– ?Amigos? -dijo con curiosidad-. ?Quienes son sus amigos?
– Comencemos por los enemigos -contesto Monk sonriendo-. Uno de los suyos era Fat Man. -Vio los destellos de odio y triunfo en los ojos de Pearly Boy-. Y tambien lo era mio -agrego Monk-. Deberia darme las gracias de que este muerto.
Pearly Boy se humedecio los labios.
– Ya lo se. Me entere. Ahogado en el cieno de Jacob's Island, segun dicen.
– Asi es. Mala manera de morir -dijo Monk, agitando la mano-. Podria haber recuperado el cadaver pero no merecia la pena. Recupere la estatua, que era lo que importaba. Estara la mar de bien alli abajo.
Pearly Boy se estremecio.
– Desde luego, hace honor a su fama de duro -senalo, y Monk no estuvo seguro de si lo decia a modo de cumplido o no.
– Lo soy -admitio Monk-. Busco a varias personas, y no olvido ni las buenas ni las malas jugadas. ?Quien es Mary Webber?
– Ni idea. Nunca la habia oido mentar. Lo cual significa que no se dedica a mi negocio. No es ladrona ni perista ni cliente -sentencio Pearly Boy cansinamente.
Monk no se sorprendio; daba por hecho que la misteriosa mujer no se dedicaba al trapicheo.
– Tambien busco a un chaval que se llama Reilly, y no solo eso, busco a quien se vio forzado a cuidar de el, encargandose de que nadie le hiciera dano.
Pearly Boy abrio unos ojos como platos.
– ?Forzado? ?Como podra verse nadie forzado? ?Quien haria tal cosa y con que fin, senor Monk?
– Lo habria hecho el senor Durban -contesto Monk con firmeza-. Porque no le gustaba que nadie asesinara a ninos.
– ?Increible! -Pearly Boy fingio asombro, pero su curiosidad pudo mas que su juicio, tal como Monk esperaba. Pearly Boy no solo traficaba con bienes robados, sino tambien con informaciones valiosas, a veces tambien robadas-. ?Quien podria impedir que eso ocurriera?
– Alguien poderoso. -Monk lo dijo como si se le hubiese ocurrido sobre la marcha-. Y, no obstante, alguien que tuviera mucho que perder, que se viera en peligro, ?entiende lo que quiero decir?
Pearly Boy aun no lo habia captado.
– ?Y quien mataria a esos ninos?
– Jericho Phillips, si desobedecen o se rebelan… -Se callo al ver que el rostro de Pearly Boy se empalidecia de golpe y que el torso, con el decorado chaleco, se tensaba acusando la rigidez de los brazos. De subito Monk tuvo tan claro que Pearly Boy era uno de los informadores de Durban contra Phillips como si lo hubiese leido en sus notas. Sonrio y vio en los ojos de Pearly Boy que este se habia percatado y que el terror le atenazaba.
»Uno de los clientes de Phillips -prosiguio Monk, con cierto desenfado. Se habia puesto de pie y se apoyo con elegancia contra la repisa de la chimenea, atento a la incomodidad de Pearly Boy-. Es como si lo estuviera viendo, ?usted no? Durban habria seguido a ese hombre hasta que pudiera plantarle cara, quiza cerca del barco de Phillips. Quiza fuese despues de que ese hombre, quienquiera que sea, bajara a tierra tras una velada de espectaculo, de modo que la excitacion y la culpabilidad aun bulleran en su fuero interno.
Pearly Boy estaba paralizado, sin apartar la mirada del rostro de Monk.
– No le seria facil mentir en esas circunstancias -prosiguio Monk-, por mas que se hubiese preparado para tal situacion. Durban habria elegido un lugar donde hubiese suficiente luz para asegurarse de que resultaran visibles las marcas de su cargo, el uniforme, la porra. Si, seguro que habria llevado una porra, por si la desesperacion empujaba a ese hombre a pelear. Al fin y al cabo, tendria mucho que perder; la indignacion publica, el ridiculo, la perdida de posicion, amigos, dinero, poder, tal vez incluso a su familia. -Pearly Boy se humedecio los labios, revelando su nerviosismo. Monk siguio hablando-. Entonces Durban le habria propuesto un trato. «Use su poder para proteger a Reilly, el chico que corre mas peligro a causa de su edad y su coraje, y yo le protegere a usted. Deje que Reilly muera, y sacare a relucir sus trapos sucios para que se entere todo Londres.»
