Inmediatamente tras el bajaron Orme, Sullivan, Rathbone y dos agentes de policia. Otros dos permanecieron en cubierta para hacerse pasar por los vigilantes inconscientes si alguien los echaba en falta. Los atarian y amordazarian, y serian ellos quienes montarian guardia. Hester entro por el tambucho a una cabina sorprendentemente limpia y comoda. Era pequena, solo un par de metros de anchura; claramente la antesala del salon principal y las habitaciones que hubiera mas alla para entretenimientos que requirieran mayor intimidad. Estaba familiarizada con la distribucion habitual de los burdeles, aunque pocos eran tan grandes como la propiedad de Portpool Lane.
El salon lo ocupaban media docena de invitados, bien vestidos y de diversas edades. A primera vista tenian poco en comun, excepto la mirada febril y la piel brillante de sudor. Jericho Phillips estaba de pie en el otro lado, junto a una pequena elevacion del suelo, como un escenario, sobre el que habia dos ninos, ambos desnudos. Uno tendria seis o siete anos de edad y estaba a cuatro patas, como un animal; el otro era mayor, apenas entrado en la pubertad. El acto que realizaban era evidente, asi como la coaccion de un cigarro encendido que ardia en la mano de Phillips, y las quemaduras sin curar en la espalda y los muslos del nino de mas edad.
– ?Hombre!, por fin ha venido a vernos, ?eh, senor Monk? -pregunto Phillips torciendo los labios de tal modo que se le veian los dientes-. Sabia que lo haria, tarde o temprano. Aunque debo decir que pensaba que tardaria mas.
Desvio la mirada hacia Sullivan, luego hacia Rathbone, y se humedecio los labios con la lengua. Su voz era crispada y una octava demasiado aguda.
El olor agrio del miedo, corno de sudor rancio, flotaba en el ambiente. Los demas hombres pasaban el peso de un pie al otro, tensos, listos para cualquier clase de violencia. Les habian robado la liberacion por la que habian venido, no sabian que estaba ocurriendo ni quien era el enemigo, eran como animales a punto de salir en estampida.
Hester estaba tensa, con el corazon palpitante. ?Sabia Monk lo cerca que estaban de la violencia ciega? Aquello no se parecia en nada al ejercito en los momentos previos a la batalla: sujeto por la disciplina, preparado para cargar contra lo que podia llevarte a la muerte o, peor aun, dejarte espantosamente mutilado. Los que tenian delante eran hombres culpables y manchados, temerosos de la verguenza de ver expuesta su reputacion. Eran animales a los que, inesperadamente y en el ultimo momento, les habian arrebatado su presa, el alimento de sus apetitos mas primarios.
Echo una ojeada a los demas policias, a los matones de Phillips y cruzo una mirada con Rathbone. Vio su inenarrable repugnancia y algo mas: un profundo y desgarrador sufrimiento. Sullivan, a su lado, estaba temblando, mirando alternativamente a todos los presentes. Abria y cerraba los punos como si buscara algo a lo que aferrarse.
Fue Sutton quien percibio el peligro.
– ?Acabe de una vez! -susurro entre dientes a Monk.
– Para ser exactos, no he venido a verlo -contesto Monk a Phillips-. Me gustaria que algunos de sus invitados vinieran con nosotros, solo para despejar esto un poco.
Phillips nego lentamente con la cabeza, sin dejar de sonreir y con los ojos muertos como piedras.
– Dudo de que alguno tenga ganas de acompanarlo. Y como ve, son caballeros a los que no se puede tratar a empujones como si fuesen cualquiera. -Permanecia quieto, sin mover las manos ni apartar la mirada del rostro de Monk, pero varios de los hombres parecian estar aguardando una senal suya. ?Tendrian navajas sus hombres? Era facil usarlas en un sitio cerrado como aquel, menos probable herir a uno de los suyos.
»Ya se ha puesto en ridiculo una vez-prosiguio Phillips-. No puede volver a hacerlo y contar con conservar su trabajo, senor Monk. ?Y no es que a mi me importe! Es demasiado idiota para ser un verdadero companero mio, y me traeria sin cuidado perderlo de vista. Quien venga despues de usted no sera mejor, como tampoco lo era Durban. -Su voz se habia calmado, y seguia sin mover las manos-. El rio seguira corriendo, y seguira habiendo hombres con apetitos que no pueden saciar sin mi o sin alguien como yo. Somos como la marea, senor Monk: solo un idiota intentaria detenernos. Acabara ahogandose.
