muchas, todas ellas hirientes y cuajadas de obligaciones y compasiones enmaranadas, de lealtades demasiado complejas para desenredarlas, y en las que las palabras no podian hacer nada para aliviar la verguenza o la desesperacion.
Sin previo aviso, Rathbone se vio superado por la pena. Busco algo que decir pero, antes de que diera con ello, llamaron a la puerta, aunque esta no se abrio. Debia de ser la criada.
Ballinger se puso de pie y fue a ver que ocurria. Una voz queda hablo con la deferencia propia de un sirviente. Ballinger le dio las gracias y regreso junto a Rathbone.
– Lo siento pero tengo una visita inesperada. Un cliente que necesita ayuda urgente, y no puedo darle largas. De todos modos, creo haber dejado clara mi posicion y poco mas puedo agregar. Tendras que disculparme.
Permanecio en pie como aguardando para acompanar a Rathbone a la puerta, invitandolo de modo implicito a marcharse.
Rathbone se levanto. No sabia quien era aquel nuevo cliente, pero el hecho de que Ballinger no se lo presentara nada tenia de extrano. Los asuntos que uno trataba con su abogado podian ser delicados. De hecho, si uno se presentaba en persona un sabado por la manana, tenia que tratarse, como minimo, de algo extraordinario e inesperado.
– Gracias por la cortesia de recibirme sin previo aviso -dijo Rathbone con tanta gentileza como fue capaz de mostrar.
– No hay de que -respondio Ballinger-. Si no hubiese surgido esta emergencia, me habria encantado ofrecerte un te y seguir conversando.
Se dieron la mano y Rathbone salio al vestibulo vacio. Quienquiera que hubiese ido a visitar a Ballinger habia sido acompanado a otra habitacion, al menos hasta que Rathbone se hubiese marchado. Se le ocurrio preguntarse, con cierta desazon, si habria reconocido a ese alguien. La idea no le resulto agradable.
Mientras regresaba a su casa en un coche de punto, no conseguia librarse de cierto grado de inquietud. Sus pensamientos seguian su curso logico con cruel honestidad. Si Phillips tenia entre su clientela a hombres con el dinero suficiente para pagar la minuta de Rathbone, y para presentarse inopinadamente en casa de Ballinger un sabado por la manana, ?que otras cosas serian capaces de hacer, si se les presionaba en serio con ponerlos al descubierto?
Desconocia si quien habia ido a ver a Ballinger aquella manana tenia relacion alguna con Phillips, pero no conseguia apartar de su mente esa posibilidad. Ballinger habia dejado claro que debia lealtad a su cliente, fuera cual fuese la naturaleza del asunto.
Rathbone estaba preocupado mientras circulaba por las bulliciosas calles del sabado por la manana con sus altas y elegantes fachadas, sus carruajes tirados por caballos de lustroso pelaje, impecables lacayos de librea, damas a la ultima moda. ?A quien mas podria recurrir Jericho Phillips si se sentia amenazado por las incesantes pesquisas de Monk? ?Y cuanto poder tendrian esos hombres y estarian dispuestos a servirse de el a fin de salvar su reputacion?
Y, mas frio y proximo a el que todo eso, ?de que parte se pondria Margaret si algo de aquello salia a la luz o, como minimo, suscitaba la hostilidad de su familia? ?De la de su padre de toda una vida o de la de su esposo de apenas un ano? No deseaba conocer la respuesta. Ambas serian dolorosas, y esperaba con toda el alma que Margaret nunca tuviera que verse sometida a esa prueba. Y, sin embargo, de ser asi, ?acaso no seguiria preguntandoselo?
Monk se tomo un breve respiro el fin de semana. El y Hester fueron a pasear por el parque, donde enfilaron la suave pendiente hasta coronar la colina, donde bien arrimados disfrutaron del sol. Contemplaron la brillante luz del rio a sus pies, observando las barcas que lo surcaban arriba y abajo, semejantes a moscas patilargas, batiendo el agua con los remos. Monk sabia exactamente el ruido que harian las palas si estuviese lo bastante cerca para oirlo. Desde la distancia, incluso la musica flotaba en retazos y una brisa fresca estremecia las hojas, suavizando el olor de la marea con la dulzura de la hierba.
