– ?Por Dios, no! ?Usted tambien? -Smiler puso los ojos en blanco-. No tengo ni idea. No habia oido hablar de ella hasta que Durban vino amenazando a todo el mundo con Dios sabe que si no se lo deciamos. ?No lo se! - Levanto la voz bruscamente, ofendido-. ?Lo capta? ?No lo se! Y ahora tengo que atender el negocio, asi que largo de aqui antes de que le eche al perro…, por accidente, digamos. Lo tengo atado con una cadena, pero a veces pienso que no es lo bastante resistente. No es culpa mia. Aunque eso no le servira a. usted de mucho.
Monk se batio en retirada, con mil pensamientos en mente. Estaba bastante seguro de que Smiler mentiria si le convenia, pero lo que le habia contado encajaba muy bien con cuanto Monk sabia.
Durban no era el hombre simple que Monk habia creido que era, y que habia deseado que fuese.
Cruzo la calle y se dirigio de regreso a Shadwell High Street.
No obstante, Monk recordaba vividamente al hombre que habia conocido: su paciencia, su franqueza, el modo en que no dudaba en compartir comida y abrigo, su optimismo, su compasion por los mas desdichados. ?Acaso era todo mentira, incluso su risa?
En tal caso, lo mismo valia para cualquiera. ?Que era la lealtad, amen de ceguera y esperanza? ?Solo lo que necesitabas creer para aplacar tus ansias?
Y, por otra parte, ?como habia sido el mismo anos antes? Desde luego no querria que sus amigos actuales lo supieran. No se lo habia ocultado deliberadamente a nadie porque ni siquiera el lo sabia. ?Pero lo habria hecho! Incluso a Hester. Tal vez no los aspectos mas relevantes, pero si los pequenos autoenganos, los actos violentos, la mezquindad. ?Y si habia mas cosas que simplemente no recordaba?
?Por que tenia que perturbarle tanto que Durban hubiese rozado los limites de la ley? ?Y si Monk seguia el mismo camino, Phillips ganaria otra vez! No era de extranar que sonriera en el banquillo cuando dieron el veredicto. Estaba saboreando el
?Pero sobre quien mas lo ejercia? ?Sobre los hombres que se permitian satisfacer su apetito por la extrana excitacion que el les ofrecia, la contemplacion de ninos asustados, torturados, coaccionados a desnudarse y violarse entre si? ?Fotografias? ?Por que, en nombre de Dios? ?Que apetito se saciaba con tales cosas?
Aborrecia el abuso deshonesto de mujeres, pero entendia las necesidades que lo causaban, al menos en parte. Pocos se habrian preocupado si se hubiese tratado de ninas, menos aun si hubiesen sido mujeres. Pero abusar de ninos era muy diferente: la homosexualidad era ilegal. Esos hombres serian victimas de Phillips por partida doble. No tendrian mas opcion que pagarle, si no querian que sacara a la luz su secreto.
Se estremecio pese al sol que refulgia en el agua y a la calidez reinante. A lo lejos se oia la musica de un organillo que no alcanzaba a ver.
Que infierno tan terrible debian vivir esos hombres que caian tan bajo. Pero en parte ellos mismos se lo habian buscado. Los ninos como Fig, y tal vez Reilly, y cuantos otros cuyos nombres jamas llegaria a conocer, no habian tenido eleccion ni mas posibilidad de escapar que la muerte.
No era de extranar que Durban hubiese hecho todo lo posible por capturar a Phillips para que lo ahorcaran, incluso a costa de saltarse un poco las reglas. Como tampoco que los hombres que ya habian pagado tanto volvieran a pagar para proteger a quien los proveia y atormentaba. Eso anadia nuevas capas al concepto de corrupcion.
?Quien habia pagado a Oliver Rathbone para que defendiera a aquel hombre en el juicio? ?Por que? ?Para protegerse a si mismo o a alguien a quien amaba, quizas un hijo o un hermano? ?Tan distinto era eso de lo que Monk hacia ahora en su intento desesperado por proteger a Durban? Pues en verdad estaba desesperado. Era consciente del sentimiento que lo embargaba, desviando sus pensamientos y agarrotandole los musculos. ?Cuanto de uno mismo estaba turbiamente vinculado a otra persona?
Monk habia llegado al muelle, no lejos de Wapping. La marea estaba subiendo y el agua lamia los escalones de piedra, ascendiendo poco a poco. Olia mal, pero ya se habia acostumbrado a su olor y lo recibio con agrado. Aquella era la mayor via maritima del mundo, hermosa y terrible a la vez. De noche su pobreza y suciedad quedaban ocultas. Luces de barcos procedentes de Africa y el Polo, de China y Barbados, bailaban al ritmo de las mareas. La ciudad, con sus cupulas y torres, se perfilaba en negro contra el firmamento estrellado.