Pearly Boy volvio a humedecerse los labios.
– ?Y de quien estariamos hablando?
– Eso es lo que quiero que me diga usted, Pearly Boy -contesto Monk.
Pearly Boy carraspeo.
– ?Y si no lo hago? Pudo haber sido un monton de gente. No se quien tiene esa clase de debilidades. Podria ser un agente de aduanas, un magistrado, un mercader rico, un capitan de puerto. Tienen toda clase de gustos. ?O podria ser otro policia! ?Se le ha ocurrido pensarlo?
– Por supuesto. ?Quien protegio a Reilly? Esa es la clave del asunto. ?Quien tenia poder para hacerlo? Y mas aun, ?quien era tan importante para que Phillips le hiciera caso?
Un destello de perspicacia ilumino el inteligente rostro de Pearly Boy, no sin cierta excitacion.
– ?Se refiere a quien tiene un apetito que no puede controlar, que necesita a Phillips para satisfacerlo y que al mismo tiempo tiene el poder suficiente para que Phillips le baile el agua? Esta si que es buena, senor Monk, muy buena.
– Si que lo es. Y quiero una buena respuesta -insistio Monk.
Pearly Boy enarco las cejas.
– ?Respuesta a que? -Temblaba ligeramente. Monk podia oler el sudor del miedo en el aire viciado del despacho-. ?Que pasa si no consigo averiguarlo? -Pearly Boy intento ponerse gallito-. ?O si decido no hacerlo?
– Me encargare de que Phillips sepa que hablo usted con Durban sobre este cliente tan interesante, y que esta dispuesto a hacer lo propio conmigo en cuanto acordemos un precio.
Pearly Boy estaba palido como la nieve, tenia el rostro perlado de sudor.
– ?Y que precio seria ese? -pregunto con voz ronca.
Monk sonrio, mostrando los dientes.
– Mi silencio, y el hacer la vista gorda de vez en cuando en lo que atane a los inspectores de Hacienda.
– Los muertos guardan silencio -dijo Pearly Boy, separando apenas los labios.
– No, si saben escribir y dejan instrucciones claras por si mueren. El senor Durban quiza fuese benevolente con usted, yo no lo sere.
– Podria hacer que lo mataran. Una noche oscura, un callejon desierto…
– Fat Man esta muerto, yo no -le recordo Monk, y se tomo confianza en el trato-. No te busques problemas, Pearly Boy. Eres perista, no un asesino. Mata a un policia fluvial y te encontraran. ?Quieres que te entierren en el fango del Tamesis con los pies por delante, de donde no volveras a salir?
Pearly Boy se puso todavia mas palido.
– ?Me lo debera! -dijo desafiante, parpadeando.
Monk sonrio.
– Ya te lo he dicho, me olvidare de ti…, hasta cierto punto. Te pondre el ultimo en vez del primero en la lista de casos pendientes.
Pearly Boy solto una obscenidad entre dientes.
– ?Como dices?-le espeto Monk.
– Lo encontrare -contesto Pearly Boy.
De repente Monk se mostro muy gentil.
– Gracias. Sera por tu bien.
Pero al marcharse, los sentimientos de Monk eran confusos.
Caminaba con cautela por la calle estrecha, manteniendose en medio, separado de las entradas de los callejones y de los portales.
?Que diferencia habia entre un chantaje y otro? ?Era cualitativa o tan solo cuantitativa? ?El fin lo justificaba?
Ni siquiera tuvo que pensarlo. Si pudiese haber salvado a cualquier nino de las garras de Phillips valiendose del gusto de un hombre por degradar a ninos a fin de obligarle a proteger al menos a una de sus victimas, lo habria hecho sin detenerse a pensar en la moralidad del asunto. Ahora bien, ?eso lo convertia en un buen policia? Se sentia incomodo, desdichado, dubitativo en cuanto a su criterio, y mas cerca de Durban que nunca. Pero se trataba de una proximidad causada por el sentimiento, la ira y la vulnerabilidad. No acababa de ver la moralidad de todo ello.