En cambio, el lunes fue muy diferente. Orme lo aguardaba en Princes Stairs, en su orilla del rio, antes de que tomara el transbordador que le llevaria a la Comisaria de Wapping. Orme tenia el uniforme inmaculado pero su rostro traslucia cansancio, como si a las siete de la manana ya llevase horas trabajando agotadoramente.
– Buenos dias, senor -saludo, poniendose firmes-. Tengo un transbordador esperandonos, si le parece bien.
Monk lo miro a los ojos y se le hizo un nudo en el estomago.
– Gracias -respondio Monk-. ?Ha descubierto algo durante el fin de semana?
Siguio a Orme hasta el borde del muelle y escaleras abajo hasta el transbordador que se balanceaba suavemente, mecido por la estela de una gabarra. Subieron a bordo y el piloto zarpo hacia la otra orilla.
– Si, senor -dijo Orme en voz baja para que no se le oyera por encima del crujido de los remos y el rumor del agua-. Me temo que se han formulado acusaciones contra el senor Durban, aunque este muerto y no pueda plantarles cara ni decir la verdad. Y si quiere que le de mi opinion, es una manera muy cobarde de meterse con un hombre a quien no has tenido el coraje de enfrentarte en vida.
Hablo con voz temblorosa por la indignacion y, mucho peor aun, por una profunda ira imposible de disimular.
– Pues tendremos que responder por el -contesto Monk al instante, dandose cuenta de la aspereza de sus palabras en cuanto las hubo pronunciado. Pero estaba dispuesto a seguir adelante. La cobardia de semejante acto resultaba despreciable-. ?De que se le acusa? Y, ya puestos, ?quien presenta los cargos?
El semblante de Orme carecia de toda expresion. Era un hombre taciturno y amable, aunque quiza le faltase un poco de agilidad mental. En un par de ocasiones habia dado a entender que tuvo una educacion religiosa. Desde luego cabia sospechar de su risa, salvo que era de natural bondadoso. Le ofendia tener que decir lo que Monk acababa de preguntarle.
Se estaban adentrando en la corriente principal del rio, el transbordador cabeceaba un poco contra la fuerza de la marea. El chapoteo del agua era mas alto, y Orme tuvo que levantar la voz para hacerse oir.
– Funcionarios del Gobierno, senor, dos magistrados. Sostienen que captaba a ninos para Phillips y su negocio. Estan usando las mismas pruebas que descubrimos sobre como el senor Durban ayudo a algunos rapinadores, carteristas y descuideros y a ayudantes de deshollinadores para que buscaran un trabajo honrado. Dicen que los ponia a disposicion de Phillips para que los usara en su tinglado de prostitucion, espectaculo y fotografia.
Trago saliva con dificultad.
Monk veia que Orme estaba teniendo problemas para formular lo que veia que era la continuacion.
– ?Y que mas? -dijo Monk para infundirle animos, encontrandose con que tenia un nudo en la garganta.
– Pues que Phillips se puso en contra del senor Durban y que entonces el senor Durban quiso deshacerse de el para aduenarse del negocio y dirigirlo el mismo -concluyo Orme, sumido en la desdicha. Miro a Monk; sus ojos suplicaban una negativa, asi como voluntad y fuerza para luchar.
Monk se sintio muy mal. Las pruebas que habia descubierto acerca de Durban podian usarse facilmente para respaldar tales imputaciones. Cabia interpretarlas contra el tan bien como en su favor. ?Por que habia dado caza a Phillips de manera tan erratica, hostigandolo un mes para luego no hacerle caso al siguiente? ?Fue para proteger a Reilly o a otro chico como el? ?O fue para favorecer sus intereses en el negocio o, peor aun, para sacarle dinero a Phillips? ?Se trato de un enfrentamiento personal? ?Si, por supuesto que si! Todo apuntaba a que asi era, y Orme lo sabia todavia mejor que el, aunque no supiera por que. Durban habia odiado a Phillips con una pasion arrolladura. En ocasiones el odio lo consumia. Su mal genio estallo. Llego a traspasar los limites de la ley. Pero tambien habia usado el poder que le conferia su cargo para coaccionar a personas de modo que hicieran lo que el queria. Sin duda habria quien viera en ello un abuso de autoridad.
?Y quien era Mary Webber? Nadie parecia saberlo. En ningun momento nadie habia relacionado su nombre con el caso.
?Por que habia mentido Durban a proposito de sus origenes? ?Se trataba de una debilidad humana normal