeza-.
Es lo unico que nos ayudara en esto. Y debemos poner mucho cuidado al decidir en quien confiamos. Todo indica que alguien trabaja en contra de nosotros.
– Mas de uno -apunto Orme con voz triste, pero su mirada era firme-. Lo siento, senor, pero hay algo mis. Corren rumores de que la Policia Metropolitana va a absorbernos por completo, de modo que ni siquiera tendremos nuestro propio comandante, ya que nos pondran bajo el mando de la comisaria mas cercana. De ser asi, ya no tendriamos el rio, solo nuestro trozo de orilla.
»Los periodicos dicen que somos corruptos y que hay que meternos en cintura, librandose de la mayoria de nosotros. ?Segun ellos, incluso lo dicen algunos parlamentarios! ?Como si no hubiesemos velado por la seguridad del Parlamento durante casi cien anos! Ni pizca de lealtad. Un mal paso, y se echan sobre nosotros como lobos.
Por un instante, los ojos de Orme reflejaron su descarnado sufrimiento. De pronto se percato de ello y miro hacia otra parte, avergonzado de que lo hubiesen visto expresar un sentimiento tan personal.
La duda se agitaba en el interior de Monk como una nausea. Ya estaban llegando a la orilla opuesta, a la altura de Wapping Stairs. En cuestion de minutos la alcanzarian y tendrian que saltar a tierra, y luego no habria mas tiempo para hablar sin correr el riesgo de que alguien los oyera. En un santiamen cruzarian el muelle hasta la comisaria.
?Queria hurgar mas en la vida de Durban y enterarse de las cosas que tanto le habia costado mantener en secreto? Tal vez echaria por tierra las ilusiones en que Orme habia creido durante tanto tiempo. ?Queria pagar ese precio por una oportunidad para ahorcar a Phillips? ?Cuan valiosas son las ilusiones, la bondad que atribuimos a las personas aunque solo sea verdad en parte! ?Pero que hombre puede resistir el escrutinio de una investigacion cuando esta muerto y no puede defenderse ni explicarse por si mismo? ?Que vida podra fundamentar cinendose solo a los hechos, estudiados minuciosamente y tratados sin cuidado por terceros, cuando el interesado no esta presente para mostrar tambien los padecimientos, las esperanzas que lo marcaron y le llevaron a engano? ?Acaso debian emitir su juicio quienes eran tan taxativos en las respuestas?
Ocho anos antes el propio Monk se habia visto solo desde fuera, sin memoria, y no le gusto el hombre que surgio de las sombras bajo una mirada que buscaba conocer sin comprender. Descubrio los escollos, los pasos mal dados, la implacable logica que obviaba el hecho crucial. Le constaba lo facil que era ver lo que querias ver, fuese bueno o malo.
Orme estaba aguardando a que tomara la decision de si seguir adelante, luchar siguiendo otra senda, o batirse en retirada antes de sacar mas a la luz y, tal vez, mancillar toda reputacion.
Se hallaban en la escalinata. El transbordador choco con el embarcadero, madera contra piedra. Y no quedaba mas tiempo. Monk pago al piloto y subio la escalinata detras de Orme.
No podia pedirle a nadie que tomara la decision. El era el lider y debia liderar. Durban lo habria hecho; de eso estaba seguro. Y la evasion, la ceguera voluntaria, no era una salida aceptable. Descubriera lo que descubriese, al menos seria una manera de avanzar. La discrecion a veces era la respuesta, la cobardia, jamas. ?A que se debia su vacilacion?
Siguio a Orme por el muelle hasta la comisaria y, una vez dentro, aun no se habia contestado la pregunta.
Tuvieron que pasar el resto de la manana rio abajo ocupandose de otros casos habituales para la Policia Fluvial: robos, contrabando y algun acto violento. Hacia la mitad de la jornada Monk se encontraba de nuevo cerca de Wapping, sabiendo que con un poco de suerte dispondria de toda la tarde para pensar sobre Durban.
Puesto que la imputacion era que Durban habia reclutado ninos, primero para Phillips y mas adelante con la intencion de usarlos con los mismos fines el mismo, Monk decidio que debia dar marcha atras y volver a seguir el rastro de todos los contactos que Durban habia tenido con los ninos, buscar la prueba que sus enemigos usarian, perseguirle tan despiadadamente como lo harian ellos y, Dios mediante, no encontrar nada. Para ello necesitaria la ayuda de Scuff.
– A la margen sur, por favor -indico al piloto del transbordador-. A Rotherhithe.
– ?Creia que habia dicho Wapping! -respondio el hombre con aspereza.
– Asi fue. He cambiado de opinion. Lleveme a Princes Stairs y aguardeme. Subire un momento a Paradise Place y regresare enseguida.
El hombre asintio.
Monk se acomodo en la popa mientras daban media vuelta para cruzar la corriente. Supo por la actitud del hombre que ya habia corrido el rumor de que la Policia Fluvial tenia problemas. Pese a las pocas horas transcurridas, su influencia estaba comenzando a debilitarse.
Monk sintio una subita punzada de impotencia, le asalto la repugnante duda de si seria capaz de detener la destruccion. ?Como iba a impedir que la incipiente confianza de los ladrones y oportunistas de rio arriba y abajo fuera a mas, que los miles de hombres que se mantenian dentro de unos limites razonables de honradez solo porque estaban convencidos de la autoridad de la Policia Fluvial, porque les constaba que todo delito se castigaba efectiva e inmediatamente, siguieran manteniendose a raya? Hasta cierto punto era una cuestion de bravuconeria, de ver quien tenia los nervios mas templados. Desde los tiempos de Harriott, la Policia Fluvial siempre habia impuesto su autoridad. Ahora, cual tiburones que olieran sangre en el agua, los rapaces del rio se juntaban, aunando fuerzas en torno al cuerpo, listos para pasar al ataque.
Cuando llegaron a la otra orilla, Monk fue de inmediato a Paradise Place. Abrio la puerta de la entrada y llamo a Scuff a voz en cuello. Trato de pensar que castigo seria apropiado si el chico habia salido, y constato que no habia ninguno. No tenia derecho a darle ordenes, salvo las relativas al comportamiento en la casa. Y no obstante Scuff apenas tenia once anos, por edad era un nino aunque no lo fuera por experiencia. Quiza tuviera un solido y sutil conocimiento de la vida en las calles, pero sus sentimientos seguian siendo terriblemente faciles de herir, era tan vulnerable como cualquier otro nino.
Scuff aparecio en lo alto de la escalera, con el pelo mojado y una camisa limpia que era demasiado grande para sus hombros estrechos y cuyos faldones aun no habia remetido en el pantalon.
– ?Ah!-exclamo Monk aliviado-. Necesito tu ayuda. ?Estas ocupado?
– ?No! -contesto Scuff con entusiasmo, comenzando a bajar a toda prisa. Entonces se acordo de su dignidad y echo el freno-. No mucho. ?Que vamos a hacer?
Monk ya habia resuelto contarle la verdad.
– La gente esta diciendo cosas muy feas sobre el senor Durban. De hecho, van a hacer oficial que fue culpable de conseguir chicos para que Phillips los utilizara en su barco, a sabiendas de lo que ocurria en el.
– ?Que estupidez! -dijo Scuff indignado-. ?El nunca habria hecho algo asi! Ademas, esta muerto. -No bien lo dijo se arrepintio, pero ya era tarde para retirarlo-. Lo he dicho sin querer -se disculpo, mirando atribulado a Monk para ver cuan dolido estaba-. ?Pero para que? Ahora no pueden hacerle nada, aunque fuese verdad.
– Es propio de cobardes acusar a un hombre muerto que no puede responderte -dijo Monk con tanta compostura como pudo. No queria que Scuff pensara que habia sido torpe-: Y es una buena manera de salir bien parado tu mismo. Nos desvia de lo que en verdad deberiamos estar investigando pero, sea como fuere, voy a descubrirlo.
Scuff tenia sus reservas.
– Asi no ahorcaran a Phillips.
De repente, Monk lo entendio todo. Scuff tenia miedo de que fuese verdad y se estaba imaginando la desilusion que Monk se llevaria. Intentaba encontrar la manera de salvarlo. Se moriria de verguenza si supiera que Monk se habia dado cuenta.
– No de inmediato -corroboro Monk con indiferencia, costandole lo suyo que la voz no traicionara sus sentimientos-.
Pero ahora mismo me preocupa aun mas salvar el buen nombre del senor Durban… -Se callo al percibir la inquietud que asomaba a los ojos de Scuff-. Porque era el comandante de la Policia Fluvial y ahora hay gente comenzando a decir que estamos todos podridos, y se toman demasiadas libertades -explico-. Tengo que poner fin a eso.