Al amanecer surgiria la bruma, suavizada por aguas plateadas que correrian resplandecientes. Habia momentos durante el fuego del ocaso en que podria ser Venecia, la cupula de San Pablo sobre las sombras cual palacio de marmol flotando en la laguna hacia las rutas de la seda de Oriente.
Las rutas maritimas del mundo confluian alli: la gloria, la miseria, el heroismo y el vicio de la humanidad entera, mezclados con las riquezas de todas las naciones conocidas por el hombre.
Se enfrento a la pregunta deliberadamente.
?Que habria hecho el mismo si quien corriera el riesgo de ver arruinada su vida por Phillips fuese alguien a quien amaba? ?Le habria protegido? Creer en tus ideales era una cosa, pero cuando se trataba de un ser humano que confiaba en ti, y quiza mas profundo que eso, que te habia amado y protegido en tus horas de necesidad, las cosas cambiaban. ?Cabia darle la espalda? ?Acaso la propia conciencia era mas valiosa que su vida?
?Debias lealtad a los muertos? ?Si, por supuesto que si! No olvidabas a alguien en cuanto exhalaba el ultimo suspiro.
Recorrio con la vista el perfil de la ciudad de norte a sur y al otro lado de la masa de agua. Aquella era una ciudad de recuerdos, construida por los grandes hombres y mujeres del pasado. Los hombres de forma mas evidente, ?pero quien sabia hasta que punto fueron el amor, la confianza, la vision de las mujeres los que los alentaron, enardeciendo su fe en si mismos para que hicieran realidad sus suenos?
?Como medir el amor que no mide ni alcanza los limites de si mismo?
En torno a media tarde del dia siguiente, Monk estaba frente al perista conocido como Pearly Boy. Hacia tanto tiempo que todo el mundo lo llamaba asi que ya nadie recordaba su verdadero nombre, aunque solo despues de la muerte de Fat Man el invierno anterior habia conseguido hacerse con un pedazo realmente grande del negocio del rio, prosperando hasta acumular la riqueza que ahora poseia.
Era enjuto y de facciones delicadas, y llevaba el pelo bastante largo. Siempre hablaba a media voz, con un ligero ceceo, y nadie lo habia visto nunca sin su peculiar chaleco bordado con cientos de perlas relucientes, ni en verano ni en invierno. Era el ultimo hombre que uno esperaria que tuviera fama de despiadado, no solo a la hora de negociar sino tambien, en caso necesario, con la navaja; con las cachas de nacar, por supuesto.
Estaban sentados en el despacho de la tienda que regentaba Pearly Boy en Limehouse. En apariencia vendia instrumentos de navegacion: brujulas, sextantes, cuadrantes, cronometros, barometros, astrolabios. Dispuestos en orden sobre una mesa habia todo un surtido de compases y reglas paralelas. Pero el principal negocio de Pearly Boy tenia lugar en la trastienda, y consistia mayormente en el trafico de joyas y
Miraba a Monk de manera insulsa, pero sus ojos eran tan frios como el oceano Polar Artico.
– Siempre es un placer ayudar a la policia -dijo-. ?Que es lo que busca, senor Monk? Porque se llama Monk, ?verdad? He oido hablar de usted, ?sabe? Su reputacion le precede.
Monk no mordio el anzuelo y se abstuvo de preguntar que habia oido decir de el.
– Si, en efecto -dijo en cambio, asintiendo con la cabeza-. Tenemos algo en comun.
Pearly Boy se sorprendio.
– ?Y eso que seria?
– La reputacion -respondio adusto Monk-. Tengo entendido que usted tambien es un hombre duro.
A Pearly Boy el comentario le parecio divertido. Al principio solto una risita, pero esta fue creciendo hasta terminar en sonoras carcajadas de satisfaccion. Finalmente paro en seco y se seco las mejillas con un panuelo muy grande.
– Creo que usted me va a caer bien -dijo, sonriendo abiertamente, con los ojos cual guijarros mojados.
– Lo celebro -dijo Monk, y sono como si en verdad se congratulara-. Quiza podamos ayudarnos mutuamente.
Pearly Boy entendia aquel lenguaje a la perfeccion, si bien tendia a reservarse el creerlo.
– Vaya. ?Como es asi?
– Tenemos amigos y enemigos en comun -explico Monk.
Pearly Boy estaba interesado. Procuro disimularlo pero no lo consiguio.