Phillips paladeo la palabra con regocijo. Se estaba liberando de la tension del principio. Los anos de autodisciplina estaban venciendo. Volvia a tener el control; el momento de miedo habia pasado.
Monk tenia que sopesar las probabilidades de que a Jericho le entrara el panico y echara a correr en pos de la libertad, o que recobrara la confianza en si mismo y atacara a la policia. Ninguna de ellas ayudaria a Scuff. La unica ventaja que Monk tenia era que Phillips tampoco queria violencia; seria malo para el negocio. Sus clientes deseaban peligros imaginarios, no reales. Buscaban liberacion sexual y derramamiento de sangre, pero no de la suya.
Monk tomo una decision.
– Jericho Phillips, queda detenido por el asesinato del nino conocido como Scuff. -Sostuvo el arma de modo que resultara plenamente visible, apuntando al pecho de Phillips-. Y el senor Orme va a arrestar a sir John Wilberforce aqui presente.
Nombro al unico invitado cuyo rostro reconocio.
Wilberforce se puso a protestar, con las mejillas coloradas, chorreantes de sudor. Orme, de espaldas al mamparo, levanto su arma. La luz brillo en el canon y Wilberforce se callo de golpe.
Fue Phillips quien hablo, meneando lentamente la cabeza.
– Esta haciendo el ridiculo otra vez, senor Monk. Ni se donde esta su chico, ni yo he matado a nadie. Ya hemos pasado por todo esto, tal como le dira lord Sullivan, y tambien sir Oliver. ?Es que no va. a aprender nunca? -Se volvio hacia Wilberforce, sonriendo con mayor desden, sin disimular su desprecio-. No hay motivo para sudar de esa manera, senor. No puede hacerle nada. Piense en quien es usted y en quien es el, y haga el favor de controlarse. Tiene todas las cartas, basta con que las juegue bien.
Uno de los hombres solto una risilla. Comenzaban a relajarse. Habian dejado de ser victimas para convertirse de nuevo en cazadores.
Orme se habia quitado la chaqueta y se la habia dado al chico mayor para que cubriera su desnudez y su humillacion. Sutton hizo lo mismo por el pequeno.
El movimiento llamo la atencion de Hester, que de pronto se dio cuenta de que estaban todos paralizados, discutiendo, mientras Scuff podia estar siendo objeto de cualquier clase de tortura. Carecia de sentido suplicar a Phillips que les dijera donde estaba. Paso entre dos de los clientes y toco a Orme.
– Tenemos que buscar a Scuff -susurro Hester-. Tal vez haya mas vigilantes, de modo que tenga el arma a punto.
– De acuerdo, senora -cedio Orme de inmediato. Hizo una senal a Sutton, que estaba practicamente a su lado con
Monk atacaria enseguida, y entonces la refriega seria rapida e implacable.
Hester temia por el y tambien por Rathbone. Habia percibido en sus ojos un horror que trascendia la crueldad y la crudeza de la escena que estaba viendo. Se debatia con una decision personal que Hester aun no identificaba. Imagino que seria una especie de culpabilidad. Ahora por fin estaba viendo la realidad de lo que habia defendido, no la teoria, las grandilocuentes palabras de la ley. Tal vez en otra ocasion llegaria a pedirle disculpas por las cosas mas severas que le habia dicho. Aquel no era su mundo; cabia que realmente no se hubiese hecho cargo.
Ahora lo unico que importaba era encontrar a Scuff. No oso siquiera pensar en la posibilidad de que no estuviera a bordo, sino cautivo en algun cuartucho de tierra firme o incluso muerto. Esto ultimo seria casi corno si la hubiesen matado a ella. •
Siguiendo a Sutton cruzo el umbral e ingreso en un pasillo tan estrecho que la mas leve perdida de equilibrio conllevaba golpear las mamparas con los hombros. Sutton ya habia torcido a la izquierda, hacia la proa del